'Balada para niños muertos', el lado oscuro de Andrés Caicedo
Fotografía familiar de Andrés Caicedo con Nelly, su madre.
Crédito: Archivo particular
El director caleño Jorge Navas realizó el documental 'Balada de niños muertos', en el que muestra la relación de Andrés Caicedo con los fantasmas, las películas de terror y la muerte. La película estará muy pronto en salas en Bogotá, Medellín y Cali.
Por: Eduardo Arias
Esta semana se estrena en Bogotá y Medellín, y la próxima en Cali, Balada para niños muertos, un documental del director caleño Jorge Navas sobre Andrés Caicedo. El estreno estaba previsto para 2020, más exactamente en el Festival de Cine de Cartagena. Un evento ni mandado a hacer, ya que uno de los invitados, ya confirmado, era Roger Corman, mítico director de cine de horror al que en 1973 Andrés Caicedo había intentado en vano venderle dos guiones. Sin embargo, la pandemia obligó a cancelar el festival cuando apenas llevaba dos días y Balada para niños muertos tuvo que esperar.
El documental habla sobre un personaje del que mucho se ha dicho, escrito y filmado. Pero no es un documental sobre salsa, rock, cinefilia, literatura, caleñidad y otros temas recurrentes cuando se habla de su vida y obra. Está centrado ante todo en su relación con el cine de terror, la novela gótica y la muerte, temas que lo rondaron desde que era muy niño hasta que decidió quitarse la vida. No en vano, el afiche de la película es una parodia del poster de La noche de los muertos vivientes de George Romero, una película clásica del género.
El documental ya ha sido premiado en varios festivales de cine de horror. Por él desfilan fotografías de su infancia, de su juventud, así como los testimonios de su hermana Rosario, de sus amigos Luis Ospina, Eduardo Carvajal y Guillermo Lemos, de su novia Patricia Restrepo, de Pilar y Vicky, sus dos hermanas mayores, y de Sandro Romero Rey, curador y editor junto con Luis Ospina de la obra de Caicedo.
Jorge Navas, su director, es un gran seguidor de la vida y obra de Caicedo. En 1996 realizó Calicalabozo, su primera película, experimental, que fue su tesis de grado de la Universidad del Valle, y que lleva el título que pensaba utilizar Caicedo para reunir sus cuentos y relatos y que luego adoptaron Luis Ospina y Sandro Romero cuando los editaron. También es el autor del cortometraje Alguien mató algo, de 1999, y los largometrajes La sangre y la lluvia (2009) y Somos calentura (2019).
La literatura gótica y la violencia, dos temas recurrentes en la vida y la obra de Caicedo, dieron origen a lo que más tarde comenzó a denominarse como el “gótico tropical”, un tema que siempre ha atraído a Navas. De hecho hace cinco años él estaba investigándolo para escribir un guion y rodar una película. En ese momento recibió una invitación que le hizo el canal regional Tele Pacífico para que hiciera un documental sobre los 40 años de la publicación de la novela ¡Que viva la música!, de Andrés Caicedo. “A mí me pareció maravillosa la invitación y les dije que en ese momento yo estaba trabajando en un guion y una película e investigando el concepto del gótico tropical, que me interesaba mucho y que tiene una raíz muy fuerte en Andrés Caicedo”. Como consideraba que ya se había hablado mucho de ¡Que viva la música!, les propuso hacer un documental sobre la relación de Caicedo con el cine de terror, la semilla que él sembró para crear el concepto del gótico tropical, y también para mostrar el lado oscuro presente en su obra y también en su vida. “Él es conocido por la salsa, la psicodelia, por el rock, por la crónica urbana, pero no es tan conocido por este lado más oscuro y más relacionado con su amor por lo gótico y el terror”.
Tele Pacífico le dio vía libre. Lo que iba a ser un documental convencional para la televisión pública se transformó en una película con mucha más profundidad y más capas. Al buscar de dónde venía su pasión por lo oscuro y por la muerte, Rosario Caicedo, la hermana más cercana a Andrés, le contó la historia de sus hermanos muertos que Navas no conocía. Antes de que naciera Andrés hubo un hermano que murió muy pronto y luego, cuando Andrés ya había nacido, tuvo un hermano que murió de hidrocefalia cuando apenas tenía dos años. Para la mamá fue muy duro afrontar esas muertes y seguía hablando de los niños como como si estuvieran vivos, como si estuvieran presentes. “Se volvieron como unos fantasmas y me dice Rosario que Andrés leía poemas muy oscuros o le pedía a ella, cuando ni siquiera sabía leer todavía, que se los leyera. Había una identificación con la muerte desde muy niño. Esta historia de los fantasmas me pareció asombrosa”.
Después, al leer los guiones que él escribió para llevar a Los Ángeles e intentar vendérselos al mítico Roger Corman, director de cine de terror, se dio cuenta de que hay una escena muy similar a la descripción de la muerte de su hermano. Él estaba adaptando al escritor H. P. Lovecraft pero al mismo tiempo se trataba de una autobiografía. “Ese fue el detonante de todo el documental. Su relación con la muerte de sus hermanos, su enfermedad mental, porque yo creo que él también tenía una enfermedad mental que en ese momento nadie lo podía diagnosticar claramente ni tratar”. Navas señala que se mezclaron los fantasmas de los hermanos, esa pasión por la muerte, el coletazo de la Violencia en Colombia, esa guerra civil de conservadores contra liberales, la explosión de los camiones de dinamita del 7 de agosto de 1956 que arrasó decenas de manzanas de Cali. “Hay un momento clave, cuando sus hermanas van a ver Drácula y llegan a la casa aterrorizadas hablando de la película”.
A Andrés Caicedo le impresionó mucho esa historia del muerto viviente y tal vez allí comenzó su fascinación por las películas de terror y la literatura gótica. Es algo que estaba muy vinculado a su vida porque lo vivió y luego lo aterrizó a partir de la literatura gótica inglesa. "Él la adaptó al trópico, la canibalizó y la volvió otra cosa", dice Navas.
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Se mezclaron los fantasmas de los hermanos, esa pasión por la muerte, el coletazo de la Violencia en Colombia, esa guerra civil de conservadores contra liberales, la explosión de los camiones de dinamita del 7 de agosto de 1956 que arrasó decenas de manzanas de Cali.
El término “gótico tropical” se volvió recurrente a raíz de las películas Pura sangre, de Luis Ospina (1982) y Carne de tu carne, de Carlos Mayolo (1984). Andrés Caicedo escribió el primer borrador de Carne de su carne y le dio a Luis Ospina la idea detonante inicial de Pura sangre, la historia de un magnate que necesita transfusiones de sangre permanentes y le robaba la sangre a sus obreros de un ingenio azucarero. “Andrés tuvo que ver con esas dos películas que son de cierta manera la base del cine caleño, de lo que se denomina Caliwood y del 'gótico tropical'”.
Él quería triunfar o al menos abrirse camino en el cine como guionista. Cuando viajó a Estados Unidos se fue pensando muy ingenuamente que lo iba a lograr. Allá se dio cuenta que era muy difícil. Le tocó aguantar hambre, vivir en condiciones muy adversas y regresar donde Rosario a Houston y luego a Cali con las manos vacías. No poder venderle los dos guiones a Roger Corman lo golpeó mucho. Él era muy sensible y en cierto modo muy frágil. Otra persona se habría dicho: “Es un golpe duro”. Pero sigue adelante y piensa que tiene toda la vida para recuperarse.
Sin embargo ese golpe no detuvo su carrera como escritor de literatura y crítica cinematográfica. Siguió escribiendo todo el tiempo. “Lo que yo más o menos pude descifrar después de hacer el documental y lo que entiendo es que se fue quedando solo por voluntad propia. Sentía que no podía trabajar en equipo. Intentó hacer cine con Mayolo y un equipo de gente pero era como torpe. Él escribía la historia, pero no podía imponer sus ideas. No conocía bien el lenguaje ni cómo se manejaba técnicamente el proceso”.
Andrés Caicedo se sentía muy frustrado por no haber sido publicado, por tener mucho por decir y no poder mostrarlo. “Él era muy ansioso, incluso hasta muy mimado. No sé cuál será la palabra, pero quería que las cosas se cumplieran rápidamente y también estaba en una contrarreloj con la muerte. Yo creo que él pensó que estaba quemando sus últimos cartuchos y que no pasaba nada con su obra”. En vida sólo pudo ver publicado su relato El atravesado, una edición que financió su mamá y alguno que otro cuento que apareció en periódicos y revistas. Andrés Caicedo se suicidó el 4 de marzo de 1977, el día que recibió el ejemplar de prueba de ¡Que viva la música! que iban a publicarle en la colección literaria del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), que unos 20 años después se convirtió en el Ministerio de Cultura. “Yo creo que ya tenía un gran dolor y una gran frustración interna que sólo la entendía él. Puede parecer exagerado pero es ahí donde yo creo que entra todo el tema de la fragilidad mental y la fragilidad de la salud mental con la que él vivía”.
Balada para niños muertos se exhibirá en la Cinemateca de Bogotá a partir del 13 de abril. En el Museo de Arte Moderno de Medellín a partir del 14 de abril y en el Museo La Tertulia de Cali a partir del 22 de abril.