Rudolf Hommes
19 Noviembre 2023

Rudolf Hommes

La Colombia que queremos

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Colombia no posee una visión compartida de su futuro, como la tienen varios países. Las élites políticas y privadas del país parecen no tener algún interés en ese tema o no les hace falta. Mientras en Chile, por ejemplo, los expresidentes se unen para crear conciencia de que el país necesita urgentemente crecer más aceleradamente, en Colombia los expresidentes no se juntan, ni siquiera para asesorar y moderar al gobierno en política exterior, o para hacerse sentir sobre la marcha del país., excepto para defender la regla fiscal. 

Hace diez años tuvimos brevemente el propósito de alcanzar la paz. Lo logramos solamente con las Farc, con mucha dificultad y con medio país en contra. Esta división y la peculiar costumbre nacional de descuidar la ejecución una vez se firman los acuerdos, los decretos o las leyes, nos han traído a la situación actual en la que muy pocas personas tienen confianza en la paz total o en las reformas que desea imponer el gobierno. 

A pesar de ello, el ejecutivo parece dispuesto a todo para hacerlas aprobar contra la opinión de expertos, y la de las mayorías en el caso de la salud y el de la paz. El presidente ha invitado en repetidas ocasiones que se llegue a un acuerdo nacional sobre estas reformas, pero no basado en el dialogo y el compromiso razonable, sino como adhesión. Esto, por supuesto ha hecho que no se le preste atención cada vez que extiende la invitación. En otros campos, como la política exterior y la transición energética, el gobierno se ha separado de lo tradicional y de lo que más conviene, sin intentar discusión o compromiso distintos a aceptar lo que ya ha decidido, sin mediar consulta alguna o razón distinta.

El país parece estar a la deriva, como el buque fantasma de la canción de Julio Jaramillo que "anda buscando refugio" y "no puede anclar en puerto" En esta crisis se han echado de menos iniciativas constructivas o propuestas alternativas que podrían contribuir a sacar al gobierno y al país del callejón sin salida en el que se encuentra.

Inesperadamente, el senador Iván Cepeda parece compartir estas apreciaciones y ha presentado en columna publicada el domingo pasado en el diario El Tiempo una propuesta que ya había esbozado, pero sin entrar en detalle. Él intenta revivir la idea de un acuerdo nacional y la urgencia con la que se necesita, pero a diferencia de lo que hasta ahora ha solicitado Petro, propone convocar a todos al acuerdo, aunque  limitándose al propósito de convertir al país en una potencia mundial agropecuaria y ecológica, que si bien es deseable, parece un objetivo muy restringido porque la verdadera salida para el país no se circunscribe al sector agropecuario o a la ecología. Se necesita educación, conocimiento, industria y sobre todo exportaciones de manufacturas y servicios de alta complejidad. En cuanto a participación, el senador Iván también es parco. Propone establecer una mesa de diálogos, lo que es ya un avance, pero constriñe la representación a delegados del ¨movimiento social¨ (¿Pacto Histórico?), de los gremios empresariales y del gobierno nacional. ¿Y los que no pertenecen a esos tres grupos se quedan por fuera? Es curioso que no le dé más espacios a la sociedad civil. 

Pese a estas limitaciones, la propuesta de Cepeda merece mucha atención porque su intención es buscar un camino para concebir una visión compartida de Colombia, ojalá  incluyente y convergente, que se aparte de sus pares en América Latina y cierre la brecha, en primera instancia con las dinámicas economías asiáticas y las del este de Europa. 

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