María Jimena Duzán
14 Agosto 2022

María Jimena Duzán

Petro en la Andi, primer round

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En el primer encuentro formal de los empresarios con el presidente Gustavo Petro, los cacaos dejaron ver su fobia por el nuevo gobierno. 

El cara a cara se dio este fin de semana en la clausura de la asamblea de la Andi, el foro de mayor alcurnia en el país porque reúne a lo más granado de nuestras élites empresariales y políticas.

Es tan importante este foro que siempre lo clausuran los presidentes. El auditorio los recibe de pie, con gran fervor y al terminar su discurso, salen en hombros. Así le pasó a Uribe, a Santos y a Duque. 

Con Petro no hubo esa conexión, sino un corto circuito. Cuando el mandatario apareció en la tarima, el auditorio que estaba lleno de cacaos y de figuras del centro democrático, lo aplaudió tímidamente y solo cuatro personas se pararon. De esa forma, el auditorio le notificó a Petro que él no era un presidente digno de sus aplausos ni de su admiración. 

Vino luego el largo discurso del presidente de la Andi, Bruce Mac Master, que Petro aguantó desparramado en un sofá que estaba en la tarima. El discurso no fue una catilinaria contra la reforma tributaria, aunque sí dijo que estaba preocupado por varios aspectos de la propuesta, sino una defensa acérrima de la clase empresarial, de su gran sentido social y de su vocación por la paz. Mac Master desde su púlpito también le dio instrucciones a Petro de cómo se debía comportar si quería mantener buenas relaciones con los empresarios. Fue un discurso arrogante, falto de autocrítica, en el que Bruce Mac Master le pidió al presidente muestras de confianza, para que pudieran sentarse a hablar con él y bajo ciertas garantías.

Bruce Mac Master dice que la profunda vocación de paz de nuestra clase dirigente se refleja en el hecho de que los empresarios han estado en todos los procesos de paz. Es cierto que el empresariado ha estado presente en esos momentos, pero no siempre del lado de la paz. A pesar de que en la mesa de La Habana hubo un representante de los empresarios, la mayoría votó por el No y desde que la renegociación con el uribismo fracasó, el apoyo al acuerdo de paz por parte del empresariado ha sido cada vez más lánguido. 

Decir que las élites empresariales tienen desde siempre una vocación social es también incorrecto. Es cierto que en los cincuenta existió un empresariado antioqueño que se preocupó por el bienestar de sus empleados y que los empresarios vallecaucanos se volvieron a preocupar por mejorar su entorno social después del estallido social. Sin embargo, esas son excepciones que confirman la regla. Nuestras élites no se han preocupado por lo social sino por defender su riqueza, como bien concluye la profesora Jenny Pearce del London School of Economics en un estudio sobre las élites en Colombia que acaba de publicar de la mano del profesor Juan David Velasco de la Universidad Javeriana. Según ese estudio, las élites se recomponen a través de los años pero se las ingenian para seguir haciendo lo mismo desde el poder para que nada cambie. Bruce Mac Master acepta que en Colombia se han ido aplazando las reformas sociales pero se equivoca al decir que estas se han pospuesto porque hay un problema a la hora de presentarlas y tramitarlas. No, en Colombia, las reformas estructurales están atascadas por falta de voluntad de la dirigencia política y económica. Son élites además muy excluyentes porque desde hace mas de 40 años se educan en las mismas universidades privadas de Bogotá y Medellín y sus integrantes son en su mayoría hombres blancos. 

Bruce finalizó su discurso sin hablar de la corrupción, del clientelismo ni de las élites regionales que financian las campañas para después obtener favores del Estado y le dijo que ellos no se iban a enredar con la ideología. Gran mentira. La razón para tanta desconfianza con Petro es porque viene de la izquierda y para muchos empresarios la izquierda es una amenaza a la propiedad privada, un derecho que los empresarios en Colombia han sacralizado a tal punto que lo consideran más importante que el derecho a la vida. 

Cuando el presidente se paró a pronunciar su discurso en Cartagena, el ambiente estaba ya caldeado. Petro le respondió a Mac Master diciéndole que ese modelo que él tanto defendía había fracasado y que había que hacer otro, "que no podía llamarse socialista, porque debía tener Estado y mercado" y para el que Petro no le tiene nombre. 

El hecho de que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo tiene mucho que ver con la naturaleza de nuestra élites, la mayoría de las cuales se han dedicado a defender su riqueza en lugar de ver cómo la redistribuyen. La desigualdad es la fuente de la violencia y si no se hacen cambios sociales, la violencia seguirá estando ahí, por más acuerdos de paz que firmemos. Si de verdad dicen que no se van a enredar con la ideología deberían desactivar sus miedos irracionales y dejar de mirar a Petro como si fuera el anticristo. 

Gustavo Petro también tiene que poner de su parte y no atizar el fuego. Eso de decirles a los empresarios que no sabe cuál es el modelo económico que quiere implantar, tampoco es la mejor manera de entrarles. A los empresarios les sobró arrogancia y a Petro le faltó claridad. Así fue este primer round, en el que nadie ganó. 

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