Prescindir de quien se destaca: el Síndrome de Procusto

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Crédito: Freepick

5 Febrero 2024

Prescindir de quien se destaca: el Síndrome de Procusto

El siquiatra José Posada explica, para CAMBIO, en qué consiste el Síndrome de Procusto, ese que padecen quienes son incapaces de reconocer como válidas las ideas de los demás y temen ser superados en su desempeño.

Por: José A. Posada Villa

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En la mitología griega, Procusto era dueño de una posada que cuando alojaba un viajero, entraba a su habitación por la noche y ataba sus extremidades a la cama. Entonces había dos posibilidades. Si el caminante era más grande que la cama, Procusto cortaba las extremidades que sobresalían para que encajara exactamente. Si por el contrario era más pequeño, lo estiraba hasta lograr que se adaptara a la medida de su cama.

Si bien es interesante saber que aunque el síndrome de Procusto no esté presente en ningún manual de diagnóstico psiquiátrico, recoge de buena manera aquello que los psicólogos sociales conocen como “la conducta de los codazos”. Es decir, deshacerse de los más brillantes de forma hostil, boicoteando al más preparado.

Básicamente, Procusto se ha convertido en sinónimo de intolerancia a la diferencia. Así que cuando alguien quiere que todo se ajuste a lo que siente o piensa, busca que todos se acuesten en la cama de Procusto.

Hay dos tipos de Procusto: el consciente y el inconsciente. El primero no se da cuenta de que deja de escuchar otras opiniones convencido de que sus ideas siempre van a ser las mejores, por lo cual los demás deben adaptarse a ellas. El segundo conoce su miedo y actúa de esta manera porque percibe que pueden hacerle sombra.

En política, el síndrome de Procusto puede manifestarse de diversas formas y en el caso de nuestro país se puede ver en la forma en que el líder trata a sus subordinados y opositores. 

La incapacidad para reconocer como válidas las ideas de los demás y el temor a ser superado en su desempeño, llevan al líder a eludir sus responsabilidades fundamentales y a no tomar las decisiones más adecuadas para el país. Entonces se dedica a descabezar iniciativas seguramente útiles y prudentes. 
Generalmente se molesta si le dicen que está equivocado. Suele hablar de tolerancia, respeto a la diferencia o intercambio de ideas, pero realmente no acepta opiniones diferentes a la suya y busca la manera de criticar o deslegitimar a sus subalternos u opositores pues teme a personas con conocimientos, habilidades o iniciativas que él no tienen. 

Como consecuencia, llega a forzar las circunstancias para que se ajusten a su percepción del país e, incluso, llegan a deformar, ocultar, o interpretar los datos y la información para confirmar su posición. Así crean un ambiente de trabajo tenso y estresante, limitando así el desempeño y la eficacia del Estado. Y al estar convencido de que tiene la razón, se muestra proclive a lanzar propuestas que requieren procesos políticos y administrativos abruptos, cosa que le puede traer éxitos momentáneos si lo que propone es de alguna manera novedoso y atractivo para la masa. 

El ambiente de gobierno con un jefe con el síndrome de Procusto se caracteriza por altos niveles de ansiedad y estrés, mal clima laboral, altos índices de rotación, muchas renuncias, dificultades para el logro de los objetivos, baja productividad, malas relaciones interpersonales, poca cohesión de equipo y las consecuencias para sus víctimas son nefastas: pueden llegar a padecer niveles de frustración muy grandes si sufren un boicot constante de sus ideas o iniciativas. Así, el líder se empieza a rodear de personas menos competentes que ellos para sentirse más seguras y en control. 

Vale la pena recordar que no importa cuán informado o experimentado sea el líder, todos tenemos áreas en las que somos ignorantes e incompetentes. Puede que sea inteligente y hábil en muchas áreas, pero nadie es experto en todas.

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