Yohir Akerman
16 Julio 2022

Yohir Akerman

La rosca de la justicia

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Comienzan a verse costuras rotas, huecos en la tela y manchas de esconder en la sábana de esperanza que cubre el Acuerdo Nacional creado por el presidente electo Gustavo Petro. Una de esas tiene que ver con el actual jefe de empalme para el sector de la justicia, el abogado Guillermo Francisco Reyes González.

Varios reportes periodísticos han mostrado que Reyes, quien es uno de los que ha estado en el sonajero del Ministerio de Justicia, es, por decir lo menos, un hombre de poca justicia.

No solo por los casos confirmados de copia intelectual que, pese a que el señor Reyes niega y matiza, han sido documentados por el abogado y columnista Rodrigo Uprimny, respaldado por, nada más ni nada menos, Diego Jaramillo, el hijo del fallecido autor de los documentos plagiados. No existe mucha justicia en robar la autoría intelectual de los planteamientos en textos académicos de alguien más y hacerlos pasar como propios. 

Tampoco hay mucha justicia en la denuncia que se conoció en El Reporte Coronell de La W Radio, por Daniel Coronell, en cuanto a que Reyes, siendo diplomático, obtuvo la nacionalidad estadounidense para su hijo, a pesar de que existía expresa prohibición legal para hacerlo. No solo es un tema de justicia, sino de violación a la ley tratar de conseguir beneficios, pese a que le regulación los prohíbe.

Pero no. Esta columna es sobre otro de esos temas que deja a Reyes un poco del otro lado de la justicia. Del lado encontrado. Del carril contrario. Es sobre unas denuncias que se han hecho en medios locales sobre las conexiones de Reyes, con el nuevo presidente del Directorio Conservador, Carlos Andrés Trujillo. 

Trujillo viene de lo más oscuro de Antioquia, relacionado con personas muy cercanas al paramilitarismo. Se sabe que, para llegar a la alcaldía, recibió el apoyo de Luis Alfredo Ramos, y es conocida su histórica alianza con la casa de los Suárez Mira en Bello. Aunque actualmente Trujillo sostenga que está distanciado de esos barones de la parapolítica y de la corrupción, seguramente porque están en prisión, sus relaciones son de vieja data.

Entre 2012 y 2016 Trujillo fue el alcalde de Itagüí, Antioquia, periodo en que se afianzó como el barón político conservador de esa región. Aprovechando su amplia aceptación, montó en 2015 a su sucesor, León Mario Bedoya, quien ganó las elecciones y con quien el hoy senador mantuvo sus cuotas burocráticas. En 2019 volvió a hacer la pirueta y le dio su bendición a José Fernando Escobar, quien también fue elegido gracias al apoyo de Trujillo.

Varias fuentes aseguran que, aunque Escobar es la cara visible en la Alcaldía de Itagüí, quien más tiene influencia en las decisiones importantes del distrito, es el ahora senador conservador que todavía mantiene sus cuotas burocráticas en la administración municipal. Trujillo es el jefe tras bambalinas y el maestro de la contratación. Ahí es donde se conecta con el señor Reyes. Pero sigamos en Trujillo por ahora. 

En su más reciente campaña al Congreso, Trujillo se comportó como se comporta Trujillo. El pasado 23 de enero, cuando estaba en desarrollo un evento político en Itagüí en la sede del entonces candidato, con la calle cerrada para la fiesta y la música a todo volumen, algunos vecinos se quejaron por esto y llamaron a la Policía para que verificara que todo estuviera en orden. 

Un video que circuló en redes sociales recuenta el hecho en el que dos patrulleros que acuden al lugar, preguntan en la sede por los permisos de la actividad y rápidamente les responden, “ya los traen. Si nos pueden esperar, les agradezco”.

Luego aparece en escena la señora Patricia Ramírez, esposa del senador Trujillo. El diálogo entre ella y el patrullero es una joya del arribismo colombiano e irrespeto a la autoridad. 

- “Venga, qué le pasa, tranquilo. Ya viene mi mayor para acá”, dice Ramírez. 
- “Hay que tener una documentación, unos permisos”, reitera unos de los patrulleros. 
- “Acá nunca nos han exigido, es la primera vez”, dice la esposa del senador. 
- “¿Nunca les han exigido permiso?, ¿por qué?”, asombrado pregunta otro patrullero. 
- “Ah, la rosca”, es la explicación de la señora Patricia. 

El patrullero que insistió a la esposa de Trujillo para que le presentaran el permiso de campaña, se llama Dreiman David Jiménez Mosquera. Una hora y media después de intercambiar palabras con la señora Patricia Ramírez, le notificaron su traslado al páramo de Las Baldías, en Bello, para cuidar unas antenas.

Un mes y medio después, el 31 de marzo de este año, lo llamaron a la oficina de talento humano, donde le pidieron la placa, el carné y la cédula para notificarle su retiro de la Policía. Tenía más de 11 años en la institución, de ellos casi cinco en Itagüí.

Eso es lo que significa no estar en la rosca. En la rosca de Trujillo. En la rosca de Reyes. El que sí entró en ella fue el gobierno. O, al contrario. Como buena historia política reciente de Colombia, el candidato del Partido Conservador nunca gana en las elecciones presidenciales, pero su partido nunca pierde en la repartición de la mermelada. 

Solo cuatro días después de ganar, el presidente electo Petro le abrió un espacio en su agenda al senador Trujillo, quien logró reunirse con el mandatario mucho antes que otras figuras políticas con amplia influencia en la arena nacional, como su contendor Rodolfo Hernández, o los líderes políticos César Gaviria, Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe Vélez.

Esto pese a que Trujillo, después de endeudar al municipio de Itagüí por 270.000 millones de pesos, tiene varias investigaciones por las que debería responder. Actualmente cursan en la Fiscalía 21 denuncias que involucran al senador y la Corte Suprema de Justicia mantiene abiertos siete procesos en su contra. Sin contar que el sucesor de Trujillo, León Mario Bedoya, no pudo terminar su mandato y tiene otras investigaciones por corrupción.

Pues bien, uno de los grandes aliados en toda la estrategia legal, que terminó con el municipio de Itagüí endeudado y con la contratación embargada y controlada incluso en la actualidad por el mismo Trujillo, en casos que involucran corrupción, es el abogado Guillermo Reyes. Este sí está en la rosca. 

Y nada mejor para probar la rosca, que la contratación municipal. Durante el tiempo en que Trujillo fue alcalde de Itagüí, contrató a la firma Reyes y González Abogados SAS, representada legalmente por Guillermo Reyes, para su estrategia jurídica. 

En 2012 fueron tres contraticos. El primero de 208 millones de pesos, el segundo de 510 millones y el tercero de 348 millones de pesos. Un total de más de mil millones de pesos para ese año. En 2013 fue por otros 153 millones, un año después por 135 millones con una adición de 22.500.000 para un total de 157.500.000 de pesos y finalmente en 2015 por 135 millones de pesos. Un trozo de la rosca por más de 1.500 millones de pesos.

Contratos

Todos los años contratos por prestación de servicios profesionales y asesoría técnica jurídica para el municipio de Itagüí. Servicios que debieron hacerse internamente por parte de la Secretaría Jurídica del municipio. 

Incluso, uno de esos contratos fue para trabajar por el pacto por la moralización, la transparencia y la lucha contra la corrupción en Itagüí. Pacto que, a juzgar por todas las investigaciones en contra de Trujillo, y sus sucesores, nunca se cumplió. Y como buena contratación que controla Trujillo, en 2020 y 2021, Reyes siguió contratando por el municipio de Itagüí por más de 300 millones de pesos.

más contratos

Pero Reyes tiene experiencia en ganar dinero en entes territoriales, no solo en Itagüí. También lo ha hecho la polémica Alcaldía de Bello, con las gobernaciones del Quindío, Bolívar y Tolima, con la Alcaldía de Chámeza en Casanare, en Samacá en Boyacá, en la Cámara de Comercio de Villavicencio y, ¡oh sorpresa!, con la Alcaldía de Bogotá, mientras Gustavo Petro fue alcalde de esa ciudad. 

El señor Guillermo Francisco Reyes González contrató como persona natural con el distrito en 2013 por 182 millones de pesos, después en 2014 por 210 millones de pesos y finalmente en 2015 por 125 millones de pesos, para acompañar en la asesoría jurídica al hoy presidente electo Gustavo Petro.

Contratos

Esto solo prueba que, en el caso de la justicia, es mejor estar en la rosca que no estar. Pero ahora que Trujillo, con sus investigaciones por corrupción, pertenece a la de Petro, y Petro mete a Reyes en la de la justicia, queda un círculo vicioso, es decir, una rosca. 

@yohirakerman; akermancolumnista@gmail.com 

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