El 53,4 por ciento de los estudiantes matriculados en las instituciones de educación superior son mujeres, según las cifras más recientes del Ministerio de Educación.
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¿Por qué si las mujeres estudian más, consiguen menos trabajo que los hombres?
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Aunque más de la mitad de los estudiantes en las instituciones de educación superior son mujeres, esto no implica una reducción en la brecha de género a nivel laboral. ¿Cómo se puede reducir esa desigualdad?
Por: Claudia M. Quintero
Las cifras más recientes del Ministerio de Educación reflejan que las mujeres representan más de la mitad de las personas matriculadas en las instituciones de educación superior (53,4 por ciento), pero esto no implica una reducción en la brecha de género a nivel laboral. ¿Qué se queda a medio camino entre la academia y el trabajo?
En los últimos años hay más mujeres accediendo a la educación superior. Por ejemplo, el porcentaje de participación en el total de la matrícula de las mujeres pasó del 51,5 por ciento en 2010 al 53,4 por ciento en 2022, de acuerdo con el Sistema Nacional de Información de Educación Superior (Snies).
Además, el indicador de tasa de cobertura en educación superior desagregado por sexo también muestra una tendencia favorable de las mujeres, permitiendo una brecha positiva de nueve puntos.
Esas cifras muestran una reducción en la brecha de género en el acceso a los programas de educación, incluso pone a las mujeres en ventaja. Pero, el último informe de mercado laboral según sexo -que publicó el Dane- muestra que en el trimestre octubre-diciembre 2023, la tasa de desocupación de mujeres fue del 12,8 por ciento, mientras que la de los hombres se ubicó en 8,2 por ciento. Es decir, más mujeres reportaron que estaban desocupadas.
Así, "la diferencia entre hombres y mujeres en la tasa global de participación (TGP) se ubicó en 24,0 puntos porcentuales (p.p.), la tasa de ocupación (TO) en 24,2 p.p. y la brecha de la tasa de desocupación (TD) en 3,8 p.p.", como describe la entidad estadística.
¿Por qué hay más mujeres estudiando, pero menos trabajando?
El principal factor de este fenómeno es que hay segregación en las carreras que estudian mujeres y hombres, como afirma Luz Karime Abadía, decana de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana.
Ella explica que las mujeres están concentradas en carreras relacionadas con el cuidado. Es decir, estudian enfermería, licenciatura, actividades comunitarias y de servicios. Pero, la representación de mujeres en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) es más baja en Colombia.
De hecho, las cifras del Ministerio muestran que en 2022, en ingeniería, arquitectura, urbanismo y afines la participación de las mujeres fue del 14,8 por ciento; mientras que la de los hombres fue del 36,7 por ciento.
En ciencias de la salud, la participación de las mujeres fue del 10 por ciento y la de hombres fue solo del 5,2 por ciento. En las Ciencias sociales la participación de las mujeres también fue mayor: 20,1 por ciento frente a 13,9 por ciento de los hombres.
El Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana hizo un análisis con las cifras de educación superior hasta 2021 y describe que "el número de personas graduadas de carreras relacionadas con áreas del conocimiento STEM ha aumentado considerablemente en el país a lo largo de los últimos 20 años. Sin embargo, esto no ha significado una disminución de la brecha de género en contra de las mujeres pues, de las personas graduadas de carreras STEM en 2021, el 37,9 por ciento fueron mujeres".
Teniendo en cuenta estas cifras, Abadía señala que la poca participación de las mujeres en este tipo de carreras hace que en el mercado laboral se sigan reproduciendo esas diferencias. "Hay menos mujeres en actividades científicas, en sectores como la construcción, electricidad, gas, tecnología, transporte. Ahí hay ofertas laborales interesantes, con salarios bastante competitivos, donde no hay mujeres porque menos mujeres estudian esas carreras", como apunta la decana de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana.
Y las cifras muestran que la segregación que se ve en las carreras se mantiene en el mercado laboral. Por ejemplo, en el comercio y reparación de vehículos hubo 2.132 hombres, mientras que solo 1.894 mujeres. En cambio, en la administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana hubo 1.046 hombres frente a 1.715 mujeres.
Discriminación estadística
De acuerdo con Abadía, hay otro elemento clave y es que "en el mercado laboral hay discriminación estadística". Esto quiere decir que los empleadores en el sector privado suelen elegir a candidatos hombres, aún cuando se presentan mujeres capacitadas a las vacantes o, muchas veces, les ofrecen a las mujeres menores salarios.
"Esto ocurre porque los empleadores se cubren contra el riesgo de que las estadísticas dicen que, en promedio, las mujeres suelen ser menos productivas. No porque sean menos capaces, sino porque -en países como el nuestro- las mujeres hacen dos cosas al tiempo: trabajan y son las encargadas de los niños, el aseo y la comida. Los empleadores saben esto y las ven como menos productivas, porque si sale un viaje, son las que menos quieren viajar para no dejar solos a los hijos; son las que piden más permiso, entre otros factores. Entonces, el mercado laboral las castiga pagándoles menos", explica Abadía.
Asimismo, asegura que muchas veces las mujeres prefieren trabajos más flexibles por la misma carga laboral que tienen y esto afecta directamente el salario.
Laura León, economista de la Universidad Nacional, y magíster en economía y política de la educación de la Universidad Externado, asegura que el alto porcentaje de mujeres en las instituciones de educación superior no trasciende al plano laboral porque aquí no se tiene la flexibilidad en términos de tiempo y espacio que sí brindan las universidades.
"Las mujeres tienen mayor rotación en sus trabajos porque no todos les permiten cubrir las labores de cuidado que asumen. En cambio, los hombres tienen acceso a trabajos más estables porque no están condicionados a otros roles", asevera.
Mujeres y doctorados: ¿Cómo está el panorama?
Las cifras del Ministerio señalan que también hay más mujeres matriculadas en los programas de posgrado. Así, en 2022 el 55 por ciento de las personas matriculadas eran mujeres, mientras que el 45 por ciento eran hombres.
Sin embargo, el panorama de los doctorados no es el mismo, porque en este nivel de formación predominan los hombres, con una participación del 57,3 por ciento frente al 42,6 por ciento de mujeres.
Para las expertas, el factor del cuidado muchas veces limita el acceso de las mujeres a doctorados. Esto, porque dedicarse a una labor investigativa -que requiere mucho esfuerzo- resulta muy difícil para quienes tienen a su cargo la labor de cuidar a otros: a los hijos o a familiares enfermos, que por temas culturales termina siendo una tarea que se asocia a las mujeres.
"Un doctorado requiere mucho tiempo a una edad adulta, donde la dedicación que puede tener un hombre suele ser mayor a la de la mujer. El tiempo con el que cuenta una mujer cuando escoge cierto tipo de vida es mucho más limitante. Las mujeres toman decisiones diferentes frente a su potencial", afirma León.
¿Qué soluciones hay para reducir la brecha de género?
Abadía explica que el problema es de fondo: porque hay una creencia cultural de que hay carreras que deben estudiar los hombres y carreras que deben estudiar las mujeres. En ese sentido, se debe comenzar por romper esos estereotipos culturales de género, porque "hay carreras y las puede estudiar cualquiera", como apunta.
Su mensaje se centra en que la solución puede comenzar con trabajar desde en mejorar el desempeño de las niñas en áreas Stem.
"Necesitamos promover desde el colegio que las mujeres tengan buen desempeño en matemáticas y en ciencia, porque vienen con mal desempeño desde el colegio y si uno tiene un mal puntaje en matemáticas, no va a ir a una carrera de ingeniería", dice.
Además, Laura León apunta que también es necesario que se brinde orientación socio ocupacional, porque "muchas mujeres, al igual que los hombres, escogen ciertas carreras porque es lo que se supone que se estudia en esos roles".
Las expertas coinciden en que el mercado laboral debe ofrecer la flexibilidad que hay en las universidades y permitir una distribución equitativa de las labores del cuidado. "Que se genere consciencia en que el cuidado es de hombres y de mujeres", señala Abadía.