Rush, la Nasa y su última obra maestra
28 Mayo 2023

Rush, la Nasa y su última obra maestra

En 1982, y tras el exitoso trabajo 'Moving Pictures', Rush produjo uno de sus álbumes más emblemáticos y recordados. Una reedición en diversos formatos celebra los 40 años de vida de la última obra maestra que nos dejó Rush: 'Signals'.

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Por Jacobo Celnik

Antes de hablar de Signals, un poco de contexto sobre el largo y complejo camino que recorrió Rush para convertirse en la banda más exitosa de Canadá. Entre 1974 e inicios de 1976, Rush había producido tres álbumes con escasas ventas y muy poca rotación en la radio: el homónimo debut, Fly by night y Caress of steel, el que mejores comentarios recibió de la prensa. Para hacerlos algo más visibles en el mercado de Estados Unidos, la disquera logró que fueran teloneros de Kiss en 1975. Se hicieron notar y de paso construyeron una relación volátil con unos músicos que no los bajan de nerds y bichos raros, por aquello de no seguirles el descontrol y excesos a Gene Simmons y Paul Stanley. Sin embargo, gracias a un programador de radio de Cleveland, Rush empezó a rotar tímidamente entre los rockeros gringos y eso les dio un respiro.

La alianza con Kiss dio frutos. Su disquera estaba a punto de despedirlos y les dio un ultimátum: “Teníamos que entregarles un disco con un par de éxitos en la onda de Led Zeppelin o seríamos despedidos”, comentó el bajista Geddy Lee a la revista Prog en abril de 2023.
Geddy Lee, Neil Peart y Alex Lifeson accedieron, aunque los planes eran otros. Cuando entregaron finalizado el álbum 2112, era todo lo opuesto a lo que les había pedido Anthem Records. Los ejecutivos estaban furiosos, no entendían qué habían grabado y cómo iban a mercadear un disco que era una extensión de las obras completas de Yes. Al equipo de manejo del grupo se le ocurrió que el concepto del álbum tenía que ir de la mano de atuendos que reflejaran el sonido de la música que estaban haciendo por aquellos días. Así terminaron con unas túnicas chinas, lentes y toda una indumentaria acorde al rock progresivo británico, casi que siguiéndoles los pasos a Rick Wakeman. El disco fue exitoso y le salvó la carrera a Rush.

Dos álbumes más de gran factura, A Farewell to kings y Hemispheres, le permitieron a Rush cerrar con broche de oro la década de los 70. Sin embargo, Lee sabía que los años ochenta supondrían otra dinámica, otros retos para mantenerse vigente y pertinente, y a tiempo cambió el sonido del grupo, con mayor énfasis en los sintetizadores y en canciones cortas, sin descuidar su marca progresiva. El álbum Moving Pictures de 1981 es la síntesis perfecta de la vieja escuela y los retos de la nueva década gracias a un par de joyas que dejaron sin palabras a los críticos más feroces. Basta con escuchar a buen volumen YYZ, Tom Sawyer y Vital Sings, un tema en la onda The Police que resume lo que buscaba el grupo en aquellos días.

Rush en 2012
Rush en 2012. De izquierda a derecha, Neil Peart,  Geddy Lee y Alex Lifeson.


Coincidió la gira promocional del álbum Moving Pictures con una invitación que sería fundamental e inspiradora para lo que estaba a punto de suceder con la carrera del grupo. Rush estuvo dentro de un grupo selecto de personas que vieron el lanzamiento del transbordador espacial Columbia, en abril de 1981, en el Centro Espacial Kennedy de la Nasa en la Florida. Junto con Steven Spielberg y George Lucas, entre otros invitados, los tres músicos canadienses fueron testigos de un acontecimiento único, impactante e inolvidable para la historia de la humanidad. Años más tarde el baterista Neil Peart contó en sus memorias que ese hecho lo marcó sobremanera y duró varios días procesando la escena de los cohetes impulsando a la nave hacia la infinidad del espacio. Eso le dio origen al tema Countdown, la canción que cierra con broche de oro esa obra maestra que es Signals. “This magic day when super-science/Mingles with the bright stuff of dreams ("Ese día mágico cuando la super ciencia se mwezcló con el material brillante de los sueños")”, canta Lee con especial sentimiento. Un paso gigante para la humanidad le dio origen a un disco perfecto de principio a fin en el que Rush no solo entendió su momento, sino que creó un momento, estableció una fórmula sonora y en materia de producción que fue seguida por bandas como Van Halen, Asia, Triumph, Saga, GTR, Journey, Kansas y Jethro Tull, entre otros.
 

Subdivisions, la primera canción del disco, es una poderosa declaración de intenciones sonoras que aprovecha la fuerza del sintetizador como instrumento principal para crear una atmósfera perfecta, un ritmo envolvente y una melodía que se apodera de nuestra memoria gracias a uno de los mejores registros vocales que dejó Lee en toda su carrera, por eso fue un tema de presencia obligada en las presentaciones en vivo. Ni hablar de esa batería majestuosa de Neil Peart que nos invita, como en Tom Sawyer, a caer en la trampa del “air drumming”. En este álbum Rush sonaba como otra banda, más británicos, lejos de los excesos del rock progresivo y mucho más coherentes con una era que evolucionaba a pasos agigantados de la mano de la tecnología digital de ingeniería de sonido. Darle más fuerza al sintetizador que a la guitarra fue una movida decisiva para el éxito de Signals y para conquistar nuevas audiencias, aunque eso implicó sacrificar la visibilidad del guitarrista Alex Lifeson.

Rush Signals
Rush entró en una esfera mucho más amplia de seguidores, especialmente en Inglaterra y Europa donde el disco logró ventas importantes, en parte porque la influencia de The Police se mantuvo presente en canciones como New world man y Digital man, en las que además se percibe un equilibrio entre el uso de sintetizadores y la fuerza de la guitarra arrolladora de Lifeson. Signals estableció una fórmula particular y dependiente del protagonismo del sintetizador en el sonido del grupo, presente en sus siguientes tres trabajos, hasta Hold your fire (1987), porque de Presto (1989) en adelante la guitarra volvió a ser el centro de atención.

Edición 40 años
Sobre la edición de los 40 años de Signals hay que decir que no ofrece nada que un seguidor juicioso de Rush no sepa. El gran cambio es la mezcla del disco en 5.1 Atmos, se editó en LP (half-speed), Blu-Ray audio con tres videos promocionales, CD remasterizado, cuatro sencillos de 7 pulgadas (Subdivisions, Countdown, New world man y The weapon), postales, posters, cartas y un libro con fotos e historia que justifica los 203 dólares que cuesta.
Escuche el álbum aquí.
 

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