Palacio de Justicia: las palabras del nieto del magistrado Carlos Uran a 38 años del holocausto

Conmemoración de los 38 años de la toma y retoma del Palacio de Justicia.

Crédito: Fotos: Colprensa

3 Noviembre 2023

Palacio de Justicia: las palabras del nieto del magistrado Carlos Uran a 38 años del holocausto

Manuel Uran, de apenas 13 años, narró su acercamiento a la verdad sobre la muerte de su abuelo el 6 y 7 de noviembre de 1985 en la tragedia de la toma y retoma del Palacio de Justicia. Cortes hacen un llamado a persistir.

Por: Alejandra Bonilla Mora

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“Para algunas personas aquí presentes el Palacio es un asunto personal que conocen casi de primera mano, pero para mi y muchos otros niños, no. Es algo mucho más lejano, aunque hayamos crecido escuchando del Palacio de Justicia todo el tiempo. Y yo, aún más que los demás. Por muchos años, yo creía que este edificio al que entro hoy por primera vez era un castillo con muchas torres y escaleras de oro y que cuando los militantes del M-19 entraron, era como una batalla de dragones, monstruos, reyes, reinas y caballeros, como se contaba en libros y películas.  Mi abuelo, como ya saben, murió en manos de militares colombianos después de la toma, pero yo no sabia eso cuando primero me contaron que él estaba muerto. Tampoco lo supe por muchos años hasta que lentamente fui preguntando cómo murió”.

Con estas palabras, Manuel Uran, de apenas 13 años, empezó su presentación en la conmemoración por los 38 años de la toma y retoma del Palacio de Justicia que dejó más de 100 víctimas, incluyendo a su abuelo, el magistrado auxiliar del Consejo de Estado Carlos Horacio Uran, quien, aunque salió con vida del edificio en llamas, fue ejecutado extrajudicialmente por militares y apareció muerto dentro del Palacio. Acompañado de su mamá, Helena Uran, quien escribió el libro Mi vida y el Palacio, Manuel siguió:

“En 2018 cuando yo tenía 8 años y estaba en segundo de primaria viviendo en Alemania te hubiera dicho que malos entraron y buenos defendieron, que mi abuelo murió en el Palacio, que no sabía cómo, quien lo mató y en donde exactamente. Cuando tenía 9 años me fui a vivir a Estados Unidos y mi mamá empezó a escribir su libro mientras yo estaba en el colegio, pero en las tardes, cuando volvía, escuchaba sus conversaciones con otras personas y así fui entendiendo más y más. Aunque no fue hasta la pandemia en 2020, otra vez en Berlín, en un pequeño apartamento, que conocí la mayoría de las cosas”, dijo.

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“El libro ya se había publicado y escuchaba las entrevistas de mi mamá cada día. Entonces empecé a entender mejor un video y algunas fotos sobre los eventos: un tanque entrando al edificio y otro video de una persona que sería mi abuelo que iba saliendo del Palacio. Juntando una cosa con la otra, entendí casi completamente el caso de mi abuelo y los eventos del 6 y 7 de noviembre. La toma del Palacio de Justicia ya no es historia personal, sino historia de la nación colombiana”, añadió.

“En el colegio, unos amigos míos, me preguntaron sobre el Palacio de Justicia. Las preguntas me parecieron un poco ignorantes e irrespetuosas, por ejemplo: “¿Cuándo pasó eso? Ahí mataron como a 10 personas, ¿no? Eso a quién le importa, seguro fue Petro el que mató a tu abuelo”. La toma no solo fue lamentablemente una tragedia para mi familia, sino también para otras 100 familias que fueron brutalmente partidas. Es importante que no solo los adultos sepan sobre esos eventos sino también personas de mi edad”, finalizó.

Diana Fajardo, presidenta de la Corte Constitucional.

El homenaje, que incluyó las voces de todos los presidentes de las Cortes, incluyó una misa en la Catedral Primada de Colombia a la que asistieron también el ministro de Defensa, Iván Velásquez, y el fiscal general, Francisco Barbosa. Diana Fajardo, presidenta de la Corte Constitucional, hizo un emotivo discurso insistiendo en que hay que recordar, así pasen 100 o 200 años, con los herederos de las familias y las nuevas generaciones de magistrados, “con la certeza de que aquella conflagración de odios, fuego y desaciertos pudo haberse evitado, pero no fue así”.

"Los estudiantes de aquella época estamos ya promediando 60 años, construimos otras familias, nuevas ilusiones, algunos ostentamos el privilegio de trabajar por más de una década en el Palacio reconstruido. Y una pequeñísima proporción nos desempeñamos exactamente en los mismos cargos de los maestros quienes en 1985, por el solo hecho de ejercerlos con independencia y valentía, perdieron a balazos la vida. No es fácil, lo puedo asegurar”, dijo.

“Por un lado, porque las calidades jurídicas y humanas de esas épocas ofrecen gigantescos espejos invisibles por donde pasamos todas las mañanas de afán con la secreta ilusión de estar siempre a la altura. De otro lado, porque tenemos el deber moral y constitucional de representar y defender las mas altas instituciones del Estado en un país en donde cualquier soplo súbito del destino tiene la potencialidad de convertirse en huracán. No es fácil porque cada tantos años se escucha el estruendo del fuego cruzado cuando alguna sentencia pisa con más fuerza de lo previsto una convicción, un prejuicio o una ideología y, entonces, el ambiente empieza a echar humo y, por momentos, parece que todo de nuevo va a explotar”, agregó.

Fajardo, quien está casada con Jorge Alejandro Medellín, hijo de Carlos Medellín, magistrado entonces de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, dijo que el compromiso de estar en la Rama Judicial es emocionante y que, al tiempo, aterra percibir “a través del tiempo el temblor que debieron sentir en este mismo sitio cuando comprobaron que las balas dentro de su cuerpo venían de distintas partes y uniformes. El mismo temblor que siento en este momento cuando veo a los ojos de mis hijos, tratando de percibir los ojos de su abuelo muerto aquí. Recordado cada año e inmortalizado hora tras hora en sus nietos, sus sentencias y sus poemas”.

Además, Fajardo recordó a todos los integrantes de la Sala Constitucional, antecedente de la Corte Constitucional actual, e hizo un llamado a encontrar los cuerpos de las víctimas de las que aún hoy no se tiene razón, casi cuatro décadas después.

De las 100 personas que fallecieron en el holocausto, cuyos nombres por fin se visualizaron en la placa instalada por los presidentes de las Corte hace un año, no todas han podido ser despedidas en cuerpo y alma, tal y como las familias lo desean y exigen porque todavía falta el cuerpo, necesitamos que resucite el respeto y aparezca la verdad o, lo que es lo mismo, los cuerpos”, precisó.

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