27 Septiembre 2022

La coronación de los reyes del mundo

Por primera vez en su historia, el cine colombiano se lleva el máximo reconocimiento de uno de los cuatro festivales más importantes del planeta. El largometraje elegido fue ‘Los reyes del mundo’, segunda fábula concebida para la gran pantalla por la realizadora Laura Mora quien, con su película 'Matar a Jesús', ya estaba en el listado de los grandes creadores audiovisuales de nuestro entorno. Retrato de una creación de gran aliento poético.

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Premio
El momento de la premiación de 'Los reyes del mundo' en el Festival de San Sebastián.

Por Sandro Romero Rey
En la octava edición del Festival de Cine en las Montañas se presentó el documental titulado Un asunto de tierras, de la directora Patricia Ayala. Se trataba de un escueto y crudo testimonio acerca de la pesadilla en que se ven envueltos los protagonistas reales de la restitución de tierras del llamado “posconflicto” colombiano. Si en años anteriores se hablaba de toda una generación de cineastas inmersos en retratar las vicisitudes de la guerra en un país sin desenlace, poco a poco, después de los fatales tiempos de la peste, empiezan a verse películas en las que se reflexiona acerca de la implementación de los acuerdos y de cómo después de la tempestad vienen nuevas tempestades. El largometraje de Patricia Ayala es frío, a ratos desalentador, fiel testimonio de una realidad que uno no quisiera que fuese así, pero que no hay más remedio que retratarla en su triste evidencia. Si se quiere, podría calificarse como “cine de prosa”, según los parámetros trazados en otras latitudes durante los años setenta. Ahora, como complemento a semejante latigazo de la verdad, la realizadora Laura Mora desarrolla con creces el asunto, recurriendo a una estilización sin tapujos de la realidad colombiana, tomando como detonante la restitución de tierras y el viaje sin esperanzas de cinco jóvenes a través de las montañas implacables de un país imposible.

Actores
Rodada durante los tiempos del covid, en unas condiciones poco más que heroicas, Los reyes del mundo es un gran ejemplo de lo que podríamos llamar “cine de poesía”, consiguiendo lo que pareciese un ejercicio inútil: poblar de belleza el universo del horror y de desaliento en el que se ven envueltos los protagonistas de la fábula. La Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián 2022 solo confirma los valores incuestionables de una película que se la juega toda por la creación de un universo audiovisual que no se parece a nada, a pesar de estar llena de guiños y referencias, los cuales no la desvirtúan sino que, por el contrario, la dignifican. El viaje de los cinco antihéroes, que parecen condenados al fracaso desde la primera secuencia, es el recorrido fatal por un país, donde los personajes se detienen, pernoctan, son víctimas, se llenan de esperanzas, se esfuman en los delirios de la droga, mueren, sobreviven, alucinan, hasta terminar en un final abierto del cual no vamos, ni más faltaba, a revelar sus claves.

A Laura Mora su vertiginoso ascenso la ha convertido en representante de otro modelo de cine. Aquel que consigue establecer un elegante equilibrio entre contar historias para el gran público y, al mismo tiempo, no perder su sensibilidad y su necesidad de lanzar grandes gritos sociales.


Los jóvenes marginales han corrido con suerte a lo largo de la historia del cine. Cada país ha tenido, en algún momento, su ejemplo memorable de pandillas, de delincuentes, de “tribus urbanas” o de grupos humanos que se protegen unos a otros para no perderse en el abismo. De Estados Unidos a México, de Francia a Brasil, de Italia a Colombia, en algún momento han aparecido ejemplos de adolescentes que, con su provocación, sacuden las conciencias tranquilas de los espectadores, hasta llegar a ejemplos inolvidables como la primera West Side Story, Los olvidados, Los cuatrocientos golpes o Ciudad de Dios. Todas ellas dan cuenta, a su manera, de un punto de vista desde la alborada del mundo, cuando los rebeldes, con o sin causa, se convierten en protagonistas de sociedades cerradas, cuyo premio de consolación consiste en convertirse en Accattone o en Rodrigo D.: no futuro: en obras de arte concebidas para la reflexión, para ir más allá del entretenimiento y obligar a los habitantes de las butacas a convertirse en testigos participativos de dramas en apariencia sin remedio.

Laura Mora
Laura Mora, directora de 'Los reyes del mundo'. Foto: Juan Cristóbal Cobo.


A Laura Mora su vertiginoso ascenso la ha convertido en representante de otro modelo de cine. Aquel que consigue establecer un elegante equilibrio entre contar historias para el gran público y, al mismo tiempo, no perder su sensibilidad y su necesidad de lanzar grandes gritos sociales. Según reza su filmografía, Laura ha combinado el trabajo televisivo con largometrajes de distinto estilo, entre los que se destaca Antes del fuego (2015), un thriller alrededor de las vicisitudes previas al holocausto del Palacio de Justicia y, sobre todo, Matar a Jesús (2017), la película con la que fue reconocida en el mundo de los festivales. Codirectora de exitosas series (Escobar: el patrón del mal, El robo del siglo…), la obstinada creadora paisa ha visto materializado sus esfuerzos con el inesperado reconocimiento a Los reyes del mundo en el festival del país vasco donde se han paseado Alfred Hitchcock y Woody Allen, George Lucas y Pedro Almodóvar. Acompañada de un ejército de colaboradores, donde se destaca la productora Cristina Gallego (quien se ha convertido en sinónimo de éxito para el cine colombiano del siglo XXI), Mora ha consolidado un equipo liderado por ella y por la reconocida guionista María Camila Arias (Pájaros de verano), acompañadas de nombres prestigiosos (Daniela Abad) con nuevas figuras que empiezan a surgir dentro del universo del siempre creciente cine colombiano.

Los reyes del mundo, como lo indica su título, es una inmersión en las ilusiones de cinco jóvenes que se aferran a la lotería de la restitución de tierras y, a pesar de que sospechan que van directo hacia el abismo, se entregan a la aventura, porque siempre han vivido en los límites entre la violencia y una difícil ternura.


Por otro lado, Los reyes del mundo pone una vez más en evidencia la ya prolongada polémica entre la presencia de los llamados “actores naturales” y la ausencia casi total de intérpretes con formación previa en el oficio de la construcción de personajes. Para bien o para mal, la película evoca los universos creados por el cine de Víctor Gaviria quien, con películas ya clásicas como La vendedora de rosas y La mujer del animal, reconstruye sin contemplaciones un mundo que pareciera reinventar lo que el neorrealismo italiano hizo, a su manera, más de medio siglo atrás. Laura Mora le agrega a este paisaje de paisas desgarrados una fina sensibilidad onírica, donde los jóvenes protagonistas se pasean por una historia en la que, poco a poco, se desmarcan del mundo y se integran al misterio de lo desconocido, hasta el punto en el que no sabemos si los desgraciados héroes que habitan la historia están viviendo o soñando los acontecimientos. El cinéfilo aguzado, por momentos podrá sentir ecos de Apocalypse Now! de Coppola o de Aguirre: la ira de Dios de Herzog, en la medida en la que sus personajes combinan la llamada road movie (película de carretera) con el viaje hacia lo desconocido, en un universo agreste, salvaje e incomprensible. El resultado es el de una película que conmueve y desconcierta. No se queda en la denuncia inútil de una realidad que pareciera carecer de un positivo desenlace. Los reyes del mundo, como lo indica su título, es una inmersión en las ilusiones de cinco jóvenes que se aferran a la lotería de la restitución de tierras y, a pesar de que sospechan que van directo hacia el abismo, se entregan a la aventura, porque siempre han vivido en los límites entre la violencia y una difícil ternura.

El equipo
Los actores junto con la directora Laura Mora y las productoras Mirlanda  Mirlanda Torres (extremo izquierdo) y Cristina Gallego (extremo derecho).


El 27 de septiembre de 2022, tras los aplausos cerrados del Festival de San Sebastián, la nueva película de Laura Mora abrió el martes el Festival de Cine de Santander y pronto estará en las pantallas de todo el país, siguiendo la maratón de un amplio número de eventos internacionales que ya la solicitan.

Los reyes del mundo pone una vez más en evidencia la ya prolongada polémica entre la presencia de los llamados 'actores naturales' y la ausencia casi total de intérpretes con formación previa en el oficio de la construcción de personajes.

No sabemos (nadie sabe), en la nueva realidad del audiovisual, cuál será el destino de una obra como Los reyes del mundo. Lo que sí es evidente es que ha nacido un nuevo clásico del cine colombiano y que junto con Chircales, Agarrando pueblo, Cóndores no entierran todos los días, Confesión a Laura y El abrazo de la serpiente se suma al tren de las mejores creaciones de nuestro entorno. Por lo demás, el cine gestado en Medellín y sus alrededores ha encontrado una nueva dimensión, más allá de sus sicarios y sus “gonorreas”, de sus criminales y sus lugares comunes. Con Los reyes del mundo ha conseguido convertir la realidad de un país desencajado en un nuevo territorio donde no solo el realismo mágico es su carta de presentación, sino también ha sabido convertir la sensibilidad, la belleza, la ternura y la violencia en un nuevo idioma para los tiempos que están por inventarse.

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