
Colectivo Atractor, en el cruce de caminos entre arte y ciencia
Detalle de la instalación 'Una historia de dos semillas', de los colectivos Atractor y Semántica.
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El proyecto 'Una historia de dos semillas: sonido y silencio en los llanos latinoamericanos' ganó recientemente el premio Prix Ars Electronica Golden Nica en la categoría Músicas Digitales y Arte Sonoro. Realizado por los colectivos Atractor, de Colombia, y Semántica, de Gran Bretaña. Este trabajo se basó en una investigación que adelantó Juan Cortés, uno de los integrantes de Atractor.
Por: Eduardo Arias

Atractor es un colectivo que integran Alejandro Villegas, Juan Cortés, Juan José López y Juan Camilo Quiñonez, artistas colombianos que realizan obras con técnicas propias de la ingeniería mecánica, la electrónica y la informática.
Ellos se asociaron con Semántica Productions, un estudio interdisciplinario británico conformado por Camilla French y Jemma Foster, para realizar el proyecto Una historia de dos semillas: Sonido y silencio en los llanos latinoamericanos y ganaron recientemente el premio anual Prix Ars Electronica Golden Nica, en la categoría de Músicas Digitales y Arte Sonoro. Este premio se entrega cada año desde 1987 durante el Festival Ars Electronica de Linz (Austria), en el que se explora la intersección entre arte, ciencia, tecnología y sociedad.
Con este premio, Atractor se unió a la lista de anteriores galardonados en su categoría, entre los que se destacan los músicos británicos Peter Gabriel y Aphex Twin y los japoneses Ryoji Ikeda y Ryoichi Kurokawa.
El proyecto galardonado forma parte de una investigación que Cortés desarrolló a principios de este año. Él comenzó a preguntarse acerca de los efectos ambientales de los monocultivos de soya en los Llanos Orientales colombianos y el avance del amaranto, una mal llamada plaga del cultivo transgénico.

En sus viajes a los Llanos se dio cuenta de la importancia que tiene el amaranto para las culturas originarias y empezó a investigar cómo ponía en peligro los cultivos de soya de las grandes compañías internacionales. Luego de ello, con los datos recolectados, Cortés extendió la participación en la propuesta al resto de Atractor y a Semántica. Estos últimos se encargaron de la recolección de los datos sonoros.
Una historia de dos semillas: Sonido y silencio en los llanos latinoamericanos es una reflexión sobre la expansión de los cultivos de soya transgénica en los Llanos orientales, donde indígenas y campesinos han cultivado en chagras y policultivos. Esta investigación busca señalar cómo la industria agrícola de los monocultivos afecta, de manera casi que irreversible, la fertilidad de la tierra. Para este trabajo Atractor y Semántica utilizaron micrófonos de contacto diversos, radares de penetración de suelos y detectores ultrasónicos para crear paisajes sonoros y poner en evidencia la enorme pérdida de diversidad que trae la expansión de los monocultivos.
Ellos se definen como un grupo de artistas que trabaja técnicas de la ingeniería mecánica, electrónica e informática desde el campo de las artes. “Nos enfocamos en la visualización de fenómenos naturales, paradigmas matemáticos y científicos relacionados con fenómenos socioculturales no solo de la cultura hegemónica occidental, también de otros modos de saber y entender lo científico, a través de la interacción del espectador con un sustrato y análogo”.
CAMBIO conversó con Juan Cortés acerca de este premio y el alcance del trabajo del colectivo Atractor.

CAMBIO: ¿Cómo se convierten temas científicos en obras de arte? ¿Dónde se traza la frontera si es que existe?
Juan Cortés: Hay una frase en el libro Lecciones de Sociología de las Ciencias de Bruno Latour que ha sido mi referente durante años: “Tomen en consideración cosas y hallarán humanos. Tomen en consideración humanos y se toparán con cosas. Presten atención a las cosas duras: irán suavizandose, ablandándose, humanizándose. Fijen su mirada en los humanos: verán cómo se vuelven eléctricos, automáticos, informáticos. Hagan sociología y no tendrán otro remedio que ser tecnólogos”. Sé que el límite entre las disciplinas es difuso, pero la separación entre ambas fronteras es fuerte. Sin embargo, quiero pensar que desde este rincón autónomo en el que desarrollamos nuestra práctica artística tenemos muchas licencias para subvertir y cuestionar la razón de ser de muchas investigaciones y categorizaciones científicas. No sólo el límite entre el arte y la ciencia es difuso, en este momento también lo es el de la ciencia y el mercado.
CAMBIO: ¿Cómo abordar este tipo de proyectos en el contexto latinoamericano?
J. C.: El arte que mira la tecnología y la ciencia desde Latinoamérica necesita una fuerte perspectiva crítica local para ser relevante. Como artistas latinoamericanos que pretendemos tratar temas científicos en proyectos artísticos, creemos en la vivisección como medio para la confrontación de problemáticas científicas que una y otra vez se intersectan con problemáticas sociales, culturales y políticas.
CAMBIO: ¿Qué puede contar el arte electrónico que no pueda transmitir el lenguaje científico?
J. C.: Creo que el arte en general es un campo fértil para desarrollar preguntas y plantear problemas. Una instalación artística -cuando es buena- crea un espacio transitorio en el que cualquier ficción puede tener sentido. Tiene el potencial, también, de confrontar al espectador al articular un proceso de retroalimentación en el que los flujos de información que plantea la obra se enfrentan con el bagaje de quien la observa. En mi opinión, en el caso del arte electrónico frente al lenguaje científico hay un enorme potencial crítico. ¿Por qué pensar en un sólo lenguaje científico, si miramos a nuestro alrededor y solo encontramos pluralidad de saberes? La intuición, los conocimientos sensibles y todo lo que, en palabras de Latour, nos ablanda parece siempre estar del otro lado de la frontera del conocimiento real, y eso continúa siendo problemático.
CAMBIO: Con base en lo que acaba de señalar, ¿cuál es el alcance de Una historia de dos semillas?
J. C.: El caso particular de la obra señala una problemática aguda alrededor de la tecnificación del agro: ¿podemos seguir considerando el avance tecnológico en el agro colombiano como un ideal de progreso? ¿Podemos hacerlo sin cuestionar el modelo ideológico que plantea?
CAMBIO: ¿Cómo descubrieron que el sonido era también un marcador de la pérdida de diversidad y la relación entre el suelo y los organismos vivos?
J. C.: Los estudios de suelos se valen de sensores y marcadores, pero el agrólogo experto siempre usa sus sentidos para evaluar los horizontes en el terreno. Algo que resulta muy interesante es el valor de llegar a un territorio y sentirlo. En este sentido, el sonido y la escucha profunda son fundamentales para entender la diferencia entre territorios. La hipótesis que plantea la obra es si las grabaciones, a través del tiempo en un proceso tan acelerado como el de los últimos cinco años en los llanos orientales, pueden contar la historia del cambio en el territorio.
CAMBIO: ¿A qué conclusiones han llegado?
J. C.: La conclusión hasta el momento -pues seguimos viajando y grabando- es que sí hay una diferencia perceptible, de hecho muy marcada en muchas grabaciones. Creemos también que la sensibilización frente a la escucha es un aporte enorme de las artes sonoras, y vale la pena subrayar su potencial para enfrentarnos a problemáticas medioambientales como la descrita por el proyecto.
