La industria webcam en Colombia: entre el lujo y la explotación
26 Mayo 2023

La industria webcam en Colombia: entre el lujo y la explotación

Crédito: Yamith Mariño Díaz

Aunque se ha presentado como una alternativa para enfrentar la precarización laboral, la industria webcam no produce ganancias exorbitantes para todas las modelos. ¿Cómo funciona el negocio y por qué es urgente la regulación?

Por: Maria F. Fitzgerald

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Fajos de billetes. Carros lujosos. Joyas. Ropa. Bolsos. Casas enormes y viajes por todo el mundo. Si les preguntan, aseguran que sus cuentas bancarias cada día crecen más y que todo lo han conseguido gracias a su trabajo siendo modelos webcam.

 Aida Cortés, una de las influencers más famosas en Colombia, asegura que ha conseguido hacer más de 100 millones de pesos al mes como modelo webcam. Incluso, durante una entrevista, dijo que uno de sus clientes le pagó simplemente por verla dormir: “Él me veía cansada, después de estar varias horas transmitiendo, entonces me decía que hiciera un privado y me decía ‘duerme’. Él pagó millones para que yo durmiera y descansara durante 60 minutos”

Cuando se pregunta en TikTok, el buscador arroja miles de videos como este, donde las y los modelos hablan de sus experiencias, dan tips, enseñan cómo afiliarse a los estudios webcam y cómo conseguir ganar millones con este trabajo. Según ellos, a todos les va bien. Pero la realidad es que no todos consiguen semejante estado de prosperidad. 

Esta industria, que según la Asociación del Comercio Electrónico para Adultos (Asocea) significó más de 600 millones de dólares en recaudo para el país sólo el año pasado, se ha presentado como una alternativa a la precarización y altos niveles de desempleo, principalmente para mujeres jóvenes en países latinoamericanos. 

Pero el boom no las ha beneficiado. En realidad, muy pocas son las personas que realmente consiguen vivir de la transmisión en línea. 

Cómo funciona la industria

En el mundo existen pocas plataformas por las que se puede transmitir este tipo de contenido. La más popular, es Chaturbate. Es en la que es posible hacer más dinero, pues es a la que más personas se conectan. De acuerdo con SimilarWeb –una página que registra el tráfico en páginas web–, Chaturbate ocupa el puesto 50 en las páginas más visitadas a nivel global y registra más de 468 millones de visitantes mensuales.  

Otra plataforma que en los últimos años ha tenido un crecimiento de audiencia importante es StripChat, que tiene 400 millones de visitantes mensuales. Como ellas, hay aproximadamente otras 10 plataformas registradas en internet. Sin embargo, por ser poco conocidas, las modelos suelen preferir Chaturbate o StripChat. 

Existen alternativas como Only Fans en las que es posible vender fotos y videos, pero no transmitir en vivo. Por eso, Chaturbate y StripChat son las opciones principales para hacerlo. En estas plataformas, los clientes pagan con tokens –el equivalente a una propina– porque en muchos países el trabajo sexual no está permitido. Por ello, el dinero no puede entrar como un pago directo, sino como una propina. 

Esos tokens, dependiendo de la plataforma, se traducen en dólares. En Chaturbate, un token equivale aproximadamente 0,05 dólares para las modelos. Durante las transmisiones, los clientes les envían tokens a las modelos; de esos tokens, la plataforma se queda con algo más del 50 por ciento.

Así, si un cliente compra un paquete de 100 tokens –los paquetes de tokens van desde 100 por 10,99 dólares, hasta 550 por 49,99 dólares–  y decide dárselos todos a una sola modelo, la plataforma se queda con 5,99 dólares y la modelo recibe 5. 

Entre la modelo y la plataforma hay otros actores que intervienen. Así que, de esos 5 dólares, ella se quedará con mucho menos. El primer actor que interviene son los estudios webcam. En Colombia, se estima que existen alrededor de 5.000 estudios registrados en todo el país. Otro tanto funciona de manera ilegal. 

Los estudios legales cuentan con cámaras de alta calidad, internet de alta velocidad –dos condiciones que exigen las plataformas de transmisión– y las condiciones de salubridad que son exigidas por las autoridades para que puedan funcionar.

Esta parece una buena alternativa para las modelos, pues, en su mayoría, son mujeres que no cuentan con los recursos para comprar los equipos, adecuar las habitaciones y comprar implementos como juguetes y demás que se usan durante las transmisiones.

Si una persona quisiera transmitir de manera independiente, tendría que gastar al menos 10 millones de pesos entre equipos, cámara, juguetes, lencería e infraestructura. Así, se ahorraría la parte que le quita el estudio. Pero contar con 10 millones de pesos es difícil. 

El tema es que, dependiendo del estudio, la modelo tendrá que pagar entre el 45 y el 50 por ciento de las ganancias que genera. Así, de esos 5 dólares que le quedaban, tendrá que entregar otros 2,5 dólares. 

Con esos 2,5 dólares, la modelo se enfrentará con otro obstáculo: las casas de cambio. Como este dinero entra en forma de propinas, y el trabajo webcam no está regulado aún en el país, no es fácil que los bancos acepten el dinero, pues son transacciones que no se pueden justificar bajo las regulaciones colombianas. Por eso, ese dinero debe pasar por casas de cambio y figurar como remesas. 

Estas casas de cambio registran el dinero, lo legalizan y lo consignan a las cuentas de los estudios webcam. El problema es que las casas de cambio establecen arbitrariamente a cuánto pagarán el dólar ese día. Puede que el dólar esté registrado en 5.000 pesos, pero la casa de cambio decida pagarlo ese día a 3.000 pesos. 

Restando los intermediarios, los 10,99 dólares del paquete de 100 tokens, que se convierten en 5 por la comisión de la plataforma, que se reducen a 2,5 por la comisión del estudio web cam, que se pagaron a 3.000 pesos, terminan convertidos finalmente en 7.500 pesos.

Las denuncias por explotación laboral

“Usted dice hágale, yo igual me meto porque puedo hacerme siete mil por hora. Eso puede ser más de lo que me puedo hacer puteando en la calle y se supone que estoy más segura. Pero no es así. Dentro de los estudios también nos violan, también nos golpean, también nos vulneran. Pasa muchas veces que usted está ahí en plena transmisión y entra la Policía, de repente, dizque para vigilar que todo esté bien. Pero lo único que hacen es violentarla”, asegura Laura*, quien desde hace más de diez años se ha dedicado al trabajo sexual y, luego de la pandemia, se decantó por la industria webcam. 

Laura* asegura que, para poder tener una quincena que le permita sobrevivir, muchas modelos webcam tienen que transmitir durante 12 horas seguidas: “Imagínese el impacto que eso tiene para la mente y el cuerpo. Por eso muchas terminan recurriendo a sustancias, que además muchas veces se las dan los mismos dueños de los estudios. Y aún así, una muchas veces termina recibiendo quincenas de cuarenta mil pesos por toda la plata que le quitan”. 

En vista de que el modelaje webcam aún no está regulado, en Colombia los estudios webcam han sido escenario para explotación y violencia contra las modelos. Recientemente, en un estudio en Cúcuta, la Policía encontró a mujeres secuestradas que eran obligadas a transmitir como modelos. Un caso similar ocurrió en Villavicencio, cuando hace menos de un mes las autoridades hallaron más de diez niñas que eran explotadas sexualmente en transmisiones online. 

Sin embargo, las asociaciones de estudios se defienden y aseguran que, sin ellos, el panorama pondría en mayor riesgo a las modelos: "Es importante entender que nosotros estamos ayudando no sólo a proteger a las modelos, que actualmente funcionan como trabajadoras independientes y son nuestras socias, sino que, además, estamos significando un reporte de recaudo para el Gobierno. Somos nosotros los que ayudamos a centralizar esta actividad y a generar más de 150.000 empleos indirectos que no tienen que ver ni siquiera con las modelos", asegura Iván Cuéllar, fundador de IMG, una de las asociaciones de estudios webcam en Colombia. 

Cuéllar asegura que lo que ellos están pidiendo es la formalización de esta industria. Para él, los delitos están siendo cometidos por los establecimientos ilegales, que no cumplen con los estándares de cuidado para las modelos y los trabajadores. Añade que es importante ver que no es la industria webcam en sí misma la que promueve este tipo de delitos, sino que es algo que se extiende a diferentes industrias que no están necesariamente relacionadas con el entretenimiento para adultos. 

Varias iniciativas que buscan la regulación del negocio han sido presentadas al Congreso, pero ninguna ha salido adelante. La más reciente fue incluida en el proyecto de Reforma Laboral diseñado por  el ministerio de Trabajo del Gobierno Petro. 

En las primeras versiones de la reforma se incluyó un artículo que pretendía obligar a los estudios a garantizar sueldo y prestaciones de salud y pensión a las modelos. Pero en la versión final, este artículo desapareció. Una fuente reservada del Ministerio de Trabajo le dijo a CAMBIO que el motivo fueron las presiones ejercidas por los estudios webcam. 

En entrevista con Blu Radio, Juan Carlos Rivera, miembro de la junta directiva de la Asociación del Comercio Electrónico para Adultos (Asocea), aseguró que la reforma, como estaba, significaría la desaparición de la industria webcam en Colombia porque planteaba condiciones que las modelos no deseaban: “Para nosotros esta reforma sería el fin de la industria en Colombia. Las modelos no trabajarían de la manera como lo propone el Gobierno. Ellas no van a querer cumplir un horario o cumplir una cantidad de cosas cuando lo han venido haciendo de manera libre, sin que nadie las obligue o que las someta a hacer ninguna cosa. Y para los estudios sería definitivamente imposible porque la rotación de modelos también es grande”. 

Iván Cuéllar, por su parte, le dijo a CAMBIO que no hubo ninguna presión, sino que el Gobierno supo mover muy bien sus cartas y finalmente entendió que debía tomarse el tiempo para entender la industria y no improvisar: "Nosotros invitamos al Gobierno Nacional a que se siente y que sostenga conversaciones con todos los actores de este sector, que continuará creciendo en el país". 

Mientras tanto, Laura* considera que es más que urgente crear una regulación que no solo promueva condiciones dignas de trabajo, sino que además muestre la realidad dentro de la industria: “Que sigan mostrando a influencers a las que les pagan para que digan que esto es una maravilla, cuando en realidad son muy pocas las que se hacen más de un millón de pesos al mes con esto, es deshonesto. No está bien que lo presenten como una alternativa cuando, al final, sólo hay precarización”.

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