"'El oficio de desvestirse’ dice en palabras sencillas las complejidades que habitan en mis preguntas sobre el mundo”: Lina Botero

Lina Botero.

Crédito: Diego González.

27 Octubre 2024 03:10 am

"'El oficio de desvestirse’ dice en palabras sencillas las complejidades que habitan en mis preguntas sobre el mundo”: Lina Botero

Poesía, prosa y fotografía conviven en ‘El oficio de desvestirse', libro que publicó Lina Botero, en el cual reflexiona sobre su condición de mujer que quiere despojarse de todas las cargas que le impone la sociedad.

Por: Eduardo Arias

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El oficio de desvestirse es un libro que puede abordarse desde diversos ángulos. Es un libro de poesía y prosa, pero también es un fotolibro y, en cierta medida, un libro de artista. En él Lina Botero combina fotografías y textos para mostrar sus luchas internas y externas como mujer. Es un viaje desde su infancia hasta el presente. En él ella expresa su descontento con las imposiciones que les impone la sociedad a las personas, sobre todo a las mujeres. Es un llamado a las personas para que se despojen (o se desvistan) de las cargas impuestas por la sociedad.

El título del libro nació de un poema de María Mercedes Carranza. “Hay un guiño a un poema suyo que se llama ‘El oficio de vestirse’. Cuando yo recordé ese poema para mí fue importante hacer la asociación de que ella estaba poniéndose un montón de capas para existir en la sociedad, para existir en el mundo y que en este momento a mí me interesa quitármelas porque estoy cansada de la sociedad y del capitalismo que nos dicen que tenemos que ser una cosa y que tenemos que ponernos un montón de cosas para encajar”, dijo Lina Botero, quien nació en Cali en 1990 y se define a sí misma como “poetógrafa, coleccionista de diarios y cajas de fósforos. Utiliza diversos medios de expresión como la poesía visual y escrita, el videoensayo, el performance y la fotografía. Hizo una maestría en fotografía contemporánea en Madrid y ha expuesto su obra en Colombia y España, en galerías como NC-Arte y La Cometa. Ha publicado sus fotografías en Vogue Latinoamérica, es profesora de poesía visual en Domestika y ha retratado a artistas, músicos y escritores en espacios como la Feria Internacional del Libro de Bogotá y festivales de música. De hecho, ella participó en la exposición de fotografía Rapsodia nacional, una mirada al rock colombiano. CAMBIO habló con ella sobre su libro y su trabajo.

CAMBIO: ¿Cómo nació su interés (o pasión) por la poesía?
Lina Botero:
Creo que desde muy pequeña me ha interesado el que una cosa pueda ser otra cosa. Cómo puedo hablar de una idea o una pregunta que me atraviesa a través de las imágenes y las palabras. Me interesa pensar desde lo poético. Desde muy pequeña me ha interesado hacer imágenes que puedan ser muchas imágenes, muchas ideas, y que no resuelvan del todo las preguntas, sino que inviten a una conversación con quien las está mirando. Lo mismo con mis poemas. Yo puedo estar hablando de una cosa, o el origen de un poema o un texto poético pudo ser una idea y en el transcurso de su creación se va convirtiendo en otra cosa; y se sigue transformando en la medida en la que llegue a otra mirada y a otras lecturas. Se van ampliando sus significados y se va llenando de sentidos. Creo que mi interés por la poesía nació porque en ella habita un misterio y una belleza y a la vez uno o muchos ritmos que no encuentro en otras formas de expresión. ¡Eso! Sobre todo, el misterio.

Lina

CAMBIO: Usted también ha sido reportera gráfica. ¿Cómo ha sido ese trabajo? Sé de su interés por los retratos de músicos en escena y de artistas en eventos y festivales. Pero puede que haya más…
L.B.:
Más que reportera he sido como una espigadora. Me gustan las historias y me gusta responder las preguntas que me atraviesan a partir de la conversación con el otro. Me gustan las historias de las personas creativas, entonces, sobre todo, me he dedicado a retratar vidas que resuenan con eso. Músicos, escritores, actrices, actores. Me gusta creerme el cuento o inventarme el cuento de que hay unos nuevos años veinte en los que, en lugar de cafés, hay casas y bares que juntan artistas y personas que problematizan el mundo y ponen todas esas ideas en una mesa, solo por el placer de hacerlo. Eso también me gusta retratar. Pero sí, sí tengo que contarte qué tantas cosas he sido como fotógrafa, pues he sido fotógrafa de medios, he retratado por algunos años a una ministra de este país, he creado proyectos poéticos y fotográficos para Vogue por ejemplo, pero también he sido fotógrafa de conciertos y festivales, y de una forma más íntima, de bandas como Monsieur Periné y me he ido de gira a México con cantautores maravillosos como Lucio Feuillet y Pilar Cabrera. Básicamente con mis herramientas (la imagen, el video, la poesía) me gusta retratar y romantizar la vida.

CAMBIO: ¿Cómo combinar y desarrollar tantas disciplinas al mismo tiempo, en paralelo?
L.B.:
¿Cómo no hacerlo? Antes le tenía miedo a esa juntanza de voces. Como que tenía que ser validada desde mi fotografía y por eso la volví mi oficio. Pero de niña estudié teatro, yo quería ser actriz. Luego en la universidad estudié comunicación porque quería ser periodista, entonces tomé todas las materias de periodismo, pero a la vez tomé un montón de materias de artes visuales porque quería ser artista visual. Junté un montón de herramientas y temía mostrarlas porque, como de hecho digo en el libro, cuando eres muchas cosas al tiempo eso puede terminar abrumando o puedes llegar a ser cuestionada por hiperactiva o por no concentrarte en una sola cosa. Pero resulta que antes éramos un montón de cosas y ahí estaba la magia de todo. Yo tengo muchas mujeres que me inspiran, pegadas en mi pared. Entonces siempre digo, si Agnes Vardá fue tantas cosas, si Sophie Calle es tantas cosas, yo también puedo. Además, lo necesito. Creo que lo que una quiere ir diciendo se va haciendo de una o muchas materialidades. Eso que quiero decir te va pidiendo cuerpo, o te va pidiendo escritura, o te va pidiendo fotografía. Es cuestión de aprender a escuchar esas voces.

Libro

CAMBIO: Hablemos del libro. ¿Cómo surgió? ¿Es el resultado de un proyecto o una compilación de escritos, frases estilo grafiti y fotografías que realizó en diferentes etapas?
L.B.:
El libro surgió por una conversación con la que se convirtió después en mi editora. Sí es cierto que ella me dio el impulso de ‘¡bueno, arranquemos con esto!’ Hace un año y unos cuantos meses arrancamos con el proceso de hacer un libro que tuviera un hilo conductor y que no fuera una compilación de textos previamente escritos.

CAMBIO: ¿Cuáles son, por llamarlos de alguna manera, los pilares del libro?
L.B.:
La idea empezó con tres premisas. Una, quiero hablar de esas voces que me dicen ‘¡no escribas ese libro!’. Esas voces impostoras que nacen desde la presión, la ansiedad, el tiempo, el capitalismo, el deber ser, las redes, la velocidad con la que vivimos hoy, los espejos, la presión sobre los cuerpos, principalmente de las mujeres. Dos, yo había hecho una imagen con el celular meses antes de una instalación en una calle de Bogotá que tenía mucha ropa colgada como a unos siete u ocho metros de altura. Esa imagen, que de hecho aparece en el libro, fue detonante para el universo visual que después construí. Y tres, le dije a Laura, mi editora: “¡Quero que el libro sea rojo!”. Desde ahí empecé básicamente a hacer dos libros, un fotolibro que tuviera su propio universo sin palabras, y un libro de poemas que se sostuviera por una historia. Luego los puse a conversar y resultó ese libro oráculo rojo El oficio de desvestirse.

CAMBIO: ¿Y por qué debe ser rojo?
L.B.:
La primera razón es intuitiva. Parte de lo que yo hago es hacerles caso a mis intestinos y a mi cuerpo y tuve un pensamiento y me dijo: ‘Señora, su libro tiene que ser rojo’. Luego sí hubo una indagación. El rojo es el primer color que reconocemos como seres humanos. Además, hay más de 150 tipos de rojos. Lo primero que hice cuando comencé a hacer el libro fue comprar una carpeta roja donde está todo el proceso del libro y es el mismo rojo del libro.
CAMBIO: ¿Es su primer libro?
L.B.:
Sí, el primero de muchos mundos que quiero hacer nacer.

CAMBIO: ¿Qué la motivó a realizarlo? Es bastante valiente y frentero. No debe ser fácil medírsele a una empresa de esta naturaleza.
L.B.:
Yo estaba asustada. Tuve todo el miedo del mundo, todas las voces impostoras del mundo, todas las dudas, toda la ansiedad. Porque al final un libro como este tiene más un carácter de objeto de editorial independiente o de autopublicación. Tuve muchísimo miedo; confieso que en varias ocasiones le pregunté a mi editora: “¿Vos estás segura de que el libro lo van a publicar así como va?”.

CAMBIO: Todo parece indicar que la respuesta es sí…
L.B.:
Debo aplaudirle a la editorial Planeta por permitirse hacer un libro menos parecido a los que suelen publicar. Por apostarle a la poesía y a la fotografía y al final a la propuesta de una poetógrafa que también quiso hacer un libro de artista. Yo estoy feliz con el resultado porque salió exactamente como lo planteé, desde lo escrito hasta su forma. Yo soy partidaria de que la forma y la función pueden conversar y que las cosas que decimos y que son profundas también deben estar en universos de belleza, de contemplación. Mejor dicho, la belleza de lo profundo también debería ser bello en su superficie y en su forma.

CAMBIO: En los textos y fotos aparecen a menudo gritos de rebeldía, pero también como una especie de autopsicoanálisis. ¿Para usted es así?
L.B.:
Por supuesto. Este libro está hecho de lecturas de ensayos, poesía y de conversaciones con amigas y conmigo misma. Es un trabajo también de cuestionar, de desmontar discursos propios, de denunciar agotamiento, de soltar miedos. Es un trabajo de autoexploración constante, que de eso siempre se ha tratado todo mi trabajo poético y visual. Y también es un libro feminista, por supuesto. Yo creo que El oficio de desvestirse es un fotolibro y un libro de poemas que dice en palabras sencillas las complejidades que habitan en mis preguntas sobre el mundo.

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