La guerra por el oro en Buriticá
20 Junio 2023

La guerra por el oro en Buriticá

La Operación Creta no logró frenar la guerra subterránea en la mina de Buriticá, la segunda más grande del país y una de las más grandes de Latinoamérica, en condiciones infrahumanas y bajo explotación sexual y laboral.

Por: Maria F. Fitzgerald

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A la mina se entra arrastrándose. No existe otra forma. Los túneles son tan estrechos que la única manera para ingresar es pasando por ellos a través de un lodazal que mezcla, además de tierra y agua, los desperdicios humanos de los mineros que no tienen acceso a baños. 

“Usted entra así arrastrándose, si acaso intentando empujar esa agua con el maletín en el que lleve sus cosas. Pero eso hay un punto en el que hasta en la boca se le mete todo eso. Dígame eso qué condiciones le puede brindar”, asegura un líder de Buriticá, Antioquia, que hace más de mes y medio tuvo que salir del pueblo luego de que, por denunciar lo que pasa en la mina, le dijeran que lo iban a colgar. 

En la mina se pueden encerrar por 8, 15, 20 días o hasta un mes. Sin embargo, están ahí hasta cuando el cuerpo alcanza. 

Allá adentro no existen condiciones de salubridad, ni de seguridad. Por eso, es común ver a los trabajadores enfermos de distintas condiciones respiratorias y virales; también, por ser una labor de alto riesgo, que es propensa a accidentes, es fácil encontrarlos con heridas abiertas, con fracturas, con lesiones causadas por las explosiones o intoxicados por los gases de los materiales que se usan para la extracción. 

Las muertes son comunes: tanto por los mismos accidentes, como por los asesinatos hechos por el Clan del Golfo, el grupo armado que desde hace dos años empezó a controlar la extracción de minerales. Ellos son quienes controlan todo lo que ocurre adentro. Controlan a quienes ingresan, cuándo ingresan y cómo ingresan. Controlan, además, que nadie salga sin autorización. Cuando alguno lo ha intentado, o ha intentado robar algo del producido, o revelarse por las condiciones, o simplemente sufrido algún accidente, son los armados también los que se encargan de lidiar con el cuerpo del muerto. 

Dentro de las minas, desaparecer los cuerpos es sencillo. “Acá esos muertos, o los sacan y los echan al río, que termina apareciendo por allá en Ituango, o se los botan a la empresa para que ellos solucionen”, señala el líder, que estuvo interno en la mina por 40 días, hasta que enfermó. Sin embargo, para salir, le tocó esperar varios días más hasta que recibió autorización. “Yo estaba tan mal que unos días más y me muero ahí adentro. Afortunadamente logré salir, pero para qué si igual me desplazaron del pueblo”, asegura. 

 

El oro maldito de Buriticá 

Buriticá tiene una de las vetas de minerales más grandes de Latinoamérica. Es, también, la segunda más grande de Colombia. Por ello, desde hace décadas, la explotación minera ha sido constante en el pueblo y se convirtió en la fuente primaria para la economía local. Todos en el pueblo tienen que ver con la mina y trabajan sirviendo a la extracción desde adentro o desde afuera. 

Desde 2016, la multinacional china ZiJin Continental Gold ha hecho presencia en la explotación de una parte de una montaña, ubicada en Buriticá. De acuerdo con la misma empresa, los estudios y la exploración hechos a la montaña les permitieron determinar que allí hay una veta mineral de 3,7 millones de onzas de oro, lo cual, en 16 años, podría significar poco más de 3 billones de pesos de impuestos y regalías para Colombia. 

Con los precios actuales en el mercado internacional sobre el mineral de oro, una onza puede ser vendida en 1.959 dólares. Por ello, la empresa puede estar vendiendo el total de onzas descubiertas en, aproximadamente, 30 billones de pesos. 

En 2016, recibieron el aval de explotación del mineral en esa región, aunque la mina entró oficialmente en funcionamiento en diciembre de 2020, cuando fue inaugurada en un evento al que asistió el mismo presidente Iván Duque. Desde entonces, la empresa asegura que, con la tecnología que han logrado implementar, la extracción de oro podría significar la extracción de “2.500 toneladas de material por día y producir hasta 240.000 onzas de oro por año”.

La minería, de hecho, ha sido ancestral en esta región. Antes, la minería artesanal era la que permitía que los habitantes sacaran pequeñas partes de ese oro que siempre ha existido en la zona. Con bateas, picas y palas consiguieron sobrevivir gracias al mineral por varias generaciones. Pero desde la llegada de la empresa, nuevos actores intervinieron.

Primero fueron Los Urabeños. Cuando se descubrió que la veta de oro era grande, los actores armados llegaron al pueblo. Empezaron por extorsionar a la misma empresa, para luego tomar posesión de la parte media y alta de la montaña, donde ellos mismos organizaron los sistemas y se apropiaron de los túneles creados antes por la multinacional, para iniciar su propio mecanismo de minería. 

Esta primera toma fue frenada por una acción conjunta entre el Ejército y la Policía Nacional, que contó con la acción de mil uniformados y derivó en el cierre de todos los túneles ilegales que se habían creado en la zona. Ha sido, hasta la fecha, la operación más grande en el país en contra de la minería ilegal. Fue llamada “Operación Creta” y duró aproximadamente cuatro años, hasta 2020.

Así, esa primera bonanza que trajo la fiebre desmedida por el oro se frenó de un tajo y Buriticá se convirtió, por un tiempo, en un pueblo fantasma. Una investigación de InSight Crime mostró la manera en la que el pueblo, luego de la Operación Creta, quedó por completo desocupado y sólo se veía la presencia de uniformados guardando las entradas en las minas, para que nadie tomara posesión de ellas. Sólo la empresa pudo continuar con sus operaciones. 

Sin embargo, el oro volvió a llamar a los actores. Ahí fue cuando llegó el Clan del Golfo y, encabezados por alias La Negra, crearon un nuevo sistema de explotación que ha vuelto a reactivar las minas ilegales desde hace dos años. Alias La Negra fue capturada y actualmente está pagando condena por una larga lista de delitos imputados por la Fiscalía. Sin embargo, la presencia del Clan del Golfo continúa en la zona. 

“Yo hubiera preferido toda la vida que ese oro no lo hubieran descubierto”, asegura el minero que tuvo que salir de su pueblo. Él, desde pequeño, recuerda a Buriticá como un lugar tranquilo, con aguas limpias y sin mayores problemas: “Pero ese oro está maldito. Usted no se imagina cómo es mi pueblo hoy en día. Lleno de basura, contaminado, destruido, con violencia y mujeres explotadas por todo lado”. 

 

El sistema dentro de las minas

Un funcionario de la Gobernación de Antioquia, que también ha sido amenazado por su labor, resume el funcionamiento en las minas y el sistema de frentes bajo el que se han conformado: explotación laboral y sexual. 

Explica que son tres tipos de roles los que se requieren allí: seguridad, logística y frente minero. Los mineros trabajan constantemente bajo tierra, muchas veces con el agua hasta las rodillas, y con un uso constante de mercurio. Las enfermedades son comunes, las heridas también. 

En ese mismo ambiente sobreviven las mujeres que se encargan de la logística. Ellas son las encargadas de sacar y entrar bienes a la mina, además de trabajar como cocineras. También son explotadas sexualmente. Les pagan con mineral en bruto, que luego ellas mismas se deben encargar de vender por fuera para compensar por todos los días en los que estuvieron internas. 

Son las que más tiempo viven adentro: “Las mujeres deben durar mínimo 28 días internas (cada turno de ingreso es 28, 56 u 84 días dependiendo de los de seguridad) y si desobedecen las dejan adentro en ‘castigo’, es decir explotación sexual y de labores sin paga. Adentro tienen que hacer las necesidades fisiológicas en bolsas y aguantar días, por lo que salen con infecciones urinarias, infecciones de transmisión sexual y con problemas gastrointestinales”, asegura el funcionario de la Gobernación de Antioquia.

Finalmente, el frente de seguridad es controlado por el grupo armado. Ellos son los encargados de controlar la salida, la entrada, y son quienes reciben el oro extraído, para luego pagárselo a los mineros y a las mujeres que trabajan en servicios de logística: “Ahí entregan el dinero y les reducen gran medida el sueldo que les dieron como expectativa o no las dejan salir hasta que ellos consideren”.

Son, en total, 17 frentes de trabajo dentro de las minas, con un aproximado de 80 trabajadores por frente. Entre ellos, son al menos 20 mujeres las que trabajan en labores de logística y, son ellas mismas quienes son explotadas sexualmente. Tanto los mineros, como agentes infiltrados de la SIPOL, han conseguido ingresar hasta las minas para describir todo lo que ocurre allí dentro. 

 

“Esta es la guerra bajo tierra más grande del mundo”

La Defensoría del Pueblo ha venido emitiendo múltiples alertas por el crecimiento de la crisis dentro de las minas. En 2019 llamó la atención sobre la nueva incursión de grupos armados en la zona. Sin embargo, hasta la fecha, la presencia institucional es muy baja. 

“Nosotros estamos presenciando esta guerra que es la guerra bajo tierra más grande del mundo. Allí, los reportes que tenemos de asesinatos múltiples y violaciones a los derechos humanos nos permiten afirmar que se requiere, con urgencia, una intervención que frene esta expansión”, asegura Yucelly Rincón, la actual defensora regional de Antioquia. 

Además de lo que ocurre dentro de las minas, Rincón señala que el incremento en reclutamiento a menores de edad está arrasando en muchos municipios del Departamento. Esos menores, a su vez, están terminando algunos en las minas, y otros en otros grupos armados que, desde hace algunos meses, han empezado a ingresar al pueblo. 

“Hemos venido advirtiendo sobre una posible nueva incursión de frentes de las Disidencias que han venido avanzando y tememos que este aumento en los reclutamientos esté ocurriendo por el interés de expansión que tiene este grupo en la zona. De ser así, ya no estaríamos hablando únicamente de un control adquirido por el Clan, sino que estaríamos enfrentando un nuevo conflicto, ahora con este grupo”, señala Rincón. 

La Procuraduría abrió un proceso, la semana pasada, en contra de funcionarios públicos que deberían hacer presencia en la zona y no lo están haciendo. Investigará la responsabilidad que podría tener por posibles fallas logísticas y omisiones en la protección del personal de ZinJin Continental Gold, luego de que sufrieran un atentado dentro de su mina. En ese atentado, que ocurrió con explosivos, 17 personas resultaron heridas y otras dos fallecieron. 

En su pliego, la Procuraduría señala que investigará a la empresa por sus posibles omisiones a la hora de garantizar la seguridad de sus funcionarios, principalmente en las zonas que les fueron otorgadas para explotación lícita. Adicionalmente, en ese mismo pliego se señala que la empresa ha solicitado protección al Estado, pero no ha sido posible que lo reciban. 

La empresa se ha pronunciado en múltiples ocasiones para rechazar los problemas de orden público. Sólo en el último mes, cinco personas han fallecido en el municipio. Todas las muertes han estado relacionadas con el trabajo en las minas. 

“Es que la empresa también es responsable de todo esto”, señala otra mujer que trabaja como chatarrera, buscando trazas de oro entre los desechos que arroja la minera: “Eso es algo que no se puede negar. Desde que ellos llegaron acá, el pueblo se dañó. Pero ellos mismos nos sacan corriendo a nosotras cada que buscamos entre sus desechos, cuando no nos han dejado ninguna otra opción”.

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