
Los ministros Ricardo Bonilla (Hacienda), María Constanza García (Transporte), Gloria Inés Ramírez (Trabajo) y Andrés Camacho (Minas), en la mañana de este viernes durante la firma del acuerdo.
Crédito: Presidencia
Las lecciones políticas que dejó el paro camionero
- Noticia relacionada:
- Gustavo Bolívar Moreno
- Gustavo Petro
- Ricardo Bonilla
- ACPM
¿Cómo enfrentó el primer gobierno de izquierda una movilización que logró paralizar el país? Mientras el presidente Petro celebra los resultados, ¿cómo lo ven sus opositores? Análisis.
Por: Armando Neira

Colombia amaneció con la demostración de que es posible resolver problemas con argumentos, sentados en la misma mesa, conversando y sin muertos. Esa es la lección más importante que queda del acuerdo alcanzado entre el Gobierno nacional y los representantes de los camioneros, quienes lograron paralizar el país durante cuatro días consecutivos.
Se trata de la primera protesta de alcance nacional que enfrenta el gobierno del presidente Gustavo Petro, quien llegó al poder impulsado por el estallido social durante la administración Duque. “Hemos resuelto más rápido de lo que pensaban y de la mejor manera el paro camionero”, escribió en X el jefe de Estado. “Felicitaciones a los pequeños camioneros que supieron poner como prioridad su agenda de reivindicación y no agendas extrañas. Les cumpliremos”, prometió.
“Felicitaciones a la ciudadanía que tuvo la paciencia y no pasó a confrontaciones en el seno del pueblo mismo. Felicitaciones a la fuerza pública que actuó con prudencia democrática”, añadió Petro.
Ambas partes reclaman la victoria: el Gobierno, por haber logrado desmontar en pocos días el paro sin recurrir al uso generalizado de la fuerza policial y por haber articulado una estrategia de negociación. Los transportadores, que no podían mantenerse en pie de lucha ante las concesiones del gobierno, so pena de perder el apoyo social y la simpatía de la opinión, lograron disminuir sustancialmente el aumento del diésel y congelar cualquier posibilidad de un aumento unilateral por parte del gobierno, según el analista Gabriel Cifuentes.
“Eso sí, pa qué. Hay que reconocer que el Gobierno de @petrogustavo manejó bien el paro de transporte. Y que al comenzar a desmontar el subsidio, actuó con seriedad y valentía”, reconoció el senador independiente Humberto de la Calle.
En el último tramo de la negociación, desde la noche del jueves hasta la madrugada del viernes, estuvo sentado buena parte del gabinete con su contraparte, lo que demuestra la trascendencia del tema. Fueron horas de trabajo continúo, sin dormir, en donde imperó el respeto entre los interlocutores.
Menos optimista se muestra Juan Camilo Restrepo, exministro de Agricultura y exjefe del equipo de negociación en el proceso de paz con el ELN. “El fin del paro camionero no es un triunfo para nadie”, dice categórico.
Y explica el porqué de su afirmación: “El Gobierno, al tener la flexibilidad de reconocer que había que negociar una fórmula como la que se anunció esta madrugada, le evitó al país incalculables perjuicios que, aunque comenzaron a darse, hubieran sido catastróficos en un escenario de paro prolongado”.
“Los camioneros quedaron mal al mostrarse insensibles ante las dificultades que causaron a personas que nada tenían que ver con el conflicto, y el problema fiscal que genera el subsidio del diésel subsiste, aunque levemente atenuado”, asegura..
En efecto, cuando el Gobierno anunció la decisión de incrementar en casi 6.000 pesos el precio del combustible, repartido en tres cuotas, para cubrir el hueco fiscal, el ministro Ricardo Bonilla advirtió que no se podía echar atrás por responsabilidad.
De ahí que se decretó un primer aumento de 1.904 pesos por galón. Con el acuerdo de hoy, el Gobierno aceptó que fuera solo de 800 pesos, en dos etapas de 400 pesos cada una.
Para el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, el fin del paro camionero “es un triunfo para el país, pero no para el Gobierno”. Su tesis se sostiene en cuatro argumentos:
1. Queda un problema que cuesta 10 billones de pesos al año, cuando no hay plata.
2. Se compromete a una ley para cambiar la fórmula del precio de la gasolina y el acpm, lo cual será un problema adicional.
3. Vuelve la política del uno a uno, ahora extendida a volquetas.
4. Quedó clara la falta de estrategia del Gobierno, que terminó cediendo todo cuando se vio contra las cuerdas. Vendrán más protestas.
El analista Cifuentes se ubica en la orilla de quienes ven con inquietud el horizonte económico. “Ahora, en términos fiscales, el resultado no es óptimo. El gobierno asume un costo que tendrá que ver de dónde cubre: tributos, presupuesto, recorte de inversión, y pospone la solución de fondo al problema”.
“Por otro lado, el resultado de la negociación manda un mensaje a los demás sectores: el paro y la movilización pueden ser instrumentos para presionar al Gobierno. En aras de evitar desmanes y caer en lo que criticaron en 2021, está dispuesto a ceder con cierta facilidad”, agrega Cifuentes.
Pedro Viveros, experto en comunicación política, señala que el Gobierno quedó atrapado en mesas de trabajo con camioneros fortalecidos, negociando una nueva fórmula para fijar los precios de los combustibles. “Queda el sinsabor de lo que ocurra a futuro con el hueco fiscal, porque lo que le sirvió al gobierno para presentar el aumento, como fue recuperar las finanzas públicas, no se resuelve con la negociación”, advierte.
Sin embargo, para este analista, hay un hecho político que se debe subrayar: “Queda claro que la calle no es exclusivamente petrista, como lo aduce de forma reiterada el presidente de la república. De otro modo, no se entiende que en menos de cinco días de bloqueos, sin violencia, los transportadores le hayan obligado a echar atrás una medida ineficaz como fue aumentar de un solo golpe los precios del acpm”.
Para Cifuentes, se pone también en evidencia una contradicción en cuanto a la calificación de la movilización y la protesta: hay protestas sociales buenas y con causas justas; otras, en cambio, no lo son. “Es muy complicado sostener esta diferenciación, sobre todo para un gobierno que llegó al poder justamente por vía de la protesta social. Calificar o estigmatizar la protesta es inconveniente. Acusar a quienes marcharon de haber sido instrumentalizados no es acertado. La gran pregunta es si se rompió el techo de cristal y si en adelante vendrán más manifestaciones de distintos sectores para presionar al gobierno, y cuál será la respuesta”.
¿Es comparable el estallido social con este paro de camioneros?
En el ambiente gravita un interrogante que surge de la historia reciente del país: ¿Es comparable el estallido social con este paro de camioneros? Para el analista Diego Arias, no lo son en sus contextos, pero es indudable que el manejo del Gobierno puede pasar factura. ¿Por qué? Las formas en que sectores de la izquierda reaccionaron en su momento frente a los bloqueos contrastan con su posición actual. “Es complicado haber justificado algunas acciones durante el estallido social y condenarlas en el paro camionero”, argumenta Arias.
Cuando Petro ascendió al poder, varios analistas coincidieron en que era necesario que la izquierda experimentara en carne propia y desde el poder la búsqueda de soluciones a las demandas sociales que se exigen en el asfalto.
“Gobernar hace madurar. Ojalá la lección sea aprendida, y cuando vuelvan a ser oposición lo hagan con más responsabilidad que en el pasado. Afectar el aparato productivo y el bienestar de la sociedad por rédito político no es justo”, señala la senadora del Partido Verde, Angélica Lozano.
El analista Luis Ernesto Gómez dice que esta es la mejor lección política de este paro. Incluso ironiza sobre las volteretas de Gustavo Bolívar, quien hace apenas unos años era una de las figuras más mediáticas del estallido social, y hoy muestra otro argumento desde la dirección de Prosperidad Social: “Bolívar estuvo a tres doritos de proponer un ‘protestódromo’”.
Bolívar sorprendió al decir: “Nunca hemos estado de acuerdo con los bloqueos, ni siquiera en el estallido social”. A lo que el escritor Juan Carlos Botero respondió: “Una cosa es que un autor escriba historia. Otra cosa es que la reescriba”.
En efecto, la ficción es una cosa y la realidad es otra. Con este paro se corrobora la sabiduría del proverbio que dice “se hace campaña en poesía, pero se gobierna en prosa”.
