
Biden se demoró en retirarse de la campaña presidencial y deja herido al Partido Demócrata, ¿qué sigue ahora?
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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, finalmente dio un paso al costado y será otro quien se enfrente a Donald Trump en las urnas en noviembre. Aunque es un alivio para los demócratas, la testarudez de Biden y la fuerza que ha tomado Trump no auguran un buen camino para quien sea que reemplace al presidente.
Por: Paula Bravo

"Ha sido el honor de mi vida haber sido su presidente. Y aunque quería buscar la reelección, creo que es beneficioso para mi partido y para el país que me retire y me enfoque en cumplir con mis labores de presidente durante el tiempo que me queda en el cargo".
Con estas palabras terminó la especulación de si el presidente Joe Biden seguía o no en la campaña y de si los votantes y miembros del partido podrían seguir apoyando a un líder debilitado, confundido, captado por las cámaras con expresión rígida, luchando por encontrar las palabras. Confundió a Zelensky con Putin, a Kamala Harris con Trump, olvidó el nombre de su secretario de Defensa y, sobre todo, su falta de energía hizo que Trump se viera preciso y agudo en el devastador debate entre los dos. Muy lejos quedó la imagen del hombre contundente que le hizo frente a Trump y tomó su lugar en la Casa Blanca en las elecciones de 2020.
Que un presidente en funciones renuncie a la candidatura por la reelección es una situación con muy pocos antecedentes. En Estados Unidos es tradición que el presidente aspire a otro periodo más y se considera una medida de éxito del gobierno, según explica Juan Federico Pino, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)-Ecuador.
“El único presidente reciente que anunció que no aspiraría a la reelección fue Lyndon B. Johnson y su vicepresidente (Hubert Humphrey) ganó la consulta demócrata en 1968. Con base en ese antecedente, lo que podríamos esperar es que el nuevo candidato sea una figura relativamente cercana a Biden”, agregó el analista.
No es una historia alentadora para el Partido Demócrata. Johnson, quien llegó al poder después del asesinato de John F Kennedy en 1963, sorprendió a todos, incluso a sus asesores, cuando visiblemente afectado, en un discurso ante los medios, dio la noticia de que no iba a seguir en la campaña. Eso fue en abril de 1968, lo que dejó a Humphrey con pocas semanas para hacer campaña y sin poder probarse en las primarias. El aspirante republicano en ese momento era Richard Nixon, quien en noviembre de ese año vencería a Humphrey por poco margen en el voto popular, pero arrasando en el Colegio Electoral.
La salida de Biden (a finales de julio, con menos tiempo antes de las elecciones) deja una herida abierta en el Partido Demócrata y preguntas sobre si hay alguien que pueda cerrarla antes de ir a las urnas. El tiempo está en su contra.
La tarea pendiente: un candidato que pueda unir al partido y, sobre todo, vencer a Trump
Las encuestas siempre le dieron ventaja a Trump sobre Biden y, en los escenarios hasta ahora hipotéticos, también le dan la victoria a Trump contra otros eventuales candidatos como la vicepresidenta, Kamala Harris; el gobernador de California, Gavin Newsom; el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, y la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
Además, estamos a finales de julio y sea quien sea ya no podrá participar en primarias o caucus. Estos son mecanismos que en la política estadounidense se usan antes de las convenciones para medirles el aceite a los candidatos, por decirlo de alguna manera. Se prueba quién podría atraer más el voto demócrata y se van eliminando a quienes no llaman tanto la atención.
La convención demócrata se celebra en agosto y allí habrá votación nominal para definir al candidato. La sucesora natural sería Harris, primero, por un asunto de practicidad: ella ya está en la campaña y las donaciones están a su nombre. Y segundo, porque es, entre todos los del sonajero, la más visible a nivel nacional.
¿Pero puede Harris vencer a Trump?
“Harris es una mujer afroamericana y su popularidad no está siendo tan fuerte en estos últimos años. Va a ser interesante ver cómo ella busca el voto femenino o a los votantes negros”, afirmó Felipe Cifuentes, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
El 20 de enero de 2021, Kamala Harris se convirtió en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia en Estados Unidos. Fue recibida con admiración, esperanza y expectativa, pero eso se disolvió pronto. Biden le dio a Harris la abrumadora misión de abordar la crisis migratoria en la frontera sur del país. Ese año, la Patrulla Fronteriza del país detuvo a 1,9 millones de inmigrantes indocumentados, una cifra que fue récord en su momento y que solo ha ido en aumento desde entonces. Ese fue el año en el que le dieron la vuelta al mundo las imágenes de miles de migrantes hacinados bajo el puente en la zona Del Río, Texas.
Decir que el manejo de la crisis de migración por parte del gobierno Biden ha sido deficiente se queda corto. Y eso ha afectado la imagen de Harris.
Cifuentes explicó que la parte más fuerte de la campaña comienza ahora y mientras que describe a Trump como un “fenómeno mediático” e “increíblemente efectivo en la carrera por la presidencia”, los demócratas están prácticamente en el primer día de la creación.
“Los republicanos se están viendo ganadores, entonces ya no tienen que dar discursos tan duros y pueden empezar a comprometerse mucho más en temas políticos, económicos y sociales”, agregó Cifuentes.
El profesor Pino, de la Flacso, coincide: “Lo que veremos, y que es bien interesante, es un Partido Republicano más tolerante, cediendo en algunos puntos y no obstaculizando la gobernanza. Se van a centrar en señalar los errores del presidente y en no dejar avanzar la agenda legislativa. Es un periodo difícil, hay mucha decadencia”.
“Los demócratas saben que, si no construyen una candidatura relativamente de forma rápida y se comienzan a desgastar entre ellos, ahí sí se reducen mucho más sus pocas probabilidades de éxito”, agregó.
Biden sigue gobernando hasta enero: ¿de qué forma?
Varios analistas coinciden en que la actitud del presidente Joe Biden en estos meses puede calificarse como egoísta y testaruda.
“A Biden lo llaman egoísta por no haber dado un paso al costado en su momento. Fue algo muy personalista y de hecho es un tema que le saca mucho en cara Trump, que Biden hace parte de esa élite política”, dijo el analista Cifuentes.
En las semanas previas al anuncio de que se retiraba de la campaña, Biden y sus asesores redoblaron el mensaje de que el presidente seguía en la carrera y no tenía intenciones de hacerse a un lado. Este era un mensaje lógico si se tiene en cuenta lo que Biden personifica: el liderazgo de uno de los países más influyentes y poderosos del mundo. Reconocer que ya no está apto para seguir en el cargo por un periodo más podría conllevar ese mensaje de fragilidad que no se les escapa a Biden ni a su equipo.
“Biden, de alguna manera, deja de ser una figura importante, aunque sigue siendo el presidente de Estados Unidos −señaló Cifuentes−. Hay que ver qué pasa con China, con Rusia, con Oriente Medio , con Israel, porque ya no tiene credibilidad”.
Mientras reina el caos en el Partido Demócrata, Pino hizo una lectura sobre el tema de la edad, que fue uno de los puntos más importantes en la contienda Biden-Trump: “La gestión de crisis pensó que podía contener el envejecimiento de un presidente. En ese sentido, lo que estamos viendo es la victoria de la edad y la biología sobre el marketing político”.
