La vida del terrícola es una mezcla de temores, como las guerras, y de placeres, como la naturaleza. Ese es el mensaje de los versos de Beatriz Ordóñez desde una playa del mar Caribe. Al final, la decimera escoge...
Guerras y miedos
Vamos para la tercera;
tal vez ya estamos en ello,
y en cada vil atropello
se nos va la primavera.
Entre frontera y frontera
con su infame egolatría,
los poderosos de hoy día
destruyen todo a su paso,
y de zarpazo en zarpazo,
vuelven la tierra sombría.
Mi amigo el delfín
En este mundo inclemente
hay que encontrar la belleza
de nuestra naturaleza,
y amarla sencillamente.
Un día venturosamente,
a un delfín pude abrazar
y al nadar con él pensar
que somos un solo ser.
La emoción es un querer
que se puede susurrar.
María Mulata
Con solo estirar la mano
con mendrugos de un buen pan,
bellas aves volarán
desde algún árbol cercano,
a disfrutar grano a grano
tu regalo, a la alborada;
y sentirás su mirada
manejando sus temores,
y aceptarán tus favores
con su ansiedad controlada.
Calentamiento infernal
¿Qué será de esta morada
—planeta incierto aporreado—
con su pulmón destrozado
por la tala despiadada?
Hay que cambiar la jugada:
usar energía verde
y cumplir lo que se acuerde,
con recursos renovables
valiosos e indispensables.
Y así la fiera no muerde.
Vivir la vida
Sin guerra, miedo ni pena,
con un delfín cariñoso,
alegre, suave, precioso;
con las aves en su escena,
con nuestra propuesta plena
de no dejar destruida
nuestra morada querida;
con acciones consecuentes,
comprometidas, valientes:
escojo vivir la vida.