Luz Adriana Camargo, la penalista con corazón de artista que es la nueva fiscal de Colombia

Luz Adriana Camargo, integrante de la terna para fiscal general de la Nación

Crédito: Fotografía: José Báez

12 Marzo 2024 07:03 am

Luz Adriana Camargo, la penalista con corazón de artista que es la nueva fiscal de Colombia

Luz Adriana Camargo reemplazó a Amparo Cerón en la terna entre la que la Corte Suprema eligió a la nueva fiscal. Lo que pocos saben es que ella misma participó del diseño de la Fiscalía y que la conoce como a la palma de la mano. Esta es su historia.

Por: Iván Serrano

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En 2023, Luz Adriana Camargo recibió la llamada de un asistente del Departamento Administrativo de la Presidencia, que le preguntó si estaba interesada en hacer parte de la terna seleccionada por el presidente Gustavo Petro, entre la cual la Corte Suprema de Justicia elegirá al nuevo fiscal general de la nación. Luego del estupor inicial, Camargo no lo pensó más de 30 segundos y dijo que sí.

Al fin y al cabo, pocas personas como ella conocen tan bien a la Fiscalía. De hecho, participó de lleno en el diseño de la entidad, una vez la Constitución del 91 le dio vía libre a la nueva institución de justicia.

Este 12 de marzo, tras un periodo de incertidumbre por la renuncia de Amelia Pérez, otra de las ternadas, Camargo fue elegida como la nueva fiscal general de Colombia. 

Ni artista, ni periodista

Era 1981 y Luz Adriana Camargo quería seguir el camino de las artes plásticas. En aquella época, las artes no eran de buen recibo para las madres de clase media que esperaban que sus hijos eligieran carreras que les brindaran estabilidad económica. La madre de Luz Adriana era consciente de los avatares que podía traer para el futuro financiero de su hija si escogía las artes como fuente de ingresos. Entonces, la persuadió de que desistiera.

La siguiente disciplina que se le vino a la cabeza a la recién graduada Luz Adriana fue el periodismo. Ese oficio tampoco era muy popular entre los padres que se preocupan por la estabilidad económica de sus hijos, de manera que el periodismo también quedó descartado. La tercera opción fue la que definió la vida de Luz Adriana Camargo y hoy la tiene entre las candidatas a ser fiscal general de la nación: el derecho.

Luz Adriana Camargo fue formada en el seno de una familia de costumbres conservadoras. Estudió en un colegio de monjas y se graduó de abogada de la Universidad de La Sabana.

Aunque no fue su primera, sino su tercera opción, hubo un momento en que ella hizo clic definitivo con el derecho. Ocurrió durante las primeras clases de derecho penal. Su profesor, que era juez, la invitó a hacer su judicatura en su despacho. Cuando se graduó, a los 21 años, inició su carrera profesional como sustanciadora de un juzgado.

De su infancia y adolescencia, que transcurrió en un tranquilo barrio del norte de Bogotá, y de sus clases con monjas y una universidad conservadora, pasó a encontrarse a bocajarro con la realidad de los crímenes y la complejidad de los seres humanos.

Recuerda un caso de baranda, el de una mujer que, con complicidad del amante, planeó el asesinato de su marido. El crimen corrió por cuenta del amante, quien, además, era empleado de la víctima. Lo que lo delató fue que el nobel delincuente dejó la cédula de la víctima en el bolsillo del occiso. Cuando las autoridades encontraron el cadáver, el documento de identidad hizo muy fácil rastrearlo y deducir, casi de inmediato, quiénes eran los sospechosos.

La acción de la justicia fue rápida y eficaz: el amante, por salvar de las rejas a su enamorada, admitió la culpa, asegurando que su patrón lo había maltratado. Cuando ella se enteró de que su enamorado iría tras las rejas, corrió ante la justicia para decir que el homicidio había sido culpa de ella. Los mea culpa del uno y del otro no evitaron las condenas.

Esos trazos de sacrificio, con un telón tan sórdido de fondo, le hizo comprender a Camargo que no todo es blanco y negro y que todas las conductas humanas tienen matices. Hoy, sabe que lo importante no es el aumento de penas sino la eficiencia del sistema penal, que los culpables sean condenados.

Su siguiente paso en el mundo de la justicia fue ser juez de instrucción criminal permanente. Trabajaba en turnos de 48 horas y tenía que hacer levantamientos de cadáveres en una época en que Bogotá no solo era una de las ciudades más violentas del mundo, sino que además era el campo de juegos macabros de Pablo Escobar.

Arrancaban los años noventa y Colombia estrenaba Constitución y, de paso, nuevas instituciones, como la Fiscalía General de la Nación. Un guiño del destino le permitió a la joven abogada Camargo participar en la arquitectura de la entidad. En unas vacaciones, emprendió un viaje con mochila al hombro a Caño Cristales, en el Meta. Allí coincidió con un hombre que dirigía la empresa que tenía a cargo el diseño institucional de la Fiscalía que estaba por nacer.

La especialización hace la diferencia

Luz Adriana Camargo, con un grupo de colegas, ya había estado pensando en cuál era la mejor manera de abordar las investigaciones criminales. La experiencia le había enseñado que la especialización en cada área del delito hacía la diferencia. Investigar una falsedad un día, un crimen en otro, una estafa el siguiente, no era efectivo. Cada delito tiene su lógica y su dinámica. De eso conversó en Caño Cristales con el hombre llamado Jorge Cortés.

A su regreso a Bogotá, Cortés no dudó en llamarla. Él trabajaba con Ana Montes, quien sería la primera directora nacional de Fiscalías, y le ofreció hacer parte del equipo que trabajaría en el diseño de la entidad que se estaba formando. Camargo pidió incluir a su jefe y a los otros colegas del grupo de estudio. Su jefe era Carlos Arturo Cano, que sería el primer director seccional de Fiscalías de Bogotá.

De las ideas de este equipo nacieron las unidades de fiscalías por especialidades. Uno de los principales retos fue organizar los miles de expedientes por especialidad. Antes, los juzgados de instrucción eran promiscuos, recibían todo tipo de casos.

El primer cargo de Luz Adriana Camargo en la Fiscalía fue como directora administrativa de Bogotá. En este cargo, permaneció hasta 1994. Después, tuvo la oportunidad de participar en otro importante proyecto: la creación de las Unidades de Reacción Inmediata de la Fiscalía. Estas unidades fueron diseñadas para atender los casos de manera rápida y eficiente. Luz Adriana fue juez “escobita”, como les llamaban a aquellos jueces que atendían casos por toda la ciudad. Sabía que los crímenes y otros delitos debían atenderse en el lugar de los hechos y no desde los escritorios. 

Posteriormente, Camargo trabajó en la Fiscalía delegada ante la Corte Suprema de Justicia, cargo que ocupó entre 1997 y 2004. Eso significó casi una especialización en investigar la corrupción. Los investigados por esta delegada son aforados, gobernadores, ministros, generales y almirantes. Aunque se les investiga por su fuero, la mayoría de los delitos cometidos por funcionarios de este tipo están relacionados con prácticas corruptas.

Su paso por la Fiscalía llegó a su fin con el arribo de Luis Camilo Osorio, quien le pidió la renuncia, luego de que ella investigara a un político regional de los afectos del fiscal general.

La Corte, la parapolítica e Iván Velásquez

Después de su paso por la Fiscalía, Camargo fue nombrada magistrada auxiliar de la Corte Suprema de Justicia. Allí hizo parte del equipo que investigó la parapolítica. Entonces, conoció a Iván Velásquez, quien también era magistrado auxiliar.

En la Corte Suprema tuvo la oportunidad de trabajar en otro caso histórico: la yidispolítica. En el caso de Teodolindo Avendaño, se ordenaron allanamientos, y en estos operativos se encontraron las piezas del rompecabezas que terminó incriminando a los exministros Diego Palacio y Sabas Pretelt.

En 2013, Iván Velásquez la invitó a unirse a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que logró desentrañar el funcionamiento de un sofisticado entramado de corrupción que consumía al país centroamericano.

Ese entramado es idéntico al utilizado por alianzas público privadas corruptas en todo el mundo: pagar sobornos por medio de contratos de papel, por obras y asesorías inexistentes, como bien pasó en la Ruta del Sol II en Colombia.

Entonces, aprendió que la lucha contra la corrupción no solo se hace por cuenta de lo que quieran aportar los testigos. Implica el uso de tecnología y mucho método. 

También, trabajó con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y participó en la investigación del asesinato de un grupo de periodistas ecuatorianos de El Comercio, a manos de alias Guacho, en 2018.

El nombre de Luz Adriana Camargo se le ha tratado de reducir al de ser la “ficha” de Iván Velásquez. Sin embargo, su hoja de vida da cuenta de los méritos que tiene para optar, entre la terna enviada por el presidente a la Corte Suprema de Justicia, por el máximo cargo de la Fiscalía General de la Nación. 

 

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