
‘Varios de los males actuales del fútbol colombiano surgen del contrato con WIN’
Carlos González Puche, director de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro).
Crédito: Acolfutpro
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Carlos González Puche, director de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), habla de la crisis de este deporte: acciones delincuenciales de las barras, desorden en la programación de las finales, ausencia de reglas para el ascenso y pésimas condiciones laborales para la mayoría de los deportistas, especialmente las mujeres.
Por: Armando Neira

CAMBIO: Muchos aficionados romantizan la situación del fútbol profesional y creen que todos los jugadores tienen la vida de James Rodríguez o Radamel Falcao. ¿Es así?
Carlos González Puche: Sí. Pero la realidad es otra y muy diferente. Buena parte de los futbolistas ganan un salario mínimo y aspiran a salir al exterior para mejorar su situación económica. Buscan una estabilidad que les permita garantizar un futuro para ellos y sus familias después del fútbol.
CAMBIO: ¿Se creería que el fútbol está creciendo y hoy es más profesional?
C.G.P.: En algunos aspectos. Pero los clubes han reducido significativamente los pagos a los futbolistas. Fíjese que en nuestra liga las grandes figuras de hoy son jugadores como Falcao, Rodallega, Adrián Ramos y David Ospina. Estos jugadores están en un ciclo de retorno, tras haber jugado muchos años en ligas del exterior que les permitieron alcanzar una estabilidad financiera. Por eso regresan.
CAMBIO: Pero los clubes también venden muchos jugadores. ¿O no?
C.G.P.: Sí, muchos. Colombia, después de Argentina y Brasil, es el tercer país en América Latina en venta de jugadores. Ya superamos a Uruguay en transferencias. Eso es positivo, pero muchos de esos jugadores se van libres porque en Colombia solo hay 36 empleadores. Somos un país de 51 millones de habitantes, pero el futbolista no tiene cabida suficiente porque no existe una estructura que lo permita: no hay una segunda división fortalecida con descenso ni una tercera división que dé espacio a clubes que surjan desde abajo para ascender.
CAMBIO: Ni torneos regionales.
C.G.P.: No. No hay torneos regionales que fomenten un desarrollo integral, como ocurre en Argentina o en España, países con los que podríamos compararnos en términos de población.
CAMBIO: ¿De quién es la responsabilidad?
C.G.P.: Es un problema estructural. Desde las directrices de la Federación no se ha fomentado un desarrollo adecuado. Si lo hubiera, sería espectacular, porque tendríamos más futbolistas, entrenadores y árbitros, lo que sería una ganancia general.
CAMBIO: Pero, ¿en dónde se jugaría?
C.G.P.: Los espacios existen. Colombia tiene 270 estadios construidos, de los cuales solo se utiliza el 10 por ciento en el fútbol profesional.
CAMBIO: ¿Y cuántos futbolistas?
C.G.P.: Hay 1.340 futbolistas, contando a las mujeres.
CAMBIO: ¿Cómo son las condiciones laborales de ellas?
C.G.P.: Lamentables. Más de la mitad de esas mujeres solo tienen contrato de trabajo durante cuatro o cinco meses. Nada más. El resto del tiempo quedan a la deriva, y eso afecta no solo sus condiciones físicas y atléticas, sino también su estabilidad laboral.
CAMBIO: La gran mayoría, naturalmente, nunca van a ganar como Messi o Ronaldo. ¿Cómo están preparados desde el punto de vista académico para dedicarse a otro oficio si fuera necesario?
C.G.P.: Es una de las grandes deficiencias que tenemos. Un jugador como Andrés Llinás tuvo que dejar su colegio y trasladarse a otro por la exigencia de tiempo en los entrenamientos. En Argentina es al revés. Falcao, por ejemplo, cuando estaba en River tenía la obligación de estudiar. Es natural porque se entiende que ellos deben recibir una formación integral.
CAMBIO: ¿Eso siempre ha sido así?
C.G.P.: Ha ido empeorando. En mi época era mucho más flexible. Por lo menos yo estudié Derecho y pude ser jugador profesional. Pero ahora mismo la exigencia de permanencia en los entrenamientos es máxima y no permite que los deportistas tengan un proceso formativo adecuado.
CAMBIO: ¿En algunos casos son puros niños?
C.G.P.: Sí. El Ministerio de Trabajo debería garantizar que ellos tengan todas las condiciones para una vida digna: no solo vivienda, sino también educación que les permita completar su formación integral.
CAMBIO: Hay la sensación de que las barras bravas están mandando en muchos aspectos del fútbol en Colombia. ¿Es así?
C.G.P.: Sí. Con el tema del barrismo social se han mezclado demasiados intereses, como políticos y económicos. Algunos directivos usan estas estructuras de poder para controlarse y enriquecerse a costa del fanatismo.
CAMBIO: ¿Eso ha distorsionado completamente el objetivo de apoyo al equipo?
C.G.P.: Naturalmente. Porque se convirtió en un negocio y en la búsqueda de otros objetivos. Hay barristas que eligen concejales, alcaldes y tienen todo un juego político que, con el apoyo de algunos directivos, convierte esto en un negocio.
CAMBIO: ¿Por qué hay tanto desorden en el ascenso? En teoría, subieron a primera división Llaneros y Magdalena, pero Real Cartagena dice que esperen porque va a demandar. ¿Cómo entender esto?
C.G.P.: Porque aquí el gran patrón del fútbol colombiano es el contrato que está firmado con WIN. Varios de los males actuales del fútbol colombiano surgen de ese contrato.
CAMBIO: ¿Por qué?
C.G.P.: Porque WIN lo que busca es llenar la parrilla con el mayor número de partidos. Aquí no se permite la simultaneidad de transmisiones, y eso se traduce en fechas interminables que pueden comenzar el lunes y finalizar en una semana sin problema. De allí parten gran parte de los problemas. Todo se mezcla, y así es difícil que haya claridad absoluta.
CAMBIO: Pero así no ocurre en los demás países.
C.G.P.: La Liga de Fútbol Profesional de Colombia programa la mayor cantidad de partidos del mundo. No de esta región, no de este continente, sino del mundo. A nadie le interesa la salud de los futbolistas. Con tal cantidad de partidos, las ligas y campeonatos se cruzan.
CAMBIO: A largo plazo, los resultados no son buenos.
C.G.P.: Para nada. Un equipo que, por ejemplo, clasifica a la Copa Libertadores debe cumplir simultáneamente con el calendario local. Sus jornadas se tropiezan, y los resultados están a la vista.
CAMBIO: Pero los directivos dicen que pueden ampliar las nóminas.
C.G.P.: Sí, eso dicen: que permiten a los clubes tener 35 futbolistas contratados. Es cierto, pero también es verdad que no se puede mantener una nómina de primer nivel, aunque sean 35 jugadores, para jugar la liga, el torneo profesional y los internacionales. Un futbolista en Colombia juega entre 65 y 70 partidos al año. Las piernas no dan para tanto. Eso explica por qué los equipos que ganan un torneo se caen al año siguiente. No hay procesos que estimulen el crecimiento. Con ese volumen de competencia, los jugadores terminan destrozados. El cuerpo tiene un límite.
CAMBIO: ¿Entonces? ¿Cuál es la solución?
C.G.P.: Mientras el contrato con WIN se mantenga, las condiciones no cambiarán. Eso lo hemos discutido en la mesa de negociación. A veces logramos avances, como quitar una fecha, pero ahora volvieron a imponer la fecha de clásicos. Eso aumenta la presión para los deportistas, pero no una presión deportiva, sino una carga nociva que va en contra de la calidad.
CAMBIO: Si es tan malo, ¿por qué todo sigue igual?
C.G.P.: Porque el contrato está hecho para que todos ganen igual. Un club como Millonarios o Nacional recibe lo mismo que Tuluá, por dar un ejemplo. Nadie protesta entre los directivos porque todos tienen una ganancia asegurada.
CAMBIO: ¿Estamos matando la gallina de los huevos de oro?
C.G.P.: Yo creo que el fútbol colombiano tiene potencial y lo demuestra nuestra selección. Pero fíjese que muchos de esos jugadores que están allí no jugaron fútbol profesional en Colombia o se fueron muy jóvenes, formándose en otros países como Inglaterra, España, Argentina o Brasil.
CAMBIO: ¿Y aquí no se están viendo?
C.G.P.: Exacto. El nivel de los futbolistas colombianos es muy bueno y competitivo. Por eso están siendo contratados para jugar en ligas de todo el mundo: la MLS, México, Argentina, Brasil. Pero internamente nos privamos de tener una liga más competitiva. Con orden, organización y escuchando a los futbolistas, aún podríamos mejorar mucho.
CAMBIO: Usted, que es abogado y ha estudiado tanto, que está metido en el fútbol, ¿qué hacemos con las barras para evitar lo que pasó el domingo en Cali?
C.G.P.: Lo primero es revisar las normas, porque aquí se habla mucho de que en Inglaterra hay control, pero usted no puede comparar nuestra realidad con la inglesa. Allá todos los clubes son dueños de sus escenarios y pueden establecer los controles y mecanismos de verificación que ellos determinen como organizadores del espectáculo. En Colombia, los estadios son públicos, con excepción del Deportivo Cali.
CAMBIO: ¿Así no se puede identificar a los violentos?
C.G.P.: El sistema de identificación que fue aprobado se implementó, entre comillas, en un decreto del 5 de agosto de 2022, al final del gobierno de Duque. Sin embargo, no se cumple porque cada aficionado ocupa la silla que quiere.
CAMBIO: ¿Cambiaría si los escenarios fueran privados?
C.G.P.: Si usted compra una boleta para un espectáculo en el Movistar Arena, el organizador del evento sabe perfectamente quién es usted, dónde va a estar ubicado, todo. Aquí no existe ni siquiera un sistema básico de identificación. Le aseguro que, si lo implementaran, muchos no pasarían el filtro de la Policía.
CAMBIO: Pero, hay sanciones.
C.G.P.: Sí, pero son risibles. La persona que atacó a un jugador de Millonarios en el campo de Ibagué, en el estadio Manuel Murillo Toro, y que creó un escándalo nacional estaba, a los 15 días, en el estadio, ¡muerto de la risa! En Colombia, las sanciones son letra muerta.
CAMBIO: Volviendo al tema de las mujeres, ¿cómo es su situación actual?
C.G.P.: Ha habido avances. Ellas han logrado resultados deportivos que los hombres no hemos conseguido; son subcampeonas del mundo en categorías sub-20. Sin embargo, da vergüenza que trabajen en condiciones tan limitadas. Son contados los equipos que mantienen los contratos de las futbolistas durante toda la temporada.
CAMBIO: Ahora que se juega la final del fútbol profesional, ¿qué hace la gran mayoría de futbolistas?
C.G.P.: A todos, hombres y mujeres, la asociación les dio un bono para que puedan celebrar la Navidad con sus familias. Como usted dijo, no todos son Falcao ni James. La gran mayoría está esforzándose y cuidándose para volver a la actividad en la primera semana de enero. Están viendo los partidos por televisión. Y aquí hay otra injusticia: los futbolistas no reciben nada por los derechos de transmisión televisiva, ni un centavo, cuando son los protagonistas del espectáculo.
