Bruce Mac Master: "Esta reforma laboral va a terminar yendo en contra de la superación de la pobreza"
21 Mayo 2023 03:05 am

Bruce Mac Master: "Esta reforma laboral va a terminar yendo en contra de la superación de la pobreza"

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

El presidente de la Asociación Nacional de Industriales (Andi) habló con CAMBIO sobre productividad, innovación, educación y, claro, sobre la reforma laboral. ¿Qué es lo que le genera temor?

Por: Angélica M. Gómez

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Bruce Mac Master, presidente del gremio de industriales Andi, dice que las empresas están de acuerdo con cuatro pilares que debería incluir la reforma laboral que cursa en el Congreso: mejorar el ingreso de los trabajadores, aumentar la protección social, evitar la precarización y defender el trabajo decente.

Sin embargo, advierte que el texto propuesto por el Ministerio de Trabajo hace todo lo contrario y que, en vez de cumplir lo que promete, amenaza con producir más desempleo e informalidad. 

CAMBIO: Ya está lista la primera ponencia de la reforma laboral, con un nuevo texto. ¿Qué le sigue preocupando del proyecto?

Bruce Mac Master: De tanto en tanto los países deben ajustar su normatividad para mejorar, para lograr acomodarse a lo que sucede en cada época, para ajustarse al entorno internacional, de manera que es normal que Colombia quiera hacer una reforma laboral. Además de eso, es evidente que el mercado laboral colombiano tiene una gran cantidad de características indeseables, en especial el desempleo, la informalidad y la baja productividad. Esas tres cosas ameritan que el país entre realmente en la conversación de una reforma laboral. 

Colombia tiene una tasa de desempleo que todo el mundo conoce –superior al 10 por ciento casi permanente– y no logramos tener una cifra razonable y tranquilizante en términos de desempleo. 

Además, tenemos un fenómeno característico de la segunda mitad del siglo XX, que es la informalidad. Eso es gente que trabaja mucho pero que no tiene ningún tipo de cobertura en protección social. Esa es una de las principales razones por las que la gente no tiene pensión en Colombia y tenemos que acudir eventualmente a que el Estado cubra lo que no se hizo por la vía del mercado laboral, que es generar unos ahorros o aportes por parte de las personas y empresas. 

Y luego, los economistas hemos identificado, e incluso el presidente lo repite con alguna frecuencia, que Colombia tiene una productividad bajísima. 

Con ese panorama, cuando nos plantean trabajar en una reforma laboral, por supuesto que aceptamos. Nos sentamos en la comisión de concertación en octubre de 2022 y decidimos participar en un proceso constructivo. Trabajamos durante cuatro o cinco meses y nos encontramos con que la intención de reformar no se refería casi a ninguno de esos tres temas; se refería solo a algo –que también es importante– que es es aumentar la protección social de los trabajadores; una serie de disposiciones que han sido expuestas por las centrales de trabajadores durante muchos años, que en forma limitada restringen el ámbito del mundo laboral a cosas que tienen que ver con la representación que ellos hacen de los trabajadores, que es importante, pero que es en realidad un ejercicio muy parcial alrededor del mundo laboral.

Entonces nos parece que estamos perdiendo la oportunidad inmensa de ajustar el mercado laboral para que, efectivamente, Colombia sea buena en producir actividad económica y, por ende, mayor bienestar para toda la población. 

También nos preocupa que muchas de las disposiciones contenidas en el proyecto vayan incluso en contra de esos objetivos generales. Por ejemplo, que produzca –como lo dijeron el Banco de la República, la Andi, el Cesla, que es el Centro de Estudios Laborales y Sociales de la Andi, Fedesarollo y grupos internos de análisis dentro del Gobierno– desempleo e informalidad, que es todo lo contrario de lo que debe suceder. 

Estamos frente a una reforma inmensamente contradictoria con los principios generales de los objetivos que deberíamos buscar desde el punto de vista laboral, social y de una variable que para mí siempre ha sido importante porque le he dedicado mucho tiempo a eso en mi vida: la superación de la pobreza. Esta reforma va a terminar yendo en contra de todos los objetivos de superación de la pobreza. 

CAMBIO: La ministra de Trabajo lo que dice es que la reforma no genera empleo per se, sino que, como los trabajadores van a ganar más, consumirán más, y eso activará más a las empresas. ¿Cuál es su respuesta a esa frase?

B.M.M.: Es una frase de esas efectistas en el sentido de que la mejor política es darle más plata a la gente. Eso es cierto si uno le da plata a toda la gente y si genera empleo para todos. Pero cuando uno se concentra exclusivamente en un grupo y termina olvidándose de la mayoría de la población, y cuando uno termina concentrándose en un grupo relativamente minoritario –porque es menos del 50 por ciento de las personas económicamente activas–, está por lo menos generando una situación de inequidad en la que a una gente en particular le vamos a generar mucho más ingresos y el resto no importa. Y decir eso en cabeza de un Gobierno que tiene corte social es, por lo menos, una inmensa contradicción. 

CAMBIO: ¿Cómo combatir esas frases efectistas y contradictorias? 

B.M.M.: A nosotros, como representantes de los empleadores formales, nos cuesta mucho trabajo a veces esta discusión, porque nos encasillan alrededor de esas frases cliché, pero en realidad lo que hacemos es tratar de que el mundo formal crezca. Esa es la tarea nuestra, y a veces, en la búsqueda de que el mundo formal crezca, nos tratan de decir cosas como que no somos capaces o que no queremos que los trabajadores ganen más. Claro que queremos que los trabajadores ganen más, pero tenemos que aceptar la realidad de que en ciertas condiciones los negocios, los emprendimientos, las pymes pierden viabilidad; entonces, podemos estar generando un efecto no deseado por nadie. 

Esa defensa no es fácil de hacer porque luego nos encasillan como que no estamos suficientemente conscientes de la situación. Sí lo estamos, lo que pasa es que tenemos que decir las cosas en blanco y negro. Por eso quiero hacer un derecho de petición –o una acción de cumplimiento– para que todo lo que se discuta de la reforma laboral tenga al lado el análisis de evaluación de impacto por parte del Gobierno. 

Eso es lo responsable y el Gobierno tiene dos equipos muy potentes que son el equipo de análisis macro de Hacienda y el de análisis macro del DNP, grupos muy técnicos que trabajan para el Gobierno, que son subalternos de los ministros y del presidente, que les pueden decir exactamente con cada decisión cuál es el impacto de lo que se está presentando.

Tenemos que mantener esos objetivos en nuestra mente. Por supuesto, empleo, trabajo decente, protección social para los trabajadores, reducción de la informalidad y aumento en la productividad tienen que ser nuestros objetivos, pero no podemos olvidarnos de los otros objetivos. Me sorprende la forma en que se están olvidando de los desempleados y de los informales, que son la mayoría de los colombianos. 

CAMBIO: La ponencia baja algunos de los mayores costos de contratación y despido en el mundo formal que se propusieron. ¿Están más tranquilos con esa modificación?

B.M.M.: La forma de evaluar realmente muchas de las medidas económicas es tratando de entender a la gente que está en el límite de la viabilidad. Esas personas son tres grupos de compañías: las que están teniendo problemas económicos grandes, las pymes y mipymes, que no han logrado todavía crecer pero que aspiran a hacerlo, y los emprendedores, que son las personas que están tratando de tomar decisiones sobre inversiones o contrataciones. Muchos de los efectos que están planteados en el proyecto de ley no afectan tanto a las compañías medianas y grandes, que harán algunos ajustes. El problema está en estos tres tipos de compañías. 

Hay que preguntarles a un emprendedor y a una compañía con dificultades económicas si en este momento, con las condiciones que están siendo planteadas, contratarían más gente o no la contratarían. Lo que yo me estoy encontrando es que todos los emprendedores están diciendo que en este momento Colombia no es el sitio para desarrollar nuevos negocios. De repente van a tener que pensar en otros lugares. 

El mundo del trabajo está cambiando muchísimo y eso es parte de lo que tampoco incluye la reforma. No reconoce que el mundo se está volviendo digital, la reforma no reconoce que hace cuatro o cinco meses apareció a disposición de todo el mundo el ChatGPT y todas las herramientas de inteligencia artificial; la reforma no reconoce que una muy buena parte del trabajo de hoy es transfronterizo, es decir, gente que trabaja aquí y es, por ejemplo, de una compañía noruega.

Parecemos dando discusiones de los años setenta. Es como si estuviéramos conversando con José Raquel Mercado, y este momento estamos dando una conversación en un mundo que está cambiando. Si Colombia no se pone las pilas y no está a tono con lo que sucede a nivel internacional, lo único que vamos a hacer es rezagarnos, la productividad se va a ir a cero. 

CAMBIO: Ustedes tienen a la Andi del futuro, que son emprendedores y todos usan tecnología. ¿Estarían más de acuerdo con que la reforma establezca un marco legal general que permita desarrollo y adaptación a medida que creen nuevas tecnologías? 

B.M.M.: Hay muchos casos en los cuales reglamentar por la vía de las leyes genera inflexibilidades grandes a la luz de los avances que se están presentando en el mundo digital. Uno de los casos más obvios fue lo que sucedió en su momento con las plataformas de transporte, o lo que sucedió con las de alojamiento. Son muchísimos casos y van a ir cambiando, de repente dentro de cinco años no existen esas tecnologías tampoco. 

Entonces, claro, ese es uno de los retos que tenemos, y es parte de lo que tenemos que saber. El mundo de la regulación debe tener suficiente flexibilidad como para poder ajustarse a las nuevas tecnologías y a las nuevas formas. Pero eso no está en ningún sitio de la reforma, no hay ninguna mención a eso. Por eso digo que me siento dando la discusión alrededor de una Colombia de los años setenta. 

CAMBIO: El ministro Bonilla ha dicho que el punto debería ser más bien la productividad. Si están de acuerdo con el Gobierno en eso, ¿sienten que el ministro puede ser un mejor aliado para plantear que la reforma laboral incluya cosas que impulsen la productividad? 

B.M.M.: El ministro tiene la virtud de ser un buen economista y entiende las herramientas de análisis y de toma de decisión que eventualmente se basan en entender la economía como un todo. Yo espero que el ministro tenga la capacidad de influir suficientemente sobre esta discusión, haciéndoles caer en cuenta de los inmensos errores en los que podemos caer. 

El presidente también habla de la productividad, lo menciona en muchísimos discursos, pero no he oído cuáles son las soluciones planteadas para el tema de la baja productividad. 

Una de las personas que más ha hablado del tema de productividad, por ejemplo, es Dan Rodrik, el economista turco. Lo trajimos a la Andi y nos dijo que una de las razones por las cuales Colombia no avanza realmente es porque no es productiva. Lo menciono así porque una de las formas de producir productividad quizá va en contra del empleo en el sentido de que va atado a la tecnología, y entonces nos preguntamos: ¿Cuál va a ser la estrategia de Colombia para aumentar la productividad? ¿Es acaso más inversiones de capital y menos mano de obra? Y esa pregunta la tenemos que resolver entre todos, tenemos ese reto, pero también tenemos que definir qué vamos a hacer para no cometer un error desde el punto de vista social en términos de empleo. 

CAMBIO: ¿Cuáles serían las propuestas de ustedes para aumentar la productividad y para mejorar la formación para el trabajo?

B.M.M.: Una idea que siempre he tenido y lo he expresado muchas veces en la Andi –y esto también va a parecer que es una discusión antigua– es que Colombia tiene que redefinir completamente el Sena, que es una herramienta potentísima creada hace 60 años para producir habilidades técnicas y tecnológicas, para ajustarlo a las necesidades que existen en el mundo y en el país. Lo logra en algunas ciudades y en algunas especialidades, pero no lo logra en la mayoría de las personas formadas. De hecho, en muchas partes hace cosas que no necesita Colombia y las hace con calidad relativamente baja. 

Creo que una de las grandes estrategias que Colombia debería diseñar en este momento es la formación especialmente de técnicos y tecnólogos, pero de altísima calidad en cosas realmente valiosas. Entre otras cosas porque, si no hace eso, está cometiendo un acto poco ético con los jóvenes. Generar la ilusión a los jóvenes de que si estudian en el Sena van a salir bien formados y van a tener una buena capacidad o van a ser contratados y van a tener capacidad de generar ingresos, y no hacerlo, es sin duda un acto de fraude muy grande con los jóvenes. 

El Sena le llega a mucha gente. Si se incluyen todos los programas, puede ser que le llegue a dos millones de jóvenes, eso es más grande que todas las universidades juntas. Pero llegarles a dos millones de jóvenes y no aprovechar ese vehículo para hacer una cosa muy potente con programas relevantes, pertinentes y con programas de alta calidad es una oportunidad que no podemos desperdiciar y la hemos desperdiciado por muchos años. El Sena sí tiene programas buenos y sí tiene sitios en los cuales lo logra hacer, pero no lo logra hacer con los dos millones de jóvenes a los cuales impacta. Lo hace con una minoría muy pequeña en términos porcentuales. Yo me dedicaría a eso. 

Y luego está el tema, por supuesto, de las universidades. Allá pasa exactamente lo mismo. Las universidades deben ser conscientes de que todas, no solamente las más altas en el ranking, tienen una responsabilidad inmensa con cada joven que reciben. Y entonces producir, por ejemplo, contadores de baja calidad o con baja formación, o abogados con baja formación, es un acto casi de corrupción. La responsabilidad del sector educativo es muy grande.

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