'Debí Tirar Más Fotos' y la lección de historia de Bad Bunny

Crédito: Colprensa/ Externos

14 Enero 2025 02:01 pm

'Debí Tirar Más Fotos' y la lección de historia de Bad Bunny

El nuevo álbum del artista 'tico' combina nostalgia y política para ofrecer una visión contemporánea de Puerto Rico.

Por: Juan Francisco García

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Es legítimo que la voz y la obra de Bad Bunny le parezca a uno un bostezo que no termina, como me dijo un colega. Como lo es que en estos tiempos en que el reggaetón es la música de fondo, el cuerpo y los tímpanos se resistan ante “todo lo que se le parezca”. No mienten quienes señalan, con resignación y hastío, los lugares comunes, explotados hasta la saciedad, de la música urbana –ni siquiera hay que nombrarlos–.  Se puede, pues, ir por la vida sin nunca más volver a oír un estribillo del ‘Conejo Malo’ sin que esto cause arrepentimiento o perjuicio alguno. 

Y, sin embargo, el lanzamiento de DeBí TiRAR MáS FOTos, el último álbum del puertoriqueño “que más pega” en las radios del planeta, bien puede celebrarse como uno de los acontecimientos felices de este año que empieza. 

Volver a Puerto Rico 

Después de un Un Verano Sin ti –el álbum más escuchado en la historia con más de 15 billones de reproducciones–, pareció que Bad Bunny había llegado a su techo. El 2022 lo cerró con una gira que le dejó en el bolsillo 435 millones de dólares netos y la plena conciencia de ser, cantando en español, el artista fetiche de cualquier manager cercano a la escena urbana. Parecía lógico, para su siguiente producción, seguir por la senda que lo consolidó como un cometa Halley de la industria. Y así repetirse hasta diluirse, en la comodidad de la viralidad digital, como le pasa a su competencia. 

No es el caso con Benito: si algo hay consistente a lo largo de su carrera, desde que irrumpió en la escena pateando la puerta con X100PRE, es que hace lo que se le da la gana, como se le da gana y cuando se le da la gana. Y esta vez lo que le dio la gana fue volver a Puerto Rico. 

Volver, no para revolucionar ni inventar una isla nueva, como bien lo señala Vanessa Rosales en The Gazing, sino para homenajear –y sí, actualizar– sin dejar de lado sus sintetizadores, sus letras y experimentos excéntricos, el legado musical de sus antecesores.

“He venido oyendo por mucho tiempo a Chuíto, el de Bayamón –paradigma de la música jíbara puertorriqueña de los años cuarenta–, y siento que cantamos lo mismo, las mismas historias”, le dijo a The New York Times

Por eso tiene sentido el tono jíbaro de iLo Que le Pasó a Hawai, la canción triste que denuncia la gentrificación en Puerto Rico. La deformación alevosa pero tan propia del artista de Un Verano en Nueva York, del Gran Combo, que se da sin restricciones en NUEVAYol. La colaboración con los Pleneros de la Cresta, una banda local que fusiona ritmos modernos con la plena, ese ritmo nativo que se originó en la isla en el siglo XIX en las regiones azucareras. Tiene sentido, y da ganas de servirse un ron doble, oír a Bad Bunny aventurarse a una salsa, sin virtuosismo, pero sin falsearse, en BAILE INolVIDABLE

El álbum transcurre y avanza y perrea a partir de los ritmos que le interesan, en lo más íntimo, a Bad Bunny, que, según su condición de melómano nostálgico de la isla, son los ritmos que le interesan, conmueven y emborrachan a Puerto Rico. Incluidos, claro, a los latinoamericanos que, aunque no nacimos en el núcleo de la salsa, la plena y los ritmos de Bayamón, sí hemos construido nuestra repisa musical bajo su influencia. 

Aunque parezca un oxímoron, el “álbum del reggaetonero que canta como bostezando” es una lección de historia musical de la isla. Al actualizar los géneros y mezclar con pirotecnia música para discoteca, ritmos tradicionales y la 'música de los abuelos', el oyente se entera, mete al cuerpo, la idiosincrasia musical que ha hecho grande a Puerto Rico. 

Música protesta 

Esto hace que sea meritorio, y deseable, que salga al aire un álbum como Debí Tirar Más Fotos en el que, de comienzo a fin, la nostalgia es también pulsión política. Bad Bunny se vale de los ritmos primigenios de su isla –y reúne y colabora con artistas locales que luchan por consolidarse– para advertir, a su manera, que oscila entre lo críptico y lo explícito, los dolores de su gente: la gentrificación a causa del turismo desatado y la especulación inmobiliaria, la pobreza, los desmanes que han dejado los huracanes, el encarecimiento de la cotidianidad, el despecho.Quieren quitarme el río, y también la playa/ Quieren el barrio mío y que abuelita se vaya”, canta.  

Está en el juicio de cada cual decidir si los mensajes que sus letras esconden tienen profundidad, relevancia o ingenio; pero es innegable que el nuevo álbum tiene un concepto y un cuerpo narrativo que evidencia que su creador trasciende al compilador de éxitos de discoteca y que entiende, por ejercerla, la fuerza social de la música.

Bad Bunny es, sobre todo, un echador de cuentos. Un trovador del perreo que no ha cumplido 30 años y que no hace mucho trabajaba en un supermercado, salvándose del peso de la vida tarareando canciones para luego, sentado en una silla Rimax, imaginar que un día contaría, a su manera, todo lo que le pasaba por el corazón y la cabeza. 

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