Álvaro Uribe, paramilitarismo y falsos testigos: los fantasmas de la política en Amagá
9 Julio 2023

Álvaro Uribe, paramilitarismo y falsos testigos: los fantasmas de la política en Amagá

El exparamilitar Daniel Alejandro Serna, alias Kenner, habló con CAMBIO sobre Wílser Molina y la parapolítica/Archivo Policía

Crédito: Yamith Mariño

Wílser Molina, un exagente del CTI que fungió como presunto reclutador de testigos falsos en el proceso del expresidente Álvaro Uribe, quiere volver a ser alcalde de Amagá. En entrevista con CAMBIO un jefe paramilitar acusa a Molina de ofrecerle beneficios para enlodar a su competidor.

Por: Alfredo Molano Jimeno

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Paramilitarismo, Álvaro Uribe Vélez y falsos testigos. Así se puede definir la campaña electoral en Amagá, un pueblo de apenas 30.000 habitantes en el suroeste antioqueño en el que, irónicamente, se refleja un modelo a escala del proceso judicial más sonado de este siglo. La alcaldía del municipio es disputada por dos exalcaldes que desde hace más de una década se han trenzado en una pelea judicial vinculada con el caso que tiene al expresidente Uribe imputado por fraude procesal y soborno de testigos.

Su protagonista es Wílser Darío Molina Molina, un exagente del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía que, en 2012, cuando el procesado no era el expresidente sino el senador Iván Cepeda. Molina fue el primer Diego Cadena,  a través suyo llegaron los cuestionados testimonios de los exparamilitares Ramiro de Jesús Henao, alias ‘Simón’, y Gabriel Muñoz, alias ‘Castañeda’, que aseguraban que Cepeda los había contactado para que declararan falsamente contra Uribe. 

Para profundizar

El proceso, que empezó con una denuncia de Uribe contra Cepeda se invirtió cuando la Corte Suprema de Justicia concluyó que los testigos aportados por la defensa del expresidente contra el senador del Polo Democrático son falsos y que en el intento de fraude procesal participaron el exjefe paramilitar Luis Arnulfo Tuberquia, alias Memín, y su abogado: Wílser Molina. Para los conocedores del proceso de Uribe, Molina es el primer abogánster. En su momento, la Corte compulsó copias a la Fiscalía por el comportamiento del abogado y este salió de la escena de las cárceles y los tribunales, pero pasó al de la política con el patrocinio del Centro Democrático. Se convirtió en alcalde de Amagá entre 2015  y 2019 y, en el gobierno de Iván Duque fue director territorial de la Agencia Nacional de Tierras. 

Wílser Molina había logrado cierta notoriedad cuando pasó de investigar y perseguir a la Oficina de Envigado, como agente del CTI, a representar como abogado a varios de sus miembros más prominentes, entre ellos Freyner Alfonso Ramírez García, conocido con el alias de Carlos Pesebre. Para los atentos observadores de la época,  fue notorio que había una especie de vaso comunicante entre el CTI y la Oficina. Al punto que uno de sus agentes Carlos Mario Aguilar llegó a ser el máximo jefe de la organización criminal, operando bajo en nombre de Rogelio y en reemplazo de Diego Murillo Bejarano, alias Don Berna.

Hoy Wílser Molina vuelve a la palestra y al tarjetón abrazado a la foto del expresidente Uribe, avalado nuevamente por el Centro Democrático, y con el refuerzo del Partido de la U, manejado en Antioquia por el senador Juan Felipe Lemos,  sobrino del parapolítico Mario Uribe, quien a su vez es primo del exmandatario. Con un ingrediente adicional: el rival de Wílser Molina es Juan Carlos Amaya, quien siendo alcalde encargado del municipio en 2015 fue detenido por la Fiscalía en un proceso por parapolítica que lo tuvo preso un año y que finalmente se cayó porque también habría sido construido con falsos testimonios y fraude procesal por el mismo Wilser Molina.

Kenner, el cabo suelto de la parapolítica en Amagá

Henner
Daniel Alejandro Serna, alias Kenner, entró a las Autodefensas Unidas de Colombia en 1999.

La prueba contra Molina está en el patio uno de la Cárcel La Paz en Itagüí. Es el exparamilitar Daniel Alejandro Serna, alias Kenner, quien narró para CAMBIO detalles de la parapolítica en el suroeste antioqueño y aseguró que el hoy candidato Wílser Molina le ofreció puestos y contratos para que relacionara con el paramilitarismo a su rival político: el entonces alcalde de Amagá, Juan Carlos Amaya. En la próxima elección de octubre Amagá elegirá a su alcalde y los candidatos más opcionados son Wílser Molina y Juan Carlos Amaya.

El pueblo conocido por ser la ciudad natal del expresidente Belisario Betancur está en una región minera donde el paramilitarismo instaló una zona de descanso, entrenamiento y distribución de tropas a todo el país. El responsable de esta operación, en buena medida, fue alias Kenner. Un hombre de 46 años que nació en Girardota, Antioquia. Fue suboficial del Ejército con el grado de Cabo. Como tantos otros pasó del Ejército a las filas de las Autodefensas Unidas de Colombia cuando se desarrollaba la expansión paramilitar en 1999. Por su experiencia operativa y conocimiento de la zona fue comandante del Frente Suroeste de las AUC, también comandó estructuras en Huila, Magdalena Medio y Medellín. Estuvo en el Bloque Pacífico, en el Chocó, y fue precursor del Bloque Capital. Se desmovilizó en agosto de 2005 pero no se sometió a la Ley de Justicia y Paz. Está condenado a 39 años y ya lleva 15 de prisión física, entre salidas, escapes y capturas.

Para profundizar

Kenner está curtido en la guerra, es de esos comandantes regionales que saben la letra menuda de lo que fueron las AUC. Estuvo a órdenes de Vicente Castaño, Don Berna o Rodrigo Zapata, alias Ricardo. Conoce los tremedales que comunican al paramilitarismo y al narcotráfico de Medellín y los escabrosos detalles de decenas de homicidios, masacres y desapariciones. 

El testimonio de Kenner

En entrevista con CAMBIO Kenner cuenta cómo fue contactado por el abogado Molina, quien le ofreció beneficios para testificar contra el alcalde Amaya. Reitera que los hermanos Juan Sebastián y Santiago Gallón Henao tuvieron estrecha relación con el surgimiento del Bloque Metro, al igual que los hermanos Juan Guillermo y Luis Alberto Villegas Uribe, a quienes señala de “lucrarse” de las AUC. Se refiere a unas personas que tuvieron estrechas relaciones personales y comerciales con los también hermanos Álvaro y Santiago Uribe Vélez. Justamente en lo que tiene que ver con la Hacienda Guacharacas, tierra de la familia del expresidente donde fue asesinado Alberto Uribe Sierra y habría nacido el Bloque Metro de las Autodefensas, según declaración de Juan Guillermo Monsalve, testigo clave en el proceso que tiene arrinconado al exmandatario.

Kenner

Una de las interceptaciones más célebres del proceso muestra la conversación en la que el expresidente Uribe le advierte a Juan Guillermo Villegas que “nos están grabando estos hijueputas, refiriéndose a la Fiscalía de la época y a la Corte Suprema de Justicia. Otra comunicación registra el siguiente diálogo entre el expresidente y Wílser Molina: 

—¿Cómo le parece que la noticia de ayer fue, ya está en todos los medios, que otro testigo dijo, me acusa a mi hermano Santiago y a mí lo de El Aro—, le comenta el expresidente Uribe a Wílser Molina— que entonces compulsan copias y es la hora que yo no sé nada, qué han dicho los testigos ni quiénes son ni nada.

— No, pero los testigos… es que los únicos testigos de El Aro, no, no puede ser— responde Wílser Molina— Porque los testigos que, inclusive, fueron el señor Luis Arnulfo Tuberquia y León Alberto Miranda alias Pilatos, manifestaron antes que en El Aro ese Villalba y ese señor nunca estuvo. O sea, declararon desmintiendo a Berna, a Don Berna, por encima de Don Berna porque ellos fueron los que…

—¿Y por qué no haces una preguntadita—le encarga el expresidente—¿quién es este nuevo testigo al que se refirieron ayer?

Por una serie de llamadas como esta la Corte Suprema de Justicia compulsó copias para que Molina fuera investigado por su posible participación en los mismos hechos por los que Uribe es procesado.

Según Kenner el exalcalde de Amagá trató de usarlo para desprestigiar  a su contendor político y abrirle un proceso judicial:

“A Wílser Molina lo distinguí como abogado en la cárcel de Itagüí donde tenía varios clientes. Un día que mi defensor no llegaba, Molina me asistió en una diligencia y se interesó por lo que yo sabía de la zona de Amagá. En otra diligencia un fiscal me preguntó por Juan Carlos Amaya, a quien yo conocía como el Tuso, y que en ese momento era alcalde del municipio. Yo no negué conocerlo, pero tampoco dije que tuviera algo que ver con la organización. Y resulta que por haber dicho que lo conocí el muchacho fue capturado con otras personas que sí tenían que ver con la organización. En ese proceso, el señor Wílser me puso de abogado a Pablo Navales, y ellos dos me ofrecieron cosas para que continuara con la acusación en contra de Amaya”, relata el exparamilitar.

Explica que por cuenta de su mención al exalcalde Amaya enfrentó un nuevo proceso por falso testimonio, el cual por poco agrava su situación jurídica y, con la frialdad y la habilidad propia de quien ha declarado por 15 años ante la justicia, reconoce que las promesas de Molina tampoco se cumplieron. “Yo no podía continuar con esa situación porque realmente este señor no lo hizo (financiar al paramilitarismo) y las promesas de Wilser nunca aparecieron. Prometió que podía darme trabajo para unas personas allegadas a mí y no cumplió. También me pidió el favor de que le hiciera el empalme con los grupos delincuenciales que en ese momento estaban ejerciendo en las zonas para que pudieran llegar a un acuerdo y le ayudaran. Me lo pidió porque alias Kenner siempre va a ser mencionado en esta región, de una u otra manera, mi nombre quedó marcado”.

Kenner también dice que fue extraño que en el caso de Amaya la Fiscalía hubiera actuado en menos de ocho días mientras quienes “sí tienen que ver con la organización no han sido capturados en muchos meses”. Y lo menciona porque considera que Molina ejerce alguna influencia en la Fiscalía, ya que fue funcionario de la entidad y tiene un hermano que sigue trabajando allí. Sobre el tema de la política regional dice el exparamilitar: “Amagá no puede seguir engañado. Tiene que llegar a que lo maneje una persona transparente y Wílser no es esa persona”.

Al preguntarle por la similitud y relaciones entre este caso de Amagá y el proceso contra el expresidente Uribe, Kenner contesta con notable discreción: “Yo escuché que él (Wílser) estaba manejando un caso con un muchacho Simón y un señor Castañeda (alias de los paramilitares) que tenía que desmentir las versiones de Pipintá y otros. Es un caso público, y sí, a este señor le ha gustado estar en esas manipulaciones”.

Y sobre los apoyos que dieron ganaderos y comerciantes de la zona a los paramilitares Kenner se regó en prosa: “Luis Carlos Parra, que era el dueño de una empresa de seguridad y vigilancia, nos ayudaba mucho. Estaban los ‘Gallones y los Villegas’. (…) Los Gallón Henao fueron muy allegados a Vicente y Rodrigo Zapata. (..) a los Villegas los conocí en el sector de San José del Nus. Toda la vida se lucraron de las autodefensas porque ahí había un puesto de mando, un peaje, y carro que pasaba por ahí tenía que pagar. Los Villegas tenían fincas ahí y una bomba con un hotel muy grande, donde todo el mundo quería tanquear. Era lo más barato de la región porque era gasolina robada. Los Villegas tuvieron mucho poder. Eran intocables por ser amigos de doble cero, de J, de Arboleda, del panadero, de toda la gente que manejó el Bloque Metro”.

El exparamilitar concluyó el diálogo con una reflexión sobre lo que hoy se conoce del paramilitarismo: “La guerra no la hacemos los que estuvimos en el campo de batalla. La guerra la hacen los que financian los grupos y mientras esto siga pasando nunca se va a acabar. Lastimosamente extraditaron a las personas que tenían la verdad sobre la parte política, la financiera y todo lo que tenía que ver con el narcotráfico. Los que nos quedamos somos quienes conocimos realmente qué pasó en las zonas, cuáles personas fueron ejecutadas, cuántos muertos están en una fosa común, cuántas personas fueron a rodar al río Magdalena o las modalidades que teníamos de desaparición. Y no hemos podido contar la verdad. No hemos tenido quien se siente con nosotros y nos escuche. Hoy todavía Justicia y Paz está saboteando versiones de hace 15 años”.

Y,  para finalizar, Kenner hace un resumen de cómo era la relación con el Ejército y la Policía. “Era un tiempo en el que el único apoyo que le llegaba a una estación de Policía era el paramilitar. No les llegaba ni apoyo aéreo ni terrestre. Eran municipios con 12 policías a los que les metían 50 o 100 guerrilleros. Entonces nosotros éramos los que llegábamos, pues al fin y al cabo estábamos peleando una misma lucha. Teníamos una misma visión: darle con todo a lo que fuera subversión. Por eso hubo implicado tanto militar y policía. En varias partes sucedió que se acercaba Navidad, y la contraguerrilla X que estaba en Y lugar no había dado resultados. Entonces le pedían a la organización un positivo. Nosotros les entregábamos un chaleco, un equipo, un fusil no muy bueno y mandamos a traer un sujeto de la calle, lo uniformábamos, le decíamos coja por acá, y ahí la contraguerrilla le tenía la emboscada. Formaba el operativo, reportaba las bajas y a nosotros nos dejaban estar tranquilo en la zona, y hasta nos daban munición de la que ellos legalizaban en el supuesto combate. Eso era lo que hacíamos. Ese era el negocio”. 

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