Novena de Navidad: historia, quién la escribió y por qué se reza en Colombia
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La Novena es una tradición propia de Colombia. Además de su innegable significado religioso, también es un evento que reúne a familiares y amigos alrededor de una celebración muy sencilla que forma parte del patrimonio cultural del país. Su texto, florido y con términos arcaicos, tiene una larga historia.
Por: Redacción Cambio
Si algo hace que la celebración de la Navidad en Colombia sea tan especial, sin duda es la Novena de Aguinaldos, un texto familiar a cualquier colombiano, independientemente de que sea creyente o no practicante. En la memoria habitan versos como “ya la oveja arisca, ya el cordero manso”, “de Israel anhelo, pastor del rebaño”, “Oh, raíz sagrada que de José en lo alto”, “prosternado en tierra te tiendo los brazos”, por no hablar de ese gran consejo para la vida que a veces las personas pasamos por alto: “Oh, divino niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios”.
Esta costumbre se lleva a cabo en la época de Adviento (las cuatro semanas previas al 25 de diciembre, día de Navidad) entre los días 16 y 24 de diciembre. Por lo general se reza frente a un pesebre que representa el nacimiento de Jesús en un portal de Belén. Consiste en una serie de oraciones alusivas a dicho nacimiento, con reflexiones y alabanzas acompañadas con cánticos navideños. Este texto, que solamente se reza o se lee en Colombia y algunas partes de Venezuela y Ecuador, es pariente cercano de las Posadas que se rezan en México y América Central.
Como se decía antes, no hace falta ser creyente para disfrutar de la Novena, ya que este es un evento que reúne a familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo alrededor de una tradición cultural muy profunda. Al igual que lo que sucede con los carnavales, proviene de una celebración religiosa, pero quienes en ella participan no necesariamente lo hacen por un asunto de fe.
La Novena del Niño Dios la componen una oración para todos los días, una consideración para cada uno de los nueve días, una oración a la Santísima Virgen, otra oración a San José, los gozos o aspiraciones para la venida del Niño Jesús y una oración al Niño Jesús. Por lo general, al terminarse de rezar la novena suelen cantarse algunos villancicos.
Así nació un texto muy particular
El texto tiene una historia que se remonta al siglo XVIII. Su creador fue fray Fernando de Jesús Larrea, sacerdote franciscano nacido en Quito en 1700 y quien murió en Cali en 1773. A partir de 1742, Fray Fernando llevó a cabo misiones populares como predicador en muchos lugares de Colombia y Ecuador. Además, en 1757 fundó el Colegio de Misiones de San Joaquín de Cali. Después de su ordenación en 1725, predicó en Ecuador y Colombia. Este primer texto fue un encargo de Clemencia de Jesús Caycedo Vélez, quien había fundado el Colegio de La Enseñanza en Bogotá.
El texto se publicó por primera vez en 1743. Se mantuvo durante más de un siglo, hasta que lo modificó la madre María Ignacia, cuyo nombre original era Bertilda Samper Acosta, hija de José María Samper y Soledad Acosta de Samper. Es decir, nació en el seno de una familia muy prominente y dedicada a las letras, el periodismo, la educación y el humanismo. En 1886, María Ignacia ingresó al Monasterio-Colegio de La Enseñanza, donde conoció la Novena de Aguinaldos de Fray Fernando. La Madre María Ignacia retocó considerablemente el texto, le agregó los gozos, y la edición más célebre, conocida hasta el día de hoy, fue aprobada por el arzobispo de Bogotá en 1910 bajo el título Novena del Niño Dios.
Uno de los principales encantos del texto de la madre María Ignacia es su lenguaje florido y cargado de arcaísmos, aunque a veces eso complica su comprensión. Por esa razón se han hecho diversos intentos para actualizar el lenguaje. Por ejemplo, reemplazar el voseo reverencial por el uso del mucho más familiar tuteo, así como cambios de ciertos términos, como por ejemplo reemplazar “padre putativo” (que se presta para bromas de doble sentido) por “padre adoptivo”. Esos cambios, aunque entendibles porque los idiomas evolucionan, le quitan parte de la gracia a la Novena del Niño Dios, ya que la convierten en un texto plano y sin ningún arraigo cultural. Por ese motivo, el texto de 1910 se ha mantenido como un símbolo espiritual y cultural de los colombianos.