
Luis Díaz marcó el gol para la selección Colombia en el Monumental y fue el jugador más destacado de la tricolor.
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Amargo empate de la selección Colombia en El Monumental por las eliminatorias
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Tercer empate consecutivo de la selección Colombia en el camino hacia el mundial de 2026 que se disputará en México, Estados Unidos y Canadá. Los dirigidos por Néstor Lorenzo, una vez más, dejaron ir un valioso resultado en los últimos minutos del partido.

Gol maradoniano de Luis Díaz, Argentina con 10, la mejor versión de Davinson Sánchez, la lúcida decisión de salir con tres volantes de marca y un equipo decidido a no acongojarse en El Monumental. La mesa estaba lista para darnos un banquete histórico y meternos al mundial en la casa de Messi, El Dibu insufrible y Julián 'La Araña' Álvarez. Superamos, con creces, el pesimismo que se respiraba en la antesala. Por un tramo largo volvimos a ser ese equipo respetable que mira a todos de igual a igual.
Y entonces la maldita piel del tigre nos volvió a encandilar y a estremecer. La manía de pecar de ingenuos, tirarnos al suelo para entregarse al reloj —y no al balón— volvió a pasarnos factura y Argentina rescató un empate en condiciones tan adversas. Tan predecible como amargo.
Es sensato reconocer que sacarle un empate a la máquina de fútbol del campeón mundial no es ningún trámite y que el esfuerzo de la Selección Colombia fue espectacular. Además, porque Venezuela perdió, de ganarle a Bolivia aseguraremos la esquiva plaza en la Copa Mundial. El panorama, ciertamente, podría ser peor.
Pero es imperante volver a la herida y reconocer el pus: seguimos siendo un equipo ingenuo al que le encajan los clichés malditos del centavo pal peso, la piel del tigre y el tilín tilín. El problema, como lo dijimos en la previa, es mucho más psíquico que futbolístico. No puede ser que otra vez nos vayamos a la casa con el sabor metálico de dejar escapar un partido por el patrón malsano, perdedor, de hacer tiempo y revolcarse en el piso en vez de apretar los dientes y facturar.
Cerrar los tratos. Sostenerse en el asedio. Saber digerir y disfrutar las épicas: ahí está el trillado salto de calidad. Lo demás son segundos puestos y empates que, a estas alturas, saben a poco. Ya no más.
