Valeria Santos
7 Mayo 2023

Valeria Santos

El heredero del trono

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Colombia es un país hiperpresidencialista en donde el excesivo poder del ejecutivo se parece más a un trono. Lo anterior quedó en evidencia esta semana, cuando el presidente Petro, sin vergüenza alguna, verbalizó lo que la mayoría de los presidentes desde la creación de la Fiscalía General de la Nación pensaban, eso sí, sin confesarlo: “El fiscal olvida una cosa: yo soy el jefe de Estado, por tanto, el jefe de él”. Porque lo cierto es que nuestra vida republicana ha estado marcada por presidentes que han actuado en realidad como verdaderos monarcas, y aunque la Constitución de 1991 trató, sin mucho éxito, de controlar el desbordado poder presidencial instaurado por el mismo Simón Bolívar, el cambio fue solo cosmético, pues en la práctica el presidente controla la rama legislativa a través de mermelada, anulando la verdadera vocación de los partidos políticos y del Congreso, que elige a su vez a los órganos de control y a los magistrados de las altas cortes que escogen al fiscal.

Lo sorprendente esta vez fue escucharlo de la propia voz del presidente de la república. Para muchos oportunistas, —que no les pareció escandaloso cuando Iván Duque nombró a fiscal, procurador, contralor y magistrados de bolsillo— porque ahora sí podían gritar “Petro dictador”; para otros cándidos, que votaron por un cambio, porque se dieron cuenta de que, una vez en el poder, su presidente se convirtió en más de lo mismo. Pero incluso antes de estas desafortunadas —pero sinceras— declaraciones ya el presidente Petro venía demostrando su verdadera vocación y talante. Y de pronto lo más revelador fue cuando esta misma semana le confesó a La W radio a quién consideraría como el heredero de su trono: “El alcalde de Medellín hoy es alcalde y no puede estar en eso, pero podría salir, a lo mejor impacta en la población fuera de Medellín”.

Y es que solo el hecho de que el presidente Petro considere a Daniel Quintero como el ungido para reinar después de su mandato es extremadamente revelador. Veamos por qué:

El actual alcalde de Medellín tiene todo de monarca y poco de reformador. En realidad, Daniel Quintero es un político tradicional, disfrazado de un verdadero outsider, que supuestamente representa al pueblo que lo eligió de manera independiente. Sin embargo, sus alianzas controvertidas, que además han favorecido al presidente Petro, siempre lo han puesto en evidencia. En Antioquia no es un secreto que a través del senador conservador Carlos Andrés Trujillo, amo y señor del municipio de Itagüí, y aliado del exsenador Julián Bedoya, acusado de falsificar su diploma de abogado, Quintero logró consolidar su poder electoral.

 

Y esto obviamente no ha sido gratis. El senador Trujillo, a través de su concejal Lucas Cañas, puso a Vanesa Álvarez Restrepo a manejar la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín. Esto, según el concejal Daniel Duque, ha resultado en que “temas fundamentales como el cuidado y mantenimiento preventivo de las quebradas, el refugio de vidas silvestres que incluso era un proyecto estratégico del Plan de Desarrollo y los grandes programas de calidad del aire estén completamente descuidados y desprotegidos mostrando pocos avances y retrocesos alarmantes”.

El equipo político de Julián Bedoya también se ha visto favorecido en diferentes escenarios. Bedoya no solo ha tenido sus cuotas en la empresa de seguridad urbana de Medellín, también muchos de los profesores de su Universidad, que presuntamente lo ayudaron a conseguir su título falso como abogado, están contratados en la alcaldía.

Por otro lado, el señor León Mario Bedoya, que fue alcalde de Itagüí después de Carlos Andrés Trujillo, también tuvo acceso a la burocracia de Medellín a través de su familiar y exsecretaria de Infraestructura, Natalia Urrego Arias, investigada por la Procuraduría por irregularidades en la firma del convenio entre la empresa Reforestadora el Líbano S.A.S con la Secretaría que ella lideraba.

Adicionalmente, los vínculos del señor Mario Castaño —declarado culpable por varios casos de corrupción— con Daniel Quintero también son de conocimiento público. El exsenador, en complicidad con el expresidente César Gaviria, puso a Iván castaño, uno de sus hermanos, como director de Ruta N, a quien han acusado de pedir coimas para entregar contratos.

A todo lo anterior se le suma el escándalo de corrupción en Buen Comienzo, un programa que siempre había sido exitoso, independiente del gobierno de turno, en brindar educación y promover el desarrollo de los menores en Medellín. Lo cierto es que desde que llegó Daniel Quintero, el programa, a pesar de contar con más presupuesto, ha atendido a menos niños y niñas, aumentando la desnutrición infantil. Ahora la justicia investiga a sus funcionarios por contratar a un operador a dedo, que no tenía experiencia en primera infancia, pero eso sí, que había financiado a través de su representante legal, Henry Paulison Gómez, gran parte de la campaña de Quintero a la alcaldía como lo reveló La W.

También es un muy revelador de quién es Daniel Quintero —que según el presidente Petro debería ser el encargado de reemplazarlo— y de su compromiso con el medio ambiente, lo que hizo con el Jardín Botánico, que a través de los años y por medio de alianzas público-privadas había logrado que la flora de la capital antioqueña fuera reconocida a nivel mundial. Cuando llegó a la alcaldía decidió quitarle el contrato y entregárselo a la empresa Metroparques, vinculada a algunos políticos liberales. En poco tiempo fue evidente la destrucción de las zonas verdes de la ciudad, lo cual, aunque después hizo que le devolvieran el contrato al Jardín Botánico, creó un daño que se demorará años en reparar.

Más allá de sus alianzas con los políticos cuestionados ya mencionados, y con otros como el camaleónico Luis Pérez —que tiene a buena parte de su gabinete de cuando fue gobernador de Antioquia contratado en la Alcaldía de Medellín— y el senador Alex Flórez —acusado de agredir a su pareja por negarse a abortar y quien por estos días alega que la Procuraduría lo debe absolver por el bochornoso escándalo protagonizado en estado de embriaguez en un hotel de Cartagena, pues, según él, fue víctima de la mezcla de licores—, Quintero lo único que ha logrado en su paso por la Alcaldía de Medellín es dividir aún más el frágil tejido social paisa con el peligroso, pero efectivo discurso, de ricos contra pobres y buenos contra malos.

El heredero del trono, que Gustavo Petro pretende coronar, metió al Esmad en la Universidad de Antioquia, como digno representante de la ultraderecha colombiana; ha perseguido la protesta social y protagoniza uno de los peores escándalos con dineros públicos que debían destinarse a la primera infancia. Además, según Medellín Cómo Vamos, en 2022, el 24 por ciento de los ciudadanos afirmó que no podían acceder a una de las tres comidas del día, la cifra más alta en 17 años; disminuyó la proporción de ciudadanos que afirmó sentirse seguro en la ciudad, menos de la mitad (46 por ciento) y según la Fundación Casa de las Estrategias, durante el año 2022, los feminicidios en Medellín entre mujeres entre los 18 y 24 años aumentaron en un 40 por ciento con relación en 2021, y un incremento del 66 por ciento, en el mismo periodo en mujeres de 24 a 28 años.

Más vale que los cándidos seguidores de la presidencia de Gustavo Petro conozcan lo que Daniel Quintero realmente le ha hecho a Medellín para entender las verdaderas intenciones y el talante de nuestro mandatario. El excesivo presidencialismo siempre ha sido peligroso y es culpable de que en Colombia la soberanía popular nunca la haya tenido realmente el pueblo. Pero nada ha cambiado, ni cambiará, porque ahora en el trono está sentado otro monarca disfrazado de reformador que ya nos anunció que su heredero será un impostor: Daniel Quintero.

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