
“Cuando decimos ‘Colombia abraza a Batuta’ no estamos hablando solo de una colecta”: Lucía González
Como consecuencia de la disminución de recursos públicos que recibirá del Estado, la Fundación Batuta lanzó la campaña ‘Colombia abraza a Batuta’, que busca recoger el dinero que necesita para sostener sus proyectos culturales de alto impacto social y tejer una red de reconocimiento, compromiso y esperanza colectiva.
Por: Eduardo Arias

En sus ya 33 años de existencia, la Fundación Nacional Batuta enfrenta una crisis debida a una disminución en los recursos públicos asignados a la entidad, que históricamente han representado más del 75 por ciento de su presupuesto anual. Esta reducción tiene como causa una redistribución de la inversión que les permite seguir poniendo en marcha proyectos de formación humana y musical en todo el país, pero pone en peligro su estructura organizacional que hace posible implementar el modelo Batuta por otras vías.
Por esa razón, la fundación inició una campaña nacional de gestión de recursos que busca recaudar 3.000 millones de pesos que permitirán garantizar la operación básica de la entidad, recuperar la presencia en algunos de los 136 centros musicales que operaron el año pasado, seguir promoviendo proyectos en las comunidades que más los necesitan y responder así a la demanda que hoy recibe de estas comunidades.
Durante más de tres décadas, este proyecto, que nació en 1991 como una fundación social sin ánimo de lucro, con participación de aportes públicos y privados, ha sido refugio y motor de desarrollo para miles de niños y jóvenes a través del arte. Como observa Lucía González, exintegrante de la Comisión de la Verdad y actual directora de Batuta, “la fundación cuenta con una capacidad técnica y administrativa que ha logrado llegar a la Colombia profunda y tejer redes de formación humana y social en todo el país, sobre todo en los lugares más golpeados por la pobreza, la violencia y el olvido”. CAMBIO habló con ella acerca de los alcances de esta campaña.

CAMBIO: ¿Ustedes saben a qué obedece ese recorte de presupuesto?
Lucía González: Sí. La disminución de los recursos públicos asignados a la Fundación Nacional Batuta obedece a una redistribución en la inversión del sector cultural por parte del Gobierno, que ha destinado gran parte del presupuesto al programa Artes para la Paz, que busca llegar con formación artística a los establecimientos educativos del país, empezando por las zonas más vulnerables. Es una decisión que consideramos plausible en términos de sus propósitos globales, pero cuyos efectos concretos nos han puesto frente a uno de los momentos más retadores en los 33 años de historia de la fundación.
CAMBIO: ¿Cómo ha sido la relación de Batuta con el Estado colombiano?
L. G.: Batuta ha sido históricamente un aliado estratégico del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, entidad que preside la junta directiva de Batuta. Durante tres décadas hemos trabajado de manera articulada con el Estado para llegar a las poblaciones más excluidas, particularmente aquellas afectadas por la pobreza, el conflicto armado y la falta de oportunidades, reportando con nuestro trabajo resultados a las metas de los planes de desarrollo.
A nuestro propósito formador también contribuyen otras entidades públicas y privadas, así como de cooperación internacional. Lo que ha cambiado ahora es que esa redistribución ha implicado disminuir recursos que, normalmente, representaban más del 75 por ciento del presupuesto anual de Batuta. Esto no solo compromete la sostenibilidad de nuestra operación básica, sino la ausencia en territorios y comunidades donde habíamos estado históricamente. Esta situación nos obliga a explorar nuevas vías de financiación para sostener un modelo que ha probado ser eficaz, transformador y profundamente necesario para el país.
CAMBIO: ¿Cómo afecta ese recorte el actual funcionamiento de Batuta?
L. G.: La redistribución de los recursos nos afecta en varios frentes. Uno de los más sensibles es la capacidad de sostener nuestra estructura operativa en todo el territorio nacional. Batuta tiene presencia directa en más de 130 municipios del país y ha logrado instalar capacidades donde muy pocas organizaciones pueden llegar. Esta presencia es posible gracias a una red de talento humano comprometido y formado por años en esa misión integral de formar mejores seres humanos para la vida en comunidad a través de la práctica musical colectiva y la formación humana. Cuando los recursos escasean, se pone en riesgo la posibilidad de sostener esa red.
Además, la disminución presupuestal nos obligó a reducir la cobertura en algunos de nuestros centros musicales, afectando la continuidad de procesos que venían transformando vidas y fortaleciendo comunidades, las cuales hoy nos escriben y llaman demandando nuestra presencia. También pone en tensión la posibilidad de responder a la creciente demanda de comunidades que hoy más que nunca necesitan que Batuta esté presente.
Sin embargo, con el Ministerio de las Culturas hemos logrado preservar 26 de esos centros musicales, y nos sumamos al programa Artes para la Paz en 86 establecimientos educativos, 11 centros musicales para población con discapacidad y tres procesos orquestales, en las ciudades de Buenaventura, Quibdó y Puerto Asís, algunos de ellos en territorios donde estábamos antes.
CAMBIO: ¿Cómo piensan afrontar esta nueva realidad?
L. G.: Frente a esta situación no nos hemos quedado inmóviles. Además de seguir gestionando proyectos, hemos decidido lanzar una campaña nacional de movilización ciudadana bajo el nombre 'Colombia Abraza a Batuta', con el objetivo de recaudar 3.000 millones de pesos antes del mes de octubre. Esta cifra no es una meta ambiciosa: es una meta justa, necesaria y urgente, acorde con el impacto social, emocional y educativo que tiene Batuta en miles de niñas, niños y jóvenes del país.
CAMBIO: ¿Sería una campaña única o la idea es continuarla cada cierto tiempo?
L. G.: La campaña tiene una meta inmediata y muy concreta: garantizar la operación básica de la entidad mientras construimos, de la mano con nuestros aliados, soluciones estructurales y sostenibles. Pero más allá de una meta económica, esta campaña inaugura una nueva forma de relación entre Batuta y la sociedad colombiana. Queremos que este gesto de 'abrazar a Batuta' sume aliados en esta misión y se convierta en un compromiso a largo plazo con la protección de un bien común.
CAMBIO: ¿O sea que más allá de conseguir fondos también buscan crear un compromiso ciudadano con Batuta?
L. G.: Sí. Por eso decimos que esta, más que una campaña, es una invitación a construir una cultura del cuidado colectivo. Si algo nos ha enseñado la música es que solo lo que se cuida, perdura. Y Batuta ha demostrado, con cifras e historias, que es un proyecto que vale la pena sostener no solo por lo que hace, sino por lo que representa: esperanza, protección, dignidad, transformación y ampliación de horizontes culturales. Así que sí: esta campaña es el primer paso de una estrategia más amplia de sostenibilidad social y financiera que queremos seguir consolidando con la ciudadanía y todos los sectores del país.
CAMBIO: ¿Cuál ha sido el balance de Batuta desde que usted llegó a la dirección?
L. G.: Ha sido un periodo de aprendizajes, de mucha escucha y también de profunda admiración por lo que han tejido las comunidades alrededor de este propósito con el apoyo de los aliados. Este proyecto transforma no solo a sus participantes, sino también a quienes lo lideramos. Hemos fortalecido programas dirigidos a poblaciones diversas: madres gestantes, niños y niñas con discapacidad, víctimas del conflicto armado, migrantes, docentes y cuidadores; hemos fortalecido el enfoque de género y de educación para la paz; y hemos seguido contribuyendo, de la mano de nuestros aliados, a la retención escolar y la prevención del reclutamiento forzado.
CAMBIO: En su concepto, ¿cuáles resultados tangibles ha logrado este esfuerzo en sus 33 años de existencia?
L. G.: Hemos priorizado la calidad pedagógica tanto musical como humana y la presencia territorial, y hoy más que nunca estamos convencidos del poder que tiene la música como herramienta de transformación social. Casi todos los niños y niñas que participan en Batuta provienen de los estratos 1 y 2, y más de la mitad han vivido directamente los efectos del conflicto. Sin embargo, el 97 por ciento reporta mejoras significativas en su bienestar emocional, sentido de pertenencia y autoestima. Estos datos son profundamente significativos porque nos muestran que Batuta no solo enseña música: acompaña procesos de vida.
También quiero destacar que muchas de las personas que pasaron por nuestras aulas hoy son músicos profesionales, docentes, profesionales en otras áreas y líderes comunitarios. Son ejemplos vivos de cómo una oportunidad puede cambiar el rumbo de una vida. En ese sentido, el balance es profundamente positivo y nos compromete aún más con la misión de garantizar que ningún proceso quede a la deriva por falta de recursos.
CAMBIO: ¿Qué lazos (desde emocionales hasta los más racionales) unen la Comisión de la Verdad y un proyecto como Batuta?
L. G.: Nos une una comprensión profunda del papel que tiene la cultura en la construcción de paz y en la sanación de heridas colectivas. La Comisión de la Verdad nos ayudó a entender que la violencia no solo se expresa en el cuerpo, sino también en la memoria, en el territorio, en el alma. La Comisión entendió que el cambio es cultural y que el arte es un medio muy potente para construir actitudes de solidaridad, profundizar las identidades, valorar las diferencias. Y en ese sentido, Batuta ha sido una respuesta sensible, constante y territorial a las consecuencias del conflicto armado.
Cuando un niño en Bojayá canta en un coro infantil, cuando una adolescente en el Putumayo toca el violín o cuando un joven en Buenaventura revive la marimba de chonta, no solo está haciendo música. Está reconstruyendo un vínculo con la vida, está encontrando una forma de expresar lo que las palabras no alcanzan. Eso es reparación simbólica. Eso es memoria viva.
Desde un lugar emocional, Batuta ha sido refugio y compañía. Desde un lugar racional, ha sido una política pública de impacto con resultados medibles. Hemos contribuido a prevenir el reclutamiento forzado, a reducir la deserción escolar y a fortalecer el tejido comunitario, a ampliar las exceptivas de desarrollo humano por encima de las condiciones del entorno. Y todo eso es, sin duda, una forma de construir paz duradera.
CAMBIO: ¿Cómo participar de la iniciativa que ustedes impulsan?
L. G.: Quiero invitar a todos los colombianos a hacer una pausa y pensar qué significa realmente el gesto de abrazar. Abrazamos aquello que amamos, que queremos proteger, que no estamos dispuestos a perder. Por eso hoy, cuando decimos Colombia Abraza a Batuta, no estamos hablando sólo de una colecta. Estamos hablando de un acto de reconocimiento, de compromiso y de esperanza colectiva, de una manera simple de compartir y contribuir a que este sea un mejor país.
La infancia, la cultura, la música y la paz son causas que nos pertenecen a todos. Y Batuta ha sido una promesa cumplida en esos frentes. Pero esa promesa necesita ser sostenida. Porque lo común no es de nadie si no lo cuidamos entre todos. Y cuando Colombia abraza a Batuta, se abraza a sí misma. A su historia, a sus heridas y, sobre todo, a su posibilidad de ser un país más justo, más humano y más unido.
