Una tarde con Mr.Taxes: el hombre que hizo viral a la Dian

Crédito: Créditos: Cambio

17 Marzo 2024

Una tarde con Mr.Taxes: el hombre que hizo viral a la Dian

Luis Carlos Reyes nos recibió en su despacho para ayudarnos a entender quién es el funcionario que, a pesar de meterle la mano al bolsillo a los colombianos, es tendencia en Tik Tok, donde recibe piropos y declaraciones de amor. ¿Cómo es que un hombre poco expresivo y amante del latín se convirtió en un fenómeno en redes sociales?

Por: Juan Francisco García

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Luis Carlos Reyes tiene orejas grandes, frente amplia, mentón afilado y un rostro lampiño marcado por dos grandes ojeras. Mientras habla, sin advertirlo, frunce el ceño y deja ver, entre las cejas, la arruga que delata a los melancólicos. El tono de su voz es grave, monocorde: muy bogotano. Cuando se ríe, algo no cuadra, como si en él la risa fuera un esfuerzo consciente. 

Su semblante serio y grave coincide a la perfección con el del funcionario cuya tarea es poner orden a los impuestos de los colombianos. Intimida. 

Pero ocurre que Mr. Taxes, como se le conoce en el ciberespacio, tiene más de 250.000 seguidores en Tik Tok. Sus videos –que empezó a publicar hace menos de un mes, y en los que responde a las preguntas ocurrentes y “picantes” de sus seguidores– superan los 15 millones de reproducciones. Los comentarios, en inédita anomalía de la red, son en su mayoría positivos. Incluso le llueven piropos y declaraciones de amor. 

¿Cómo fue posible?¿Quién ocupa el despacho del cargo más impopular que hoy está en boca de todos? ¿Por qué Luis Carlos Reyes ha logrado hacer que los impuestos sean tendencia en redes sociales? Antes de cerrar una más de sus frenéticas semanas, nos recibió en su oficina para arrojar algo de luz sobre el misterio. 

Además de ser magíster y doctor en economía de la Universidad Estatal de Michigan, el director de la Dian es historiador. Si tuviera la plata, contó, entraría en las subastas millonarias de alguna edición de la Biblia de Gutenberg. Es fanático de las ediciones bilingües de literatura clásica. Uno de los libros que conserva con más devoción es una edición español-latín de la historia de Roma de Tito Livio. Le apasionan el período helenístico, el Imperio romano y el periodo que rodea el Nuevo Testamento. 

Ahora mismo, aunque en su mesa de noche hay muchos libros comenzados al tiempo, su lectura de cabecera es una biografía del expresidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, cuya figura le interesa por su liderazgo tanto en la Gran Depresión como en la Segunda Guerra Mundial. Es lector asiduo de las biografías de los grandes líderes, así esto, en su opinión, ya no resulte sexi para los historiadores profesionales, que se niegan a explicar los procesos históricos con foco en un individuo. 

Habla inglés como si fuera su lengua materna. Sabe francés e Italiano. Hace unos años, como hobbie, se matriculó en el Instituto Caro y Cuervo para aprender latín, una de sus deudas pendientes. “El que habla dos idiomas tiene dos almas”, dijo–intentando recordar sin éxito al autor de la cita– cuando le preguntamos por su interés por los idiomas. Añadió que aprender la lengua en la que fue contada una época le da la ilusión de entenderla mejor y más de cerca.  

El director de la Dian es un hombre culto

Un hombre culto que confiesa que, si bien no ha sido diagnosticado con ningún trastorno obsesivo compulsivo, todavía no sabe lidiar con los errores ortográficos. Y que, si algo lo saca de su centro, es poner en un trino una coma en donde debería ir un punto. Le han de doler, en el alma, las licencias gramaticales del presidente Petro.  

Con frecuencia, antes de aventurarse a responder a las preguntas, Reyes suspira y se queda en silencio, cinco, siete, diez segundos. Mastica las ideas. Da la impresión de ser consciente de cada sílaba. Como pude corroborar al entrevistar a funcionarios de su despacho, excolegas y amigos, Mr. Taxes es un hombre con método que no deja de maquinar y que lleva sus inquietudes hasta el final de las consecuencias. Seguirle la cuerda implica un enorme despliegue intelectual y energético. 

El 14 de julio de 2022, recién posesionado en el cargo, le dio una entrevista a Yamid Amat. En esta, después de corroborar la cifra de que solo el 1 por ciento de los colombianos ganan más de 10 millones de pesos al mes, el eminente periodista, con asombro, con indignación, le preguntó: “¡¿Tan pobres somos?!”. 

Le repito la misma pregunta:

–¿Tan pobres somos?

Suspira. Alarga el silencio. Y responde que sí, que tan pobres somos, para después añadir que esto se explica en gran medida porque las instituciones en Colombia, por siglos y sistemáticamente, se han dedicado a privilegiar a las élites que tanto se sorprenden con los bajos sueldos. Se acuerda también de la metáfora de Jaime Garzón, que solía describir a Colombia como una finca en la que nos han enseñado a creer que el dueño es el mayordomo.

Reyes, por si alguien tiene todavía la duda, es un funcionario de izquierda comprometido con el proyecto de gobierno de Gustavo Petro. Es también, o más bien en primera instancia, un académico. Su administración es la que más ha tenido funcionarios con doctorado en la historia de la institución. De hecho, al asumir como director de la Dian, suspendió su puesto como profesor asistente de la Universidad Javeriana en licencia no remunerada. Su curso de Desarrollo Económico fue escogido por el Banco Mundial, entre 200 cursos en todo el mundo, como el que mejor reflejó lo enseñado en los 20 mejores departamentos de Economía de Estados Unidos. 

Académico. De izquierda. Consagrado jugador de squash. Y un optimista. Según él, "patológicamente optimista". Desde siempre. Es un convencido de que las imposibilidades que vemos en Colombia están más en la conciencia colectiva que en la realidad material. No duda de que el país tiene los recursos suficientes para que sus ciudadanos cuenten con educación, salud decente y acceso a la justicia. Confiado, dice que un crecimiento económico mucho más sustancial y sostenido está al alcance. 

Luis Carlos Reyes es también un creyente: cree que después de la muerte, la resurrección es una posibilidad plausible. Lee la Biblia cuando necesita sosiego, y la idea que más le llega a la cabeza al enfrentar las adversidades y las afugias de la realidad es la premisa del teólogo y filósofo Danés Soren Kierkegaard que postula que, independientemente de los individuos y su proceder, el bien ha de triunfar. 

Al decir esto recula. Y advierte que aunque el bien ha de triunfar, eso no exime a los ciudadanos de hacer su mejor esfuerzo. Ponerse del lado del bien. Pagar impuestos. Y entonces: los videos en Tik-Tok, la viralidad, su metamorfosis en influencer.

La actividad cibernética de Reyes no es inédita. Como director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, en el nicho de las finanzas públicas, se consolidó como una autoridad tuitera. Lo que sí ha sido inédito fue su ingreso activo al ecléctico y esquizofrénico mundo del Tik-Tok, en el que hoy es tendencia. 

Su explicación sobre la contradicción de la viralidad mediática del funcionario que por antonomasia le mete mano a la billetera de los colombianos, radica en que se ha tomado las redes para decir la verdad: que el gobierno, el Estado, es de los ciudadanos, y que son ellos los que mandan y no al revés. 

Los videos, la mayoría de las veces propuestos e incluso editados por él, en los que responde a las preguntas absurdas de los seguidores, llevan siempre una explicación pedagógica. Pagar impuestos, para bien o para mal, repite con énfasis, es el único canal que el Estado tiene para construir carreteras, universidades públicas, clínicas. Y para que el ciudadano pague impuestos, más vale tenerlo cerca. Entrar en su pacto de humor, entrar en su algoritmo. 

Luis Carlos Reyes hace política

La adrenalina de ser la cabeza del fisco le parece adictiva, y es claro al no cerrarle la puerta a futuras proyecciones políticas. Las redes sociales, lo reconoce, también le han servido de canal para desmarcarse de la etiqueta de tecnócrata, impoluto y frío, que mira la realidad desde arriba, condensada en cuadros de Excel. 

Si bien a estas alturas dice que duplicar la planta de la Dian bajo el marco de un nuevo sistema de carrera administrativa que se rige por un servicio civil profesional en el que la totalidad de los cargos se llena a través de concursos de mérito, así como la optimización tecnológica de la entidad son logros tempranos que lo enorgullecen, su gran obsesión es la brecha tributaria. 

Después de otro silencio largo, explica que la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, como todas las entidades macro del Estado, es como una catedral que se construye durante mucho tiempo. Esta vez no recula sino que dobla la apuesta: sugiere que si logra materializar sus proyectos para la entidad, y estos siguen en marcha en las administraciones futuras, en diez años Colombia podría tener indicadores de evasión y elusión que estén al nivel de los países de la Ocde. Es decir, que del 25 por ciento del recaudo que hoy se pierde baje hasta un 10 por ciento. Esto significaría entre 80 y 100 billones de más para el fisco cada año. 

Así que el algoritmo, esta vez, por ahora, ha premiado a un funcionario complejo, metódico, que respeta la lengua y  que, sin histrionismos ni bailes del aserejé, y sin inventar un personaje, ha sabido entrar en los pactos del Tik Tok para que hablar de renta, facturación electrónica, brecha tributaria y salarial, se salga del ámbito técnico y especializado. Y en cambio sea lo que ha debido ser siempre: la discusión de los ciudadanos de a pie, los que sostienen la catedral. Les guste o no les guste. 

Facturación electrónica. 🤣
Luis Carlos Reyes- Director de la Dian

¿Cómo no quererlo? https://t.co/qDCFe4c604 pic.twitter.com/e0ffdLCSVy

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí