Beatriz Ordóñez interpreta a su manera el choque de tranvías (no alcanzan a ser trenes) entre los presidentes de Argentina, Javier Milei, y de Colombia, Gustavo Petro. Tras referirse al intercambio de agravios como una pelea “sin guantes de boxeo”, propone una solución.
Sin guantes de boxeo
En el ring está Milei,
presidente desbocado,
y Petro desaforado
parece sentirse un rey.
Cada cual está en su ley:
el golpe del argentino
es la palabra asesino,
y el colombiano revira.
¿Qué es verdad y qué es mentira
en esta guerra sin tino?
Pero aquí no acaba todo,
porque, siendo diferentes,
son iguales de imprudentes
y, cada cual a su modo,
revolcándose en el lodo,
quiere vencer al contrario.
Es el juego milenario
de sacar cueros al sol,
sin pruebas y sin control,
cual mandamás arbitrario.
Se arreglan las relaciones
en un buen comunicado
conjunto y bien presentado,
con precisas instrucciones.
Cancilleres en funciones
desenredan el entuerto
y aplacan el desconcierto.
Las discordias simplemente
hay que hablarlas claramente
para llegar a buen puerto.
No todo en este país
es una causa perdida;
hay que buscarle salida
al problema de raíz
con buen rumbo y directriz.
Pero es urgente también
que Petro termine bien
y que sea la democracia
algo real, no una falacia.
Finalice su mandato
con paciencia y con buen trato,
y evite así una desgracia.