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Nuevos instrumentos para la financiación de la naturaleza: clave para la conservación y restauración de la biodiversidad en la COP16
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Mariana Sarmiento, CEO de Terrasos, y Simon Zadek, codirector ejecutivo de NatureFinance, explican los principales retos del financiamiento para la biodiversidad. Además, reflexionan sobre las lecciones aprendidas durante la COP16 de cara a los esfuerzos de restauración y protección de la naturaleza.

Dependemos de la naturaleza para nuestra vida y bienestar, es esencial enfrentar el cambio climático y la economía depende de ella. Para que la naturaleza cumpla su papel, las industrias deben reducir su impacto y también invertir en su conservación y restauración, pues los ecosistemas son la base de toda la economía.
Proteger la naturaleza hoy es un desafío complejo que requiere educación, aplicación de leyes y fondos adecuados. Es crucial aprender de las comunidades que han cuidado el medio ambiente de manera responsable. Si no actuamos de esta manera, la naturaleza no podrá protegernos en el futuro.
Aún hay un déficit de financiamiento de 700.000 millones de dólares anuales para protegerla y los gobiernos enfrentan el reto de lograr acuerdos que movilicen recursos para el marco de biodiversidad global.
Dentro del menú de alternativas complementarias para cerrar la brecha de financiamiento, pero, sobre todo, para lograr la conservación y la reparación de los ecosistemas, una de las soluciones de las cuales se habló ampliamente durante la COP16 fueron los créditos o unidades de biodiversidad. Cada uno de estos créditos representa un resultado en material de biodiversidad logrado, generado en un proyecto de al menos veinte años. Estas unidades pueden ser utilizadas en contextos de cumplimiento ambiental, obligaciones o condiciones de financiadores e inversionistas, inversiones en ecosistemas de alta dependencia para la actividad productiva, o también para generar propuestas de valor hacia clientes y diversos grupos de interés.

Los créditos de biodiversidad se constituyen en un mecanismo nuevo, que bien desarrollado pueden facilitar el cumplimiento y las contribuciones por parte del sector privado en proyectos de alta calidad e integridad, además de traer nuevo capital de impacto al sector de la biodiversidad, y adicionalmente lograr que las comunidades se convierten en agentes e inversionistas principales de estos proyectos, teniendo en cuenta que son ellos quienes aportan el capital más importante para lograr las ganancias ambientales, el capital natural y sus conocimientos en cuanto a manejo.
Como antecedentes a este mercado, vale la pena resaltar que Colombia tiene un sistema de bancos de hábitat en donde existe un proceso de registro de proyectos, creación y comercialización de “cupos” de biodiversidad, y registro de las transacciones ante el Ministerio de Ambiente bajo el principio de pago por resultados.
Estos bancos de hábitat, los cuales no son entidades financieras, sino territorios en donde se generan ganancias ambientales a partir de las acciones de conservación y restauración, y se ofrecen en el mercado en forma de “cupos”, han permitido comprender el costo de la gestión de la biodiversidad y la reparación de los ecosistemas, así como crear esquemas innovadores de manejo fiduciario que permiten agregar inversiones en biodiversidad de múltiples empresas e inversionistas, como también asegurar la permanencia de las inversiones a treinta años.
Dentro de las lecciones aprendidas del esquema colombiano, pero también de otros mercados de naturaleza incluyendo el mercado de carbono, es claro que lograr los resultados en materia de biodiversidad en el largo plazo, requiere unas reglas claras por parte del Estado, adicionalmente se requiere un fortalecimiento de capacidades y un empoderamiento de las comunidades indígenas, afrodescendientes, comunidades locales y propietarios de tierras, para que sean ellos los protagonistas de estos mercados, de tal manera que aquellos proyectos que generen créditos o unidades de biodiversidad, realmente contribuyan a un desarrollo territorial y una gobernanza. Requieren también de una alfabetización de todos los posibles actores interesados, lo cual permite nivelar expectativas, tener un adecuado entendimiento de los riesgos y sus implicaciones, y realmente estructurar proyectos de alto impacto, resultado del diálogo de saberes.
En línea con lo anterior, desde junio de 2023, el Panel Asesor Internacional sobre Créditos de Biodiversidad (IAPB) del cual hacemos parte, y el cual está formado por un grupo grande de expertos en medio ambiente, política, finanzas y negocios, además de profesionales, activistas de comunidades locales y líderes indígenas, ha trabajado para desarrollar unos principios para estos mercados, consultando a expertos y comunidades por más de 18 meses. Estas recomendaciones, que presentó el panel, son prudentes y buscan generar un mercado de naturaleza que realmente asegure resultados positivos en la biodiversidad y en las personas que la custodian. Este panel presentó cinco recomendaciones clave para la creación de este mercado:
- A diferencia de los créditos de carbono, los créditos de biodiversidad no deberían utilizarse para realizar compensaciones transfronterizas e internacionales pues los impactos de la biodiversidad deben resarcirse en los lugares afectados.
- La demanda de créditos de biodiversidad no debería depender mayormente de decisiones voluntarias, pues su escala será muy limitada. Para aumentar su uso, es necesario impulsarlos mediante instrumentos de política pública, promovidos por gobiernos nacionales, regionales y locales, y que incluyan incentivos fiscales o condiciones de financiamiento preferencial. Así mismo, al ser el deterioro de la biodiversidad un factor de riesgo para la continuidad de los negocios, el sector financiero y asegurador puede y debe jugar también un rol en crear la demanda.
- Los créditos de biodiversidad deben comercializarse únicamente cuando existan evidencias claras de que no se han vulnerado los derechos de las comunidades indígenas, afrodescendientes y comunidades locales, incluyendo a los pueblos indígenas, establecidos en la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP) y otras normas internacionales.
- Los diferentes esquemas deberán considerar parámetros para el establecimiento de precios, e incluso unos costos mínimos, asegurando que se cubran al menos los costos necesarios para la gestión de los recursos naturales y el trabajo de quienes los protegen.
- Por último, es fundamental asegurar un acceso equitativo a los mercados de créditos de biodiversidad mediante mayores niveles de transparencia y capacitación para los administradores de estos recursos naturales.
Dicho esto, vale la pena mencionar que cada nueva herramienta para financiar la conservación necesita una mirada crítica, aprendiendo de los errores del pasado. Debemos actuar pronto para proteger la naturaleza. Cabe destacar que, en esta COP16 en Cali, se ha marcado un hito en los esfuerzos globales por proteger la biodiversidad, dejando claro que la comunidad internacional está avanzando en la comprensión y valoración de los recursos naturales como un eje central para la sostenibilidad.

Sin embargo, los avances alcanzados no son definitivos y aún persisten grandes retos, particularmente en áreas cruciales como la financiación y la implementación de los acuerdos establecidos. Es alentador observar cómo el sector privado ha comenzado a asumir un rol más activo y consciente en la preservación de la biodiversidad, reconociendo la interdependencia entre los negocios y la naturaleza, y cómo el sector financiero ha comenzado a identificar oportunidades de inversión que no solo aseguran rendimientos, sino que también contribuyen a la regeneración de ecosistemas.
Además, las comunidades locales han logrado un triunfo significativo, ya que su conocimiento y participación se reconocen como elementos clave para encontrar soluciones efectivas y justas. No obstante, recae una responsabilidad grande en los gobiernos, que deberán superar las barreras políticas y económicas para asegurar que los acuerdos alcanzados en la COP16 se traduzcan en acciones concretas, tanto a nivel nacional como global.
La verdadera prueba de esta conferencia será, por tanto, la capacidad de los países para lograr consensos que operativizan el marco mundial de biodiversidad y, sobre todo, garantizar que los compromisos se materialicen en medidas tangibles que protejan a los ecosistemas y mejoren las condiciones de vida de las generaciones futuras.
*Escrito por: Mariana Sarmiento, CEO de Terrasos y Simon Zadek, codirector ejecutivo de NatureFinance.
