El premio nobel en economía que ganó este año Claudia Goldin y la divulgación de sus investigaciones me han puesto a leer sus trabajos y a pensar que aunque tenemos una ministra de Trabajo, y que hemos tenido varias, el ambiente que se respira en los medios laborales es predominantemente masculino y focalizado en los trabajadores y no en las trabajadoras. La manera de pensar dominante es eminentemente machista y conduce a que la legislación laboral no sea la que más podría beneficiar a las trabajadoras.
Las investigaciones de Claudia Golding le dan mucha importancia a que se consideren las circunstancias reales que afectan principalmente a las mujeres y muestran que cuando las leyes laborales son más flexibles y favorecen el empleo por horas, o de tiempo parcial, se benefician las mujeres porque pueden coordinar mejor sus necesidades de generar ingreso con sus responsabilidades familiares; y ganan los hijos.
La reforma laboral, como la ha concebido el gobierno en colaboración con los sindicatos “machistas”, revive inflexibilidades en la jornada laboral, aumenta los costos de las horas extras y sobre regula el trabajo dominical, de tiempo parcial y por horas. Todo eso va a costarles a las mujeres puestos de trabajo, sin afectar el otro gran problema que es la menor compensación que reciben las mujeres por su trabajo y las oportunidades diferenciales que les brindan a los hombres acceso a los empleos más codiciados, que Golding llama empleos “codiciosos” (greedy) por la dedicación que exigen.
Otra de las razones por las cuales la participación de las mujeres en la oferta laboral se limita, es por el embarazo adolescente que en muchos casos obliga a la joven a suspender sus estudios y le restringe sus posibilidades de empleo. La mayor inflexibilidad laboral va a afectar de manera grave las posibilidades de educación de las jóvenes y su capacidad de generar ingresos. Este problema puede reducirse si las adolescentes son conscientes de que ahora tienen la opción legal de abortar. Mejor sería que obtuvieran información y vía libre para acceder a métodos anticonceptivos sin estigma social.
Claudia Goldin descubrió que hacer disponible la píldora anticonceptiva les dio a las mujeres norteamericanas la libertad de posponer el matrimonio y los embarazos, y de planificar su vida, sus estudios y sus carreras. Coincidió esto en los 60 con el ingreso masivo de las mujeres a la educación superior. En Colombia, quizás por otras razones, ya es un hecho que más mujeres que hombres terminan la universidad y que esto ha cambiado la oferta y la participación de las mujeres en el mercado laboral.
Un elemento que puede haber impedido que algunas de estas cohortes de mujeres educadas hayan escogido las profesiones con mayores posibilidades de empleo ha sido, posiblemente, que sus expectativas estuvieron muy influenciadas por la vida de sus madres (otro notable hallazgo de Goldin). Hasta los años 70 no entraron masivamente a las ingenierías, por ejemplo, y hoy se mantienen alejadas de las TIC.
Son muchas las variables que afectan el empleo femenino. Lo importante es reconocer que leyes, como la reforma laboral propuesta, la competencia que ahora enfrentan los hombres, los prejuicios y costumbres existentes sobre la participación de las mujeres en los puestos ejecutivos y en otras ocupaciones, han actuado en contra de facilitar sus oportunidades de empleo, más en el caso de las mujeres cabeza de familia, que por necesidad son obligadas a balancear el trabajo y el manejo del hogar, sin opciones o apoyo.