Rudolf Hommes
28 Abril 2024

Rudolf Hommes

¿Qué puede suceder?

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Después de las marchas del domingo pasado todo el mundo se pregunta qué puede suceder y muchos están atentos a lo que haga el centro político que no es homogéneo, sino que consta de la izquierda moderada, el centro-centro, y la derecha moderada. El centro participa con más de 50 por ciento de los colombianos en el espectro político y en las marchas del 21 de abril parece haber sido el principal protagonista con personas que marcharon para defender la Constitución y el Estado de derecho, que no están de acuerdo con arbitrariedades en el trámite de las reformas que el gobierno pretende pasar y preferirían un estilo de gobierno menos controversial, respetuoso de la ley y efectivo a partir de 2026.

El centro es una mayoría que no tiene por qué aceptar un papel subordinado en alianzas con la izquierda o con la derecha radicales. Los que políticamente están en el centro y marcharon el domingo pasado tienen claro lo que quieren, que no es lo que los extremos ofrecen. A estos últimos les conviene un país polarizado y que el centro se divida en dos bandos opuestos aliados con los extremos. Se repetiría entonces lo que sucedió en 2022, que no tiene por qué volver a pasar, si el centro se organiza como movimiento y se une. Hay que tener en cuenta que, aunque el presidente conserva una posición favorable del 35 por ciento, esta es muy superior a la participación de la izquierda en la encuesta del Dane sobre cultura política, del orden de 13 a 14 por ciento de los encuestados o de Cifras y Conceptos, que la estima entre 15 y 23 por ciento, de la población con tendencia a disminuir. La derecha extrema también es una minoría. 

Repetir lo que ocurrió en 2022 requeriría que toda la izquierda y una parte muy importante de los que se consideran de centro izquierda (8% del espectro político) apoyen al Pacto Histórico y voten por su candidato. Además, tendrían que contar con un segmento numeroso de los de centro que no son de izquierda, que posiblemente simpatizarían más con un candidato propio o de derecha moderada. Y no votarían con la izquierda. 

Los representantes del centro izquierda han sido muy insistentes en decir que no participaron en las marchas para que no los asocien con los estigmas que se le atribuyen a la derecha colombiana, pero también dicen estar interesados en la evolución del centro después de las marchas para decidir qué camino toman. También deben estar pensando que con la radicalización del gobierno y el desprecio que exhibe contra la clase media, pueden excluirlos y dejarlos con “el pecado y sin el género”.  

Una salida más interesante para el pueblo y el futuro de Colombia, su economía y su democracia, sería que el centro se uniera y desechara alianzas con los extremos para promover su propio programa y un movimiento político organizado. Estos serían pluralistas, de corte social demócrata y liberal democrático. Sus políticas asegurarían que los territorios menos atendidos y los ciudadanos más vulnerables tuvieran prioridad en el gasto social. Se impulsaría un acelerado crecimiento incluyente, atendiendo la desigualdad y las necesidades insatisfechas de la población que aún persisten después de haber facilitado el acceso al poder de la izquierda. El programa ofrecería mayor empleo, justicia social, seguridad y equidad en forma sostenible con un Estado de derecho que controle el territorio, requisito para la paz, progreso socioeconómico y respeto a la propiedad privada, a la Constitución y a la ley, pero sobre todo al ser humano. 

Esta posibilidad debería ser suficiente estímulo para que el centro adquiera personalidad propia, independiente de los extremos con un movimiento propio. Los líderes que se requieren deben estar ya conscientes de la necesidad de organizar este proyecto político y económico, con vocación de desempantanar a Colombia. 
 

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