
Iván Ramírez presencia la prueba de uno de los cohetes sólidos de los transbordadores espaciales en Utah.
Crédito: Cortesía
El ingeniero colombiano que trabaja en el cohete de la Nasa que llevará al ser humano a la Luna otra vez
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Hablamos con Iván Ramírez Atehortúa, ingeniero aeroespacial de la empresa Boeing, quien compartió algunas anécdotas sobre su vida, su vocación, su trabajo y su participación en la misión Artemis, la cual llevará al ser humano a la luna. Reflexionó sobre la existencia de Dios y abordó una de las preguntas más recurrentes en torno a la exploración espacial en los últimos años: ¿por qué el ser humano no ha vuelto a la luna?
Por: Gabriela Casanova

Hay quienes piensan que trabajar en la Nasa significa ser astronauta, pero, en realidad, esa es solo una muestra de lo que implica hacer parte de una agencia como esa. Detrás de los lanzamientos de naves espaciales y cohetes, hay profesionales dedicados a la fabricación, desarrollo y prueba de estos complejos vehículos.
Uno de ellos es Iván Ramírez Atehortúa, un bogotano de 68 años que lleva más de dos décadas trabajando para Boeing, la empresa que fabrica las naves espaciales y cohetes de la Nasa. En los últimos años, ha formado parte de Artemis, una de las misiones más importantes de la agencia, pues su meta es el regreso del hombre a la luna. Pero, ¿cómo llegó a trabajar Ramírez en una reconocida empresa que trabaja de la mano con la Nasa?

De pequeño, Ramírez se obsesionó con la idea de ser astronauta de la Nasa. Sufría de asma y fue hasta los 18 años que se recuperó de dicha condición que lo había limitado por años. En ese momento, se dispuso a hacer todo lo posible para tener una buena hoja de vida que pudiera presentar a la Nasa: en Colombia, empezó a madrugar a hacer gimnasia, a trotar con frecuencia varios kilómetros, tomó curso de socorrista con la Cruz Roja y, ya radicado en Estados Unidos, se inscribió en deportes acuáticos como bucear. También aprendió a acampar en todo tipo de terreno, recibió clases para volar en planeador, se lanzó en paracaídas y estuvo en la reserva de la marina estadounidense durante cinco años.
Estudió en la Universidad Nacional de Colombia un pregrado en Ingeniería Mecánica. También hizo dos maestrías: una en Ingeniería Aeroespacial y, a los seis meses de terminarla, otra en Astronomía, ambas en San Diego State University de Estados Unidos. En el país norteamericano, donde vive actualmente, trabajó por unos años en turbinas de los aviones comerciales mientras terminaba su segunda maestría y su servicio militar, hasta que decidió dedicarse a cosas del espacio. Finalmente, se quedó con la empresa Boeing y, aunque no fue astronauta, no se arrepiente de trabajar en los cohetes de la Nasa, pues es lo más cerca que un humano puede estar de las exploraciones en el espacio exterior.
Hablamos con Ramírez, quien compartió algunas anécdotas sobre su vida, su vocación, su trabajo en Boeing y su participación en la misión Artemis. Además, reflexionó sobre la existencia de Dios y abordó una de las preguntas más recurrentes en torno a la exploración espacial: ¿por qué el ser humano no ha vuelto a la Luna?
CAMBIO: ¿Siempre quiso ser astronauta? ¿Desde cuándo soñaba con serlo?
Iván Ramírez: Siempre escogí cosas difíciles. Quise ser el primer papa no italiano a los 10 años. Era devoto católico y aún soy devoto cristiano. Jugaba a ser sacerdote y a dar la comunión con unas galleticas saladas a mis hermanas. Luego me fui hacia la física nuclear porque mi papá tenía libros de ciencia. No duró mucho.
Teníamos suscripción de la revista Life, empezaron a salir artículos en color de los viajes a la luna y empecé a soñar. Entonces, desde los 12 años, mis héroes fueron astronautas, incluso el cosmonauta Yuri Gagarin: yo tenía cuatro libros de la vida de él. Y jugaba al astronauta en la casa porque un vecino del barrio donde yo crecí, en La Castellana, tenía un cohete. Con él íbamos al parque, al frente de la iglesia, a lanzarlo. El cohete tenía unos cauchos, se lanzaba, la cápsula se separaba y caía con su propio paracaídas. Yo salía corriendo a agarrarla antes de que tocara el suelo y miraba dentro a un astronauta y yo decía: "Yo quiero ser ese". Quería ser el pequeño astronauta que estaba ahí.

CAMBIO: ¿Cómo terminó siendo ingeniero aeroespacial de Boeing?
I.R: En Los Ángeles me quedé a trabajar con Hughes Space and Communications, una fábrica de satélites de comunicaciones en el grupo de protección térmica analizando cómo protegerlos del calor del sol y enseñaba una clase de mecánica de órbitas para los ingenieros del grupo. Luego trabajé en cálculo de órbitas de satélites de comunicaciones y maniobras. Después, la empresa fue comprada por Boeing y se convirtió en Boeing Satellite Systems. Pasé a ser su empleado, pero después se acabó el trabajo por recorte de personal.
Al reducir personal, la empresa da la oportunidad de encontrar trabajo en otras sucursales en el país. La compañía realizó una feria de trabajo con representantes de las diferentes sucursales. De la mano de Dios, un compañero de clase que yo había tenido en la universidad, un norteamericano, estaba recogiendo las hojas de vida para la sede de Boeing en Houston y me dijo: "Yo me acuerdo de que usted era buen estudiante". Yo no era amigo de él, pero estaba buscando talento y sabía que yo era bueno en la universidad. Me ofrecieron el trabajo. Dios me cerró una puerta y me abrió otra enorme en Houston. Como cristiano, a Él le doy todo el crédito de lo que he logrado. (Proverbios 3 versículos 5 y 6).

CAMBIO: ¿Por qué no entró a la Nasa como astronauta?
I.R.: Yo mandé mi solicitud tres veces a la Nasa. Las primeras dos veces todavía no tenía nacionalidad americana y me devolvían el paquete porque el mínimo requisito para ser astronauta de la agencia es ser ciudadano americano. En el 99, cuando salió la ciudadanía, mandé la solicitud, pero ya no esperaba que me tuvieran en cuenta.
Estaba de viaje en la Florida visitando a mi hermana, que había venido con sus hijas a Disney. Cuando regresé a Los Ángeles, encontré un mensaje de la secretaria de la oficina de reclutamiento de astronautas de la Nasa: “Esta es Teresa Gómez, por favor denos una llamada antes de contactar a su supervisor”. A los tres días, me llegó una carta que decía que el proceso preliminar de selección de candidatos para astronauta se había completado y que realizara un examen médico por un médico forense de aviación, que la Nasa me reembolsaba 65 dólares por la consulta médica.
Pero para ese entonces, por cuestiones genéticas hereditarias, yo ya había empezado a desarrollar presión alta. Entonces, fui al médico y no fue posible controlar la presión alta sin medicamento. No se dio. Pero por lo menos yo quería saber si dentro de todo lo humanamente posible que hice (además de mi salud), ellos podían considerarme. Me consideraron de 3.200 solicitantes para ese año. Quedamos unos 400 finalistas.
CAMBIO: ¿Cuál es su trabajo en la misión Artemis?
I.R.: Mi posición en la empresa es de analista de propulsión de cohetes. Mi trabajo consiste en hacer predicciones analíticas de vuelo para el sistema de alimentación de propelentes líquidos (oxígeno e hidrógeno líquidos) a los motores del cohete Space Launch System de la misión Artemis. Después del vuelo, se analiza la telemetría para verificar que no se excedieron presiones y temperaturas máximas del sistema y de que no hubo anomalías. También estoy a cargo de hacer predicciones del sistema que controla el efecto 'pogo' durante el vuelo y he estado apoyando el equipo de ingenieros que trabajan en el sistema de drenaje durante el llenado de los tanques antes del lanzamiento del cohete.

CAMBIO: ¿Usted cree que la misión Artemis II sí puede lanzarse en 2026?
I. R.: La etapa central del cohete ya está en Cabo Kennedy, Florida. Tiene algunas cosas que hay que corregir antes de la integración final con el resto de las etapas y la cápsula. Todo depende de lo que decida la Nasa relativo a la cápsula Orión en la que volarán los cuatro astronautas a la luna. La etapa central, de la que somos responsables, va a estar lista.
La etapa central está compuesta por tanques de oxígeno líquido y de hidrógeno líquido, que alimentan los cuatro motores del cohete. Esta etapa impulsa el vehículo hasta alcanzar una gran altitud. Posteriormente, la etapa central se descarta y la etapa superior se encarga de poner en órbita la parte restante del vehículo alrededor de la Tierra y de impulsar la cápsula Orión hacia la luna.
CAMBIO: ¿Qué ha sido lo más emocionante de su carrera?
I.R.: Cuando estuve en Colombia, trabajé con una compañía de consultoría que quedaba en la Séptima, en Bogotá. Y allá que yo tenía un afiche en la oficina de un transbordador espacial aterrizando. Años después, tuve la oportunidad de ir a Cabo Kennedy y de estar en el edificio de ensamblaje, donde estaban integrando uno de los transbordadores espaciales antes del lanzamiento. Entonces, yo podía subir a la plataforma de varios niveles y estar al lado de un transbordador. Pero jamás en la vida se me ocurrió que yo fuera a estar trabajando con esos mismos transbordadores y estar allá al lado de uno de los que yo tenía en el afiche de la oficina.
Otro evento memorable fue el lanzamiento de Artemis I, que lo pude ver con mi esposa en Cabo Kennedy lo más cerquita que pudimos estar. Al principio, es muy brillante la llama, como si te tomara una foto con un flash. El cohete seguía ascendiendo, pero uno no oía casi el ruido hasta unos 20 segundos después. Cuando ya estaba en el aire, se empezó a sentir la vibración 'pom, pom, pom, pom' en el pecho. Sonaba más fuerte que los transbordadores espaciales porque este cohete tenía cuatro motores; mientras que los transbordadores solo tenían tres. Era muy brillante porque era de noche, el contraste era mucho más fuerte.

CAMBIO: Usted dijo que es creyente. Hay casos en los que los científicos justifican la no existencia de Dios a través de su campo de conocimiento. En su caso, ¿cómo lo ha manejado?
I.R.: Uno de los aspectos que me llevó a reconocer la existencia de Dios es el concepto del fino ajuste del universo o el principio antrópico. Esencialmente, todas las constantes en la física están tan finamente ajustadas que si alguna de ellas variara en un pequeñísimo porcentaje el universo no podría producir vida. Varios científicos famosos han notado que las características del universo parecen indicar que fue diseñado: Albert Einstein, Arno Penzias, Fred Hoyle, Robert Jastrow, Paul Davies, y muchos otros más. En alguna ocasión Albert Einstein dijo que: “Lo más incomprensible del universo es que es comprensible”. ¿Por qué podemos esperar derivar fórmulas matemáticas que describan las leyes del universo? Los conceptos dados por estos intelectuales me llevaron a aceptar que el universo fue diseñado. Por otro lado, acepté que el diseñador es el Dios de la Biblia. Hay conceptos cosmológicos modernos de que el universo tuvo un comienzo único y se expandió; ya estaban escritos en varios versículos en el Antiguo Testamento. La ciencia moderna lo confirmó solo hasta 1963. La cosmología de los “libros sagrados” de las otras grandes religiones no contienen esos conceptos.
CAMBIO: Hay otra pregunta que quiero hacerle y se la han hecho varias personas en los últimos años. ¿Por qué el hombre no ha vuelto a la luna?
I.R.: Toma mucho dinero, primero que todo. Es según el interés del gobierno y el apoyo del Congreso que los proyectos de la Nasa puedan tener continuidad a través de varias administraciones presidenciales. Si no hay fondos, se evapora eso. Por ejemplo, en la época del presidente Bush había otro cohete y cuando llegó Obama lo canceló y no quería que hiciéramos más cohetes: se quería concentrar en la comercialización del espacio. Entonces, de ahí surgieron SpaceX y otras empresas.
Segundo, debe haber interés del público. Al terminar el programa Apolo, la gente perdió interés en las misiones a la luna. A través de los años se proveyeron fondos para el desarrollo de los transbordadores espaciales y la estación espacial. El porcentaje del presupuesto nacional que se usa es muy limitado. Los transbordadores espaciales operaron por 30 años y la estación espacial se planea que continúe operando hasta 2030.
Cuando se acabó el programa de transbordadores espaciales, la Nasa buscó nuevas metas. En 2011 nuestra empresa empezó a trabajar en el cohete SLS para viajar a la luna y lo propuso a la Nasa. Entonces, se le buscó presupuesto necesario y se creó el programa Artemis. El proyecto ha sobrevivido todos estos años.

