Contra-política, un descarnado retrato del lado oscuro de Colombia

En la Galerìa El Cometa, de Bogotá, se presenta la exposición Contra-política, en la que participan los artistas plásticos Miguel Àngel Rojas, Jorge Julián Aristizábal, Camilo Restrepo y Carlos Castro.
Si en la variedad está el placer, esta exposición lo garantiza, aunque los temas que allí se tratan son poco placenteros, pues reflejan de manera muy crítica y a veces descarnada el fracaso de la política y de quienes la ejercen en un país marcado y estigmatizado por la violencia, la desigualdad y la debilidad del Estado, todo ello atravesado por el narcotráfico y los efectos que ha provocado en el estado y la sociedad en general.
Rafael Londoño, curador de la exposición, en el texto de sala lo señala con gran claridad: “La política, en un sentido importante, es la actividad de ejercer o intentar influir en el ejercicio de la autoridad pública, es decir, el poder que reclama legitimidad sobre la base de que actúa en nombre del pueblo. La contra-política, por el contrario, reivindica el fracaso del monopolio del poder público”.
Las obras aquí expuestas dan fe de ello. Es una exposición muy ecléctica no solo porque cada uno de los artistas tiene su propio sello, sino también porque su obra es variada y los cuatro utilizan diversas técnicas y materiales.

Miguel Ángel Rojas, el más veterano de los cuatro (nació en Bogotá en 1946), se centra ante todo en el uso de la hoja de coca como material básico para realizar ya sea dibujos o textos. Ejemplo de lo anterior es su díptico El camino corto, de 2010. Consiste en dos cuadros que enmarcan nombres de personajes. En el de arriba, celebridades de la música, la actuación y el deporte, entre otros, conocidos por tener algún grado de adicción a la droga, adornados con algunas estrellas de cinco puntas. En el de abajo, los alias de narcotraficantes, adornados con banderas de barcos piratas. Rojas utilizó recortes de hoja de coca y billetes de un dólar para escribir los nombres de varios de los alias de paramilitares y narcotraficantes junto con los de cantantes y actores.

Bloque y columna (nombre que evoca los bloques paramilitares y las columnas guerrilleras) la componen dos cajas de madera rectangulares que contienen hojas de coca. Una está puesta de manera horizontal y, a su lado, la otra está en posición vertical. Esta obra la realizó en 2004. Pero también utiliza los recortes de hoja de coca para mostrar figuras, como una ametralladora diseñada como si se tratara la viñeta de un comic (Bratatá, de 2001) y At the other side, de 2013.

Jorge Julián Aristizábal (Medellín, 1962) también presenta piezas de diversa naturaleza. Por un lado están sus intervenciones a páginas de periódicos, como Color press, de 2013 y 2014, en los que pinta con acrílico parte de las fotografías que ilustran la nota de prensa. A los políticos les pone una máscara color piel y guantes. A los guerrilleros, guantes rojos. A los militares les pinta el cuerpo de verde y les tapa el rostro con pintura negra. A los delincuentes les dibuja un antifaz. Este año retomó esa técnica para realizar la serie De labios para afuera, que es una sección del periódico El Espectador.

En otras dos obras juega con la bandera de Colombia. En vez de presentar las tres franjas habituales, crea una especie de mosaico geométrico en que los colores aparecen repartidos de manera caótica. Una de ellas es la acuarela No exijan perfección, de 2020, y Aspiraciones, de 2023, en que la bandera, ahora elaborada en tela, está sujeta a una aspiradora que hace las veces de mástil. En otras piezas (Calendario para adictos y 1,94 cm línea, ambas de 2006) le da una mirada irónica a la cocaína. De hecho, Aristizábal mide 1,94 metros, que es la altura de sus tres líneas de cocaína.

Camilo Restrepo (Medellín, 1973) creció con el auge del narcoterrorismo y convivió con él, y esto se refleja en las obras que presenta en Contra-política. En su obra se refleja su espíritu de investigador compulsivo. Prueba de lo anterior son las piezas que componen su obra Alias, de 2022 y 2023. Una de ellas es una larga tira en la que pegó los nombres de los alias de guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes que encontró tanto en titulares como en el cuerpo de los textos de las noticias. A su lado presenta un cuadro que señala cuáles alias aparecieron en el periódico cada día del año y cuántas veces apareció ese día cada uno de ellos. En Fashion police, de 2022 y 2023, pinta las camisetas que tenían puestas delincuentes que fueron capturados o dados de baja.
En varias de sus piezas como Quemarropas, Juegos finitos/ juegos infinitos y Sinfín se presenta de manera muy cruda el impacto (literal) de la violencia (las armas de fuego), en rostros desfigurados por el impacto de una gran bala. Por su parte, en Un buen muerto, escultura-instalación de 2023 compuesta por un hipopótamo en impresión 3D resina y acrílico, stickers y recortes de periódico plastificados, hace alusión a estos animales que escaparon de la hacienda Nápoles.

El más joven de los integrantes de Contra-política es Carlos Castro (Bogotá, 1976) quien sorprende a los visitantes con una serie de tapetes de estilo muy clásico, bordados con motivos alusivos al contexto del narcotráfico y la violencia que el artista realizó en 2022. En La silla del cacique, el principal protagonista es el cantante vallenato Diomedes Díaz. En El rapto de sus majestades satánicas comparten tapiz algunos integrantes de los Rolling Stones con Pablo Escobar y Carlos Lehder. La gran narco arca muestra una escena bucólica de Pablo Escobar rodeado de diversos especímenes de la fauna africana y, al fondo, se ve la entrada de la Hacienda Nápoles con su avioneta.

Democracia, de 2014, es una instalación con armas cortopunzantes de diversa índole decomisadas por la Policía de Bogotá, varias de ellas manchadas de rojo. Por su parte Capador, también de 2014, es un instrumento musical hecho con pipas que se utilizan para fumar bazuco. También presenta esculturas, como La paloma explotada, de 2011, que evoca una escultura de Fernando Botero que destruyó la explosión de una bomba, y El sueño del libertador, de 2022, una estatua de Bolívar montado no sobre un caballo sino sobre un hipopótamo.
Aunque el recorrido por las salas en más de una ocasión provoca sonrisas cómplices, la sensación que queda al salir de la galería es de abatimiento y desazón.

Galería La Cometa
Carrera 10 No. 94A-25, Bogotá.