
Los planes que tiene Bogotá para renovar su Zona Industrial
Zona Industrial de Bogotá
Crédito: Cortesía RenoBo.
- Noticia relacionada:
- Arquitectura
- Bogotá
Tal como lo han hecho varias ciudades del mundo, Bogotá tiene la gran oportunidad de convertir la Zona Industrial en un polo de vivienda, educación, cultura, servicios y negocios.
Por: Eduardo Arias

En el corazón geográfico de Bogotá no solamente se encuentran el parque Simón Bolívar, la biblioteca Virgilio Barco o el Jardín Botánico, sino también una amplia zona de unas 450 hectáreas de extensión en la que se mantienen en pie, y muchas de ellas funcionando, fábricas y bodegas de la llamada zona industrial de la ciudad.
Este sector no suele gozar del favor de la gente y está lejos de ser un atractivo turístico. Pero muchas de sus construcciones, parques y avenidas que la circundan o atraviesan, encierran un gran potencial para que, a través de un nuevo uso que respete sus valores comunitarios, arquitectónicos, su escala urbanística y su interés histórico, se convierta en un atractivo no sólo para personas que quieran vivir en un lugar estratégico, sino también para nuevas industrias, empresas, centros culturales y estudiantiles.
Como dice Carlos Felipe Reyes, gerente de la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano (RenoBo), “la propuesta tiene como objetivo revitalizar una zona de baja densidad poblacional, pero con disponibilidad de predios de gran tamaño, lo que representa una oportunidad significativa para el desarrollo inmobiliario. La actuación estratégica no solo busca fortalecer el tejido social y económico, sino también establecer una normativa funcional que consolide un ecosistema de innovación y dinamice el desarrollo urbano”.
Agrega que esta propuesta propone preservar el paisaje urbano-industrial mediante el reúso de inmuebles no declarados. “Esto permitirá su adecuación a las necesidades contemporáneas, respetando su valor cultural y arquitectónico sin obstaculizar la renovación del sector”.

Un sector con mucha historia
La Zona Industrial es una de las 25 Actuaciones Estratégicas delimitadas en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT). La zona, denominada como de Actuación Estratégica ZIBo, está delimitada al norte por la avenida El Dorado desde la carrera 44A hasta la carrera 30; al oriente, por la misma 30 desde la 26 hasta la avenida Sexta o Los Comuneros; al sur, por el arco que traza la avenida de los Comuneros entre la 30 y la carrera 39B y continuando por la calle 6 hasta llegar a la Av. de Las Américas. Y al occidente, desde la avenida de Las Américas por la carrera 50 hasta la Avenida Ferrocarril de Occidente.
En este punto, la zona bordea el barrio Quinta Paredes por esa misma vía y luego por la carrera 40. De nuevo el límite toma dirección norte por esa avenida hasta la carrera 40 y por esa vía bordea el barrio Quinta Paredes de manera paralela a Corferias hasta la calle 25. Por la que el límite baja hasta encontrar la avenida El Dorado.
Varias de las edificaciones que aún se conservan allí son verdaderas joyas de la arquitectura. La zona industrial histórica surgió cuando comenzó la década de los años 50, como parte del plan piloto que propuso el gran arquitecto suizo-francés Le Corbusier para atender el crecimiento de la zona urbana hacia el occidente de la ciudad que comenzaba a darse. En principio, la vocación de este territorio se enfocó en albergar industrias, así como barrios de carácter residencial.
Las empresas que se establecieron en el sector se enfocaron en actividades muy diversas como plástico, químicos, textiles, metalmecánica, gaseosas, tabacos, e industrias alimenticias.

A comienzos de los años 90 llegó la apertura económica y municipios como Chía, Cajicá, Tocancipá, Sopó, Zipaquirá, Mosquera y Funza se declararon como ‘industriales’. Debido a esto, muchas empresas que no cumplían con la normativa ambiental de las grandes ciudades o que buscaban los beneficios de los parques industriales se trasladaron a esos lugares
Pero el tejido económico y productivo en la zona creció en los sectores de comercio, industria y servicios hasta 2019, cuando llegó a un máximo de 3.280 empresas de servicios, 3.212 de comercio y 1.696 industrias. Sin embargo, a partir de 2019, se evidencia una tendencia decreciente en los tres sectores, con una caída de alrededor del 37 por ciento.

Mucho pasado y mucho futuro
Daniel Feldman, arquitecto graduado de la Universidad de los Andes y especializado en Diseño Urbano en Harvard, impulsa la idea de reconvertir la zona industrial desde hace al menos 10 años. Él ya vive en una bodega que reconvirtió y camina por las calles como si estuviera en Florencia o Roma y conociera cada detalle de las edificaciones de interés arquitectónico y patrimonial.
Pero lo suyo es más que un gusto personal. Tiene muy claro que la Zona Industrial también es de gran importancia estratégica y económica para la ciudad. “Este territorio se destaca por su función como conector a diferentes escalas, tanto urbano como regional. Además, está llamado a ser un motor para el desarrollo de las áreas de desarrollo naranja y los distritos creativos”.
Por esa razón, la propuesta también busca atraer instituciones de educación superior. De hecho, es vecina de la Universidad Nacional y la Universidad Distrital ocupa ya algunos edificios, entre ellos el antiguo Matadero Municipal, que es un bien patrimonial de Bogotá.
Además, allí la Cámara de Comercio de Bogotá, con el apoyo de la Alcaldía Mayor de Bogotá, Corferias, varias cajas de compensación y el SENA, busca establecer el Campus de Ciencia, Tecnología e Innovación de Bogotá (CTIB), con el fin de fortalecer iniciativas de emprendimiento e innovación en el país.
Como señala Carlos Felipe Reyes, la propuesta es el resultado de un esfuerzo articulado entre múltiples entidades públicas y privadas. “Cada una, en el marco de sus competencias, ha contribuido al proceso de formulación y será clave en la etapa de implementación, que comenzará una vez se adopte por decreto la actuación estratégica”.
Ya en esta etapa de formulación, cuatro empresas interesadas en participar en la estructuración del desarrollo han firmado memorandos de entendimiento. “Este trabajo conjunto busca sentar las bases para una intervención urbana coherente y con alto impacto”, dice Reyes. Otra iniciativa del proyecto es crear o consolidar corredores verdes en armonía con la protección del medio ambiente. CAMBIO habló con Feldman para ahondar en otros aspectos de esta propuesta.

CAMBIO: ¿Cómo era su relación con la Zona Industrial cuando usted era niño?
Daniel Feldman: De niño iba a la zona industrial a trabajar en la empresa de mi familia junto con mi hermana y padres. No pensaba mucho en el lugar como algo especial. La experiencia era dentro de una bodega, haciendo las labores que nos pedían mis padres junto a sus empleados. La pasábamos bien; comíamos pollo apanado.
CAMBIO: ¿Qué le atrae hoy de esta zona, que en el imaginario de mucha gente es inhabitable?
D. F.: Me atrae la historia de la industrialización del país que representa. Me atrae el patrimonio arquitectónico y urbano que habla de esa época. Me atrae que en una gran porción de la zona no ha habido muchos cambios desde mitad del siglo pasado. Me atrae la escala de la ciudad industrial que la compone. Me atrae la amplitud de sus calles y andenes que ofrecen una oportunidad de reverdecimiento inmediato. Me atrae lo bien ubicada que está. Me atraen las oportunidades de reúso, adaptación y densificación que presentan sus edificaciones.
CAMBIO: ¿Ha visitado ciudades donde zonas industriales casi en ruinas fueron reconvertidas de manera exitosa?
D. F.: Sí, y curiosamente acaban siendo unos de los lugares más deseados en la ciudad. Nueva York, con sus zonas de SoHo, Chelsea, y Brooklyn. Coal Yards en Londres, la Fábrica de Carlsberg y las zonas portuarias en Copenhague, Poblenou en Barcelona, 798 en Beijing, XL en Lisboa y muchos más ejemplos así por el mundo. Aunque es innovador para Colombia, el modelo ya existe. Por ende, el reto es, por un lado, convencer a la ciudadanía de que este patrimonio anónimo sí tiene valor y merece ser preservado y querido, y por el otro, motivar al sector desarrollador a implementar un modelo de reúso adaptativo, usos mixtos y densificación el cual puede ser viable y beneficioso tanto para ellos como para sus clientes, y la ciudad.
CAMBIO: A grandes rasgos, denos unos pocos ejemplos de edificaciones de la Zona Industrial que usted considera valiosas o con las que ha establecido alguna relación de apego.
D. F.: Los molinos de harina son unas edificaciones muy especiales. Algunos siguen activos, la mayoría ya han sido apagados. Son edificios con un potencial de reúso muy interesante por sus amplios ventanales, alturas generosas, estructuras robustas y silos de grandes tamaños. El Molino San Luis en la calle 17, el de Procoharinas en la carrera 33, los de Comapán y la Harinera del Valle en la carrera 34 son grandes ejemplos de arquitectura industrial bogotana. Las bodegas en el costado sur de la calle 15, entre la carrera 32 y 33, son un frente urbano de alto valor arquitectónico. La antigua Fábrica de Gaseosas de Colombia (hoy Postobón), con sus arcos en madera laminada, marcaron una nueva manera de construir espacios industriales en los años 40.
CAMBIO: ¿Y cuáles edificaciones destacadas ya se perdieron?
D. F. : La ensambladora de Mazda en la calle 13, la antigua cervecería Andina sobre la carrera 30, la cual tiene sus días contados, la bodega de la Federación Nacional de Cafeteros... Todas podrían haber sido tanto preservadas como adaptadas para recibir los conjuntos cerrados que se proyectaron sobre estas, en vez de ser demolidas. Y esto sin entrar al tema de la huella de carbono que se genera al perder estas construcciones capaces de seguir ofreciendo servicios por muchos años.
CAMBIO: ¿En qué momento comenzó a dársele a ciertas edificaciones de la Zona Industrial un valor arquitectónico y a la zona un valor urbanístico y patrimonial?
D. F.: Hace 10 años creé un proyecto urbano de reúso adaptativo del sector a partir de una investigación que comencé a trabajar en 2004, el cual titulé ZIBo (Zona Industrial Bogotá). Me costó mucho trabajo lograr que las administraciones me escucharan, pues había un desconocimiento general tanto de la historia del área como del valor del patrimonio industrial que hay en ella. De manera paralela, el proyecto (que no lograba ser valorado localmente) estaba recibiendo premios en la Bienal de Arquitectura y Diseño de Seoul, Korea, y la Trienal de Arquitectura de Oslo. No obstante, tuve la suerte de contar en ese momento con el apoyo de un concejal quien me abrió las puertas del IDPC, a cargo de Patrik Morales. Ambos entendieron la visión y potencial y me ayudaron a crear un espacio en la Secretaria de Planeación donde, en ese momento, María Mercedes Jaramillo y su equipo estaban a cargo de formular el POT. Ellos reconocieron el valor de crear una zona capaz de ser desarrollada de una manera diferenciada buscando promover tanto la densificación como la preservación adaptativa.
CAMBIO: ¿Y cómo se aterrizó la idea, por así decirlo?
D. F.: El proyecto motivó entonces la creación de la actuación estratégica ZIBo, la cual está siendo definida actualmente por el equipo de RenoBo, donde muchos de los conceptos y estrategias que planteó el proyecto original han sido incorporados y complementados como parte de la norma urbana que se espera guie el futuro del área. Vale la pena resaltar que el gerente de RenoBo, Carlos Felipe Reyes, me invitó a ser asesor de su oficina para intentar encontrar la manera de darle un carácter único especifico y de alta calidad a esta y las otras Actuaciones Estratégicas que está formulando RenoBo.
