Rudolf Hommes
7 Octubre 2023

Rudolf Hommes

¿Es posible establecer límites?

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Una pregunta que se está haciendo mucha gente es ¿qué se propone Petro? No estamos seguros, pero la historia nos invita a pensar que debemos estar atentos porque ha habido muchos casos en los últimos 172 años cuando personalidades autocráticas, maquiavélicas, populistas o carismáticas llegaron al poder aprovechando los canales que les ha brindado la democracia, y procedieron a minarla desde adentro, apoderándose de sus instituciones para suprimir la oposición y callar a la opinión. Quien inauguró esta modalidad de tomarse el poder utilizando como trampolín elecciones democráticas fue Luis Napoleón, más tarde conocido como Napoleón III, y los maestros en su utilización fueron León Trosky en 1917 y, posteriormente, Adolf Hitler en 1933. En América Latina han sido varios los dictadores que inicialmente fueron elegidos democráticamente.  

Este no ha sido el caso en Colombia, pero se perciben señales preocupantes: por un lado, por la insistencia del gobierno en hacer aprobar casi a cualquier costo la reforma al sistema de salud y la reforma a las pensiones que tienen como principal objetivo poner en manos del ejecutivo el dinero que aportan en salud y en pensiones los particulares y el gobierno. Es posible que el ejecutivo también persiga suprimir el respaldo al régimen democrático liberal que estos sistemas supuestamente brindan y someter políticamente a los ciudadanos afiliados a salud y pensiones.   

Un hecho que ha causado mayor inquietud ha sido la toma de la revista Semana por una banda de guardias indígenas, que no necesariamente actuaron espontáneamente. Este incidente, algunos otros que provinieron del Ministerio de Agricultura en las últimas semanas o desafíos como los del secretario general de Minsalud han preocupado a la opinión pública. Parecen ser globos de prueba lanzados por entidades oficiales para ver hasta dónde toleran la ciudadanía y la oposición estas amenazas al régimen institucional vigente. 

En otros países se ha hecho evidente que, si la ciudadanía no reacciona y los medios no cumplen con su función de soporte a la Constitución y a la libertad, después de estas pruebas verificadoras del nivel de tolerancia, se avanza rápidamente a hechos más protuberantes y con mayor impacto destructivo de las instituciones y los derechos civiles. En Nicaragua se ha visto cómo eso ha llevado a callar todas las voces que eran críticas u opuestas al gobierno en forma brutal. En Perú con Fujimori, en Bolivia y en Venezuela ha ocurrido algo semejante, aunque menos barbárico.  En Polonia y en Hungría los gobiernos son autocráticos y muchas libertades y derechos han sido suprimidos, inicialmente, con movimientos casi imperceptibles, en las narices de Unión Europea. En 1954, Konrad Adenauer, entonces canciller de Alemania Federal, lamentó que, en 1933, al comienzo del régimen nazi, las élites y los intelectuales, los partidos tradicionales y los obispos de distintas denominaciones, no hubieran puesto el grito en el cielo cuando Hitler comenzó a actuar autoritariamente y con violencia. Él y algunos historiadores han creído que esa oposición, que hizo falta, pudo haber evitado el régimen del terror que se implantó posteriormente. 

Debemos preguntarnos qué hacer para impedir que lo que nos preocupa no degenere en un ataque contra la democracia y nos prive de libertad. Es necesario aprender cómo ejercer efectivamente la capacidad de protesta, de crítica, o de marchar. Y no callar. Posiblemente esto resulte más fácil llevarlo a cabo si el resultado de las elecciones de octubre no favorece al gobierno. 

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