“El dolor de las víctimas estará sobre la espalda de Luis Camilo Osorio”: exfiscal que sufrió el exilio
14 Abril 2024

“El dolor de las víctimas estará sobre la espalda de Luis Camilo Osorio”: exfiscal que sufrió el exilio

Mónica Gaitán.

Crédito: José Báez-CAMBIO.

CAMBIO habló con Mónica Gaitán, exfiscal de derechos humanos que tuvo a cargo la investigación de la masacre de Chengue. Gaitán relató cómo Osorio le impidió detener a altos mandos militares, habló sobre el dolor del exilio, de los aportes de verdad de Salvatore Mancuso a la JEP y del asesinato de la fiscal Yolanda Paternina.

Por: Alejandra Bonilla Mora

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Mónica Gaitán Muñoz tuvo que vivir casi 12 años en el exilio. Era la fiscal que lideraba la investigación por la masacre de 27 personas en el corregimiento de Chengue (Sucre) del 17 de enero de 2001 y tuvo que enfrentar no solo zozobra en todo el proceso, sino amenazas en su contra y el asesinato de la fiscal Yolanda Paternina, su valiente aliada, y dos investigadores del CTI.

Cuando Gaitán Muñoz le dio a conocer al fiscal general de la época, Luis Camilo Osorio, que tenía todo listo para ordenar capturas de altos mandos de la Armada Nacional por su participación en la masacre, la respuesta fue un ‘no’ rotundo. Además, Osorio ordenó que le quitaran el caso.

Sabiendo que su vida estaba en riesgo, Gaitán y su esposo, Genaro Olaya, quien era juez, se fueron en abril de 2002 a Estados Unidos a lavar platos y a trabajar en construcción para sobrevivir.

Gaitán y Olaya llevan más de diez años luchando por ser reparados, pero solo se han encontrado con la rigidez de la justicia colombiana. Ahora, esperan que la Corte Constitucional falle a su favor y reconozca el daño sufrido.

Esta es la conversación que CAMBIO tuvo con Gaitán y su esposo: 

CAMBIO: Usted debió tener todo el acompañamiento de la Fiscalía, pero no solo no lo tuvo, sino que terminó exiliada. ¿Qué pasó?

Mónica Gaitán: La memoria histórica es importante y no solo por lo que significó la masacre de Chengue sino por las más de 60 masacres que se dieron en Montes de María en 2000 y 2001. Cuando recibo el caso, a la semana, un paramilitar se entrega y confiesa. Dice: 'Nosotros veníamos de Córdoba, entramos, llegamos a las instalaciones del Batallón de Infantería' y comienza a narrar hechos antes, durante y después de la masacre que involucraban a agentes del Estado. Como fiscal me impactó. Le dije: '¿usted está seguro que está diciendo la verdad?'. Y él dice que sí. Hizo varios mapas y me dijo dónde habían quedado las armas. Con esa información estaba contenta porque uno como fiscal quiere tener las pruebas para esclarecer los hechos.

CAMBIO: ¿Qué hicieron luego?

M.G.: Viajo al Batallón de Infantería de Marina y se logra establecer que efectivamente había unos uniformes, armas que se habían usado, radios de comunicación (y) celulares, pues habían tenido contacto antes y durante la masacre con altos mandos del Batallón. Pido cita con el fiscal Luis Camilo Osorio para decirle que tenía unos elementos importantes para determinar una responsabilidad de agentes del Estado, pero la sorpresa fue que la orden del fiscal es que no podemos hacer nada, que no se pueden tocar esas instancias. Ya en ese punto habían asesinado a Yolanda (Paternina), que para mí fue muy doloroso porque ella una semana antes me dijo: 'por favor, ayúdeme a que me saquen de acá. Usted está en Bogotá. Yo estoy aquí en Sincelejo, estoy vulnerable'. Y la verdad no pude hacer nada.

CAMBIO: Vamos por partes. Yolanda Paternina era fiscal especializada en Sincelejo y empiezan a investigar juntas. Se meten a unidades militares. ¿Cómo fue el proceso?

M.G.: La doctora Yolanda Paternina fue una pieza fundamental porque ella tenía la intención de esclarecer estos hechos. Era el enlace con la Unidad de Derechos Humanos y conmigo que dirigía la investigación pero desde Bogotá. Fue una mujer muy valiente, hizo varios allanamientos y eso ocasionó que fuera asesinada. Creo que parte del éxito que tuvimos al comienzo de esa investigación se debió a ese trabajo tenaz de ella. Desafortunadamente, el mensaje que envían los paramilitares es que el que se atreva a investigar lo van a asesinar. Haber asesinado a los investigadores del CTI también es un mensaje.

Yolanda Paternina- Archivo Particular.

El crimen de Yolanda Paternina está en la impunidad. Foto: Archivo particular.

CAMBIO: ¿Qué pruebas encontraron?

M.G.: Había todo para esclarecer la responsabilidad de agentes del Estado en esa y en las demás masacres: San Onofre, Ovejas, Mampuján, Macayepo, Chengue, El Salado. En esa investigación, hasta donde yo la dejé, había elementos probatorios importantes porque Elkin Valdiris (el paramilitar que se entregó) y alias Pitirri tenían declaraciones que luego se pudieron confirmar en las diligencias de inspección judicial al almacén de la Infantería de Marina buscando unos números de uniformes y de armas que aparecieron luego en la finca El Palmar. Si hubiese habido el ánimo de hacer justicia, lo hubiéramos podido lograr. Me quitan la investigación, que fue lo que el fiscal Luis Camilo Osorio decide cuando le digo que si la investigación va a estar bajo mi dirección, yo voy a vincular a todas las personas que tengan que serlo. Pasa un año y la investigación se queda quieta.

CAMBIO: Ustedes habían iniciado un proceso contra el contralmirante Rodrigo Quiñones, comandante de la Primera Brigada de Infantería y contra otros oficiales. Se da el cambio de fiscal, llega Osorio y este le quita el caso cuando le anuncia que va a pedir capturas. ¿Cómo fue esa conversación?

M.G.: Aunque como fiscales somos autónomos, yo sabía que esa decisión tenía que comunicársela, más no pedirle permiso, porque en la Unidad de Derechos Humanos cuando llega Luis Camilo Osorio, se da la captura de Rito Alejo del Río (general del Ejército) y eso fue un revuelo al punto de que Pedro Díaz (fiscal que la ordenó) sale de la unidad. El mensaje era que cualquier paso que se fuera a dar en el sentido de judicializar a un funcionario de las Fuerzas Armadas debía ser comunicado. Pido la cita con Luis Camilo Osorio, le digo que el material probatorio da para emitir órdenes de captura contra el contralmirante y unos coroneles y él me dice: ‘eso no lo podemos investigar, investigue usted los paramilitares, pero con eso no nos vamos a meter’. Entonces, yo le digo que no voy a hacer algo contrario (a la ley) y ese mismo día sale la resolución y me quitan la dirección del proceso, se la entregan al fiscal delegado ante la Corte y yo paso a ser una fiscal de apoyo. Durante un año no pasó nada.

CAMBIO: ¿Cómo fueron las amenazas a todo el equipo antes del asesinato de Paternina?

M.G.: Ella siempre me decía que temía por su vida y mencionaba siempre a su escolta. Decía: 'yo no confío en él. Yo sé que todos los pasos que doy los conoce el núcleo de los paramilitares y específicamente de (alias) Cadena'. Cadena era el paramilitar que lideraba esa zona y él en una conversación (que aparece en el expediente por el homicidio de Paternina) dice que tienen que acabar con los que pretendan investigar este caso. Ella lo sabía y fue muy triste. Para mí fue un momento de alguna culpabilidad porque yo decía que 'yo pude haber hecho algo'. Ella me decía: 'Usted no tiene el temor que yo tengo. Yo acá estoy en la ciudad donde prácticamente los enemigos son los que gobiernan'.

CAMBIO: ¿Los dejaron solos?

M.G.: La lectura que yo pude hacer es que era tanto el nivel de corrupción y de connivencia que se había permeado todo. La Fiscalía estaba permeada y si la Fiscalía estaba permeada, los entes que nos prestaban la seguridad ...Prácticamente estábamos tan expuestos y vulnerables frente a una estructura criminal, frente a una empresa criminal conjunta donde estaban políticos, ganaderos, las instituciones, entonces fue una mujer que quiso, en su valentía, hacer justicia. Dos investigadores llegaron allá encubiertos, pero desde Bogotá ya ellos (los paramilitares) sabían que iban.

Era una institución tan corrupta, tan permeada, que quienes nos atrevimos a querer sacar la verdad, pues teníamos que pagar con la vida o con un exilio.

CAMBIO: ¿Alcanzaron con Yolanda a darse cuenta de la magnitud de la alianza entre Estado y paramilitares que conocemos hoy?

M.G.:¡Claro! Los testimonios, las pruebas, eso estaba claro. Si no estuviéramos convencidos de eso, yo no hubiera atrevido a dar un paso y decir que voy a ordenar unas capturas porque estamos hablando de gente de la Infantería, de la Policía. Yolanda hace los allanamientos a tres fincas y ahí se encontró todo (lo que advirtió el paramilitar que se entregó y confesó). Allí se incautaron muchos elementos y nunca llegaron a Bogotá.

CAMBIO: ¿Cuánto pasó entre que le quitan el caso y se va del país?

M.G.: Hubo varias cosas. Está el caso quieto por un año, pero había personas vinculadas como Valdiris y había que resolverle la situación jurídica. Me la entregan otra vez para resolver eso y asesinan al último investigador al que le acababa de dar una orden de trabajo. Ahí es cuando se da otra situación: querían que yo firmara un documento diciendo que estaba enferma y que por eso había entregado la investigación y yo les dije que eso no era cierto. Es una situación muy delicada porque ya es una presión a nivel de la Fiscalía, que yo no me presto para esas cosas, y se genera un riesgo y habiendo asesinado todo el equipo…

CAMBIO: ¿Cuál es su opinión hoy de Luis Camilo Osorio? ¿Qué deuda tiene pendiente?

M.G.: El dolor de las víctimas del conflicto armado estará sobre sus espaldas. El llanto, el dolor, la sangre derramada.

Luis Camilo Osorio. Colprensa.

El exilio y la lucha por la reparación

CAMBIO: ¿Cómo es tener que irse exiliados de un día para otro a Estados Unidos?

M.G.: Había un temor por la vida y un temor real. Los muertos no nos los estamos inventando. Se agrava ese temor cuando uno ve que la institución no está del lado de la justicia. Uno dice: ¿A qué estamos jugando si estos pueden ser los mismos enemigos y los tiene aquí adentro? Dejé mi carrera de diez años de ser fiscal. Me decían: 'Usted haga o no haga va a seguir recibiendo la misma plata'. Pero uno tiene conciencia y preferí lavar baños. Y eso no es fácil. A mí me dolió el corazón porque yo tenía un proyecto de vida, tenía un proyecto profesional y no solo yo, sino mi esposo que era juez municipal y uno de los capacitadores de la Escuela Judicial en el Valle del Cauca. De un momento a otro llegamos a Estados Unidos, él a trabajar en construcción y yo a lavar baños en las casas. ¿Qué ha dicho Luis Camilo Osorio? No tengo nada personal con él. Pero el hecho de que él diga que la doctora Mónica se fue porque quiso irse a vivir a Estados Unidos a darse la gran vida...Nadie, lógicamente, va a dejar un proyecto de vida (...) No es como que diga voy a dejar mi trabajo en la Fiscalía para irme a lavar baños a Estados Unidos. Eso no cabe en la cabeza.

CAMBIO: ¿Alguien los ayudó?

M.G.: Recibimos apoyo de Human Right Watch. Nos ayudaron a pagar el abogado para hacer nuestro proceso de asilo político. Uno no entiende el idioma, no entiende la cultura, no sabíamos qué teníamos que hacer. Como no estábamos preparados para este desarraigo, ellos nos dijeron que lo primero era presentar los papeles para el asilo. Eso duró como ocho o nueve meses. Pero el hecho de que me entreguen un permiso de trabajo, un asilo, eso no quiere decir que ya todo lo que se perdió, se reivindicó.

Esa sentencia del Consejo de Estado es algo tan inhumano. Yo me pregunto: ¿Los hombres y mujeres en el Consejo de Estado en que realidad viven? No es Colombia.

CAMBIO: Para demandar hay un plazo de dos años que es prácticamente innegociable, según un cambio de reglas que hizo el Consejo de Estado en 2020. A ustedes les dijeron que podían haber demandado estando en Estados Unidos y terminaron condenados a pagar 38 millones de pesos por haber iniciado y perdido el proceso. Cuando se está lavando baños para sobrevivir en otro país, ¿se está pensando en demandar?

M.G.: (Llora en silencio).

Genaro Olaya: Es una realidad muy dolorosa. Cuando uno sale al exilio, se le cambia el proyecto de vida. ¿Cuánto demoras para construir un proyecto de vida? Requiere todo un desarrollo para poderse ir estableciendo. Llegas a un país donde el primer mensaje que te da la cultura es: 'Tú aquí no eres nadie'. Tú eras juez, tú eras fiscal, pero allá en Colombia, aquí no eres nada y menos si no sabes el idioma. Nosotros teníamos dos niños de 8 y 9 años y pues empieza uno a buscar posibilidades de ingreso. ¿Qué hay que hacer? Pues buscar lo que se dé: los oficios varios y allí, por no saber el idioma, te tratan de bruto y te rechazan. Aunado a esto, está con el temor de que la familia vaya a recibir represalias en el país.

CAMBIO: No es irse a vivir una vida planeada...

M.G.: Cuando uno lee la sentencia, uno dice que quien la proyecta y quien la firma vive en una realidad totalmente fuera, porque pensar que llegas a un país y te dan el asilo (implica) que se te arregló la vida, es totalmente falso. Eso es un papel, que te dice que tienes permiso de trabajo, que puedes inscribirte como lo hace aquí mucha gente a Familias en Acción y que tienes que trabajar. En mi caso fue ayudante del ayudante del ayudante de construcción porque no sabía absolutamente nada. En el caso de Mónica, hizo aseo y todo eso es un choque emocional y psicosocial muy fuerte, que tú lo entiendes apenas ahora que estamos restableciéndonos de ese golpe del exilio.

CAMBIO: ¿Se les pasó por la cabeza hacer trámites en Colombia?

G. O.: La recomendación de nuestros abogados, por la magnitud del proceso que conoció Mónica, era mantenernos en un perfil bajo. Llegamos a Miami y de ahí nos movimos hacia el norte y no sabía nadie dónde estábamos. Aquí en Colombia, nadie sabía. De hecho, esta es la hora que regresamos y hay gente que me conoció a mí que ni siquiera sabe que yo regresé. Las condiciones del país por el caso de Chengue continuaban en un estado de peligro alto, se mantuvo así hasta que en 2010 sale la Procuraduría, o un poco antes, y sanciona al (contralmirante) Quiñones. Luego, entran unas condiciones que aparentemente bajan el perfil del caso.

M.G.: Y el mismo estatus de asilados nos impedía venir acá. Nosotros duramos ocho años sin ver nuestra familia y, en medio de todo eso, uno qué va a ponerse en pensar si voy a hacer una demanda. Cuando yo fui fiscal en el Valle del Cauca de la unidad de desarticulación de bandas criminales dedicadas al narcotráfico, yo tuve atentados en mi casa. Entonces, (las familias) tenían temor por nuestras vidas y nos decían: 'por acá no vuelvan'.

CAMBIO: ¿Hay una minimización de lo que implica el exilio en la justicia colombiana?

M.G.: Creo que la palabra minimizar le queda muy pequeña. Yo creo que es una deshumanización del dolor de la víctima.

G. O.: Parece una invisibilización directa del dolor, de la tragedia del exilio. Es que el exilio la gente lo habla porque lo lee. Ninguna víctima de desplazamiento está pensando en que me van a reparar, estás pensando en cómo me salgo, cómo me escondo, cómo rehago la vida y cuándo puedo volver.

CAMBIO: Su caso está en una tutela en la Corte Constitucional. ¿Qué les dicen a los magistrados?

M.G.: Han sido diez años en los que nosotros iniciamos este proceso con una cantidad de cosas que obviamente revictimizan y que uno dice: 'no vale la pena luchar por justicia'. Te estoy diciendo que nosotros conocemos la justicia, fuimos operadores de justicia. ¿Qué esperamos de la Corte Constitucional? Que sea esa instancia que va a visibilizar el dolor de Colombia, porque es que ni siquiera es el dolor de nosotros, es el dolor de la nación que ha vivido en conflicto. La Corte Constitucional por ser ese tribunal que vela por la protección de los derechos humanos, por la protección de los derechos fundamentales, yo espero que hable por las víctimas de desplazamiento y que esa rigurosidad, que ese tecnicismo, que esa regla de caducidad se quite (los dos años para demandar) y que no se anteponga al dolor. 

El dolor está dentro y le pones una tapa y punto final, pero ahí adentro sigue habiendo vidas, una historia de dolor y es de una nación.

El regreso de Mancuso

Salvatore Mancuso.

CAMBIO: Salvatore Mancuso regresó al país y en su versión ante la JEP habló claramente de oficiales de la armada y otros militares implicados en las masacres de los Montes de María, entre otras cosas. ¿Es suficiente?

M.G.: Antes de contestar, creo que hay que valorar lo que ha dicho. Escuché lo que dijo en mayo del año pasado sobre los Montes de María y me quedé impresionada porque la claridad de la estructura (que mencionó), con nombres, es impresionante. Eso fue lo que yo investigué en 2001. Y, la verdad, sentí alegría. Como fiscal que estuvo al frente de una investigación, si en ese momento nosotros hubiésemos obrado, no tendríamos el país que hoy tenemos, lleno de injusticias. Cuando yo lo escuché dije: pues era lo que ya sabíamos por lo que las investigaciones estaban mostrando. Sentí que lo que yo investigué, no estaba equivocada. Me trajo alivio: no era loco lo que yo estaba diciendo, ni lo que decía Pitirri, lo que decía Valdiri. Y oírlo de boca de los victimarios, de los actores, no tiene refutación, fue así. Entonces, para mí, lo que él ha dicho es valioso. Y creo que es una responsabilidad aún mayor del Estado para demostrar que quiere cumplir con el deber de garantía y de protección. ¿Hace falta más? Claro que hace falta más.

CAMBIO: ¿Salvatore Mancuso ha hablado del crimen de Yolanda Paternina?

M.G.: De lo yo escuché de la declaración, él más que todo se enfocó fue en esa connivencia de los agentes del Estado en las masacres de los Montes de María. Que yo haya escuchado sobre los investigadores del CTI y el asesinato de Yolanda, no. Pero sé que lo va a decir porque si dijo toda la estructura y es una empresa criminal... Fue una empresa criminal con actores políticos, de agentes del Estado, de ganaderos...eso fue una empresa criminal que cobró la vida de muchas personas.

CAMBIO: ¿Qué le preguntaría a Mancuso?

M.G.: Creo que lo que yo quería escuchar ya lo dijo, que era corroborar eso que se había investigado. Él lo dijo con nombres, con apellidos, con rangos. Que haga un mapa, un recorrido, que sea más preciso en los detalles y que pueda esclarecer la muerte de Yolanda porque lo que se ha podido judicializar en esa investigación es una mínima parte. Eso fue un asesinato orquestado por esa empresa criminal.

CAMBIO: El crimen de Yolanda Paternina está en la impunidad. ¿El país la recuerda cómo debería?

M.G.: Ella representaba esa raza de mujeres que eran buenas y que estaban dispuestas a darlo todo. Ella me decía: 'yo soy madre cabeza de familia. Yo tengo dos hijos a cargo mío y si a mí me llegan a matar, ¿Qué va a ser de mis hijos?'. Pero ni siquiera eso a ella la intimidaba para hacer lo que había que hacer. 

Yolanda Paternina representó esas operadoras judiciales, que por lo general estamos solas, esas mujeres valientes que son héroes, que entregaron su vida: ella sabía que la iban a matar. 

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En enero de 2023, Osorio le dijo a Noticias Caracol que rechazaba las declaraciones de Gaitán y agregó: "siempre obré con transparencia y severidad en persecución de la criminalidad, jamás privilegié interés político o de otra índole, distinto de cumplir la constitución y honrar la aplicación estricta de la ley. No existió sitio dónde engavetar ni impunidad para nadie, menos las órdenes de captura". 

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