
Arlene Tickner, primera embajadora de género de Colombia.
Crédito: Ministerio de Relaciones Exteriores
"El principal obstáculo para la igualdad de género se llama patriarcado": primera embajadora de género de Colombia
- Noticia relacionada:
- Embajadas
- Género
- Ministerio de Relaciones Exteriores
- Mujer
Arlene Tickner conversó con CAMBIO sobre su papel, la política exterior feminista del país y las posibilidades que le otorga esta figura a Colombia.

El pasado 4 de junio, Colombia designó por primera vez una embajadora para los asuntos de género. Esto le permite al país participar con mucha más incidencia en espacios multilaterales que buscan avanzar hacia la igualdad de género. Solo tres países en América Latina tienen esta figura.
Arlene Tickner, académica e internacionalista, es la escogida. Ella conversó con CAMBIO sobre qué implica para el país tener una embajadora de género, las políticas que se pueden impulsar y el papel que puede tomar el país a nivel internacional en las discusiones de género y feminismo. "El principal obstáculo para la igualdad de género se llama patriarcado”, aseguró Tickner.
La nueva embajadora de género es feminista y lleva tres décadas en la docencia, investigación y consultoría en temas de relaciones internacionales. Tickner tiene un Ph.D. en Estudios Internacionales de la Universidad de Miami y una maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. Antes de ser embajadora de género de Colombia, se desempeñó como embajadora y representante permanente alterna de Colombia ante las Naciones Unidas.
CAMBIO: ¿Qué implica que Colombia tenga una embajadora de género?
A.T.: .Colombia es el tercero de solo tres países de América Latina que tiene una política exterior feminista o con enfoque de género, junto con México y Chile. La figura de la embajadora itinerante existe en otros países del mundo con el fin de destacar la importancia de algunos temas para la política exterior del gobierno, y es una figura nueva que el canciller Murillo decidió crear para nuestra política exterior. Entre esos temas está el género y la política exterior feminista, que se ha determinado como una prioridad actual en nuestro quehacer internacional. Esto llevó a la decisión de nombrarme por primera vez en este cargo, el cual, me da mucho orgullo y un gran sentido de responsabilidad.
CAMBIO: ¿Qué alcance tiene esta figura para el país a nivel internacional?
A.T.: Más allá de tener una política exterior feminista, la figura de un embajador o embajadora de género permite no solo señalar la importancia de estos temas para Colombia, sino coordinar y articular distintos esfuerzos bilaterales, multilaterales y consulares alrededor del mundo. El carácter de itinerancia significa que soy responsable de esa coordinación y ejecución entre nuestras distintas misiones en el exterior y dentro de la Cancillería.
La ventaja principal, aparte de asentar la importancia de estos temas, es permitir una mayor coordinación y un mayor protagonismo en el ejercicio de la política exterior feminista.
CAMBIO: ¿Cuáles son los principios y objetivos de la política exterior feminista?
A.T.: La promesa de tener en nuestra política exterior una política feminista viene de la campaña. Yo participé en el grupo de trabajo que desarrolló la propuesta programática de política internacional y se tomó la decisión de comprometernos con una política exterior participativa y feminista. Esas premisas centrales de la campaña se materializaron en el Plan Nacional de Desarrollo, donde uno de los ejes fundamentales de la visión de cambios estructurales, sociales y de política económica es la centralidad de las mujeres y su participación activa, en su diversidad y en particular las más vulnerables. Una política exterior feminista encaja naturalmente con las premisas centrales que han acompañado al gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez desde el inicio.
CAMBIO: Hoy hay múltiples discusiones alrededor de nuevas identidades de género. ¿Cómo se conciben las diversidades dentro de esta política feminista?
A.T.: Yo entiendo el feminismo como un ethos que aboga por la eliminación de todas las formas de discriminación, desigualdad, violencia, exclusión y demás de las mujeres y de otros grupos sociales, vulnerables, por género, clase social, raza, etnia, identidad sexual o discapacidad.
En ese sentido, entiendo al feminismo y la política exterior feminista como interseccional, porque aboga por la eliminación de todo eso y defiende los derechos de estos grupos sociales, dentro de una mirada comprensiva de las formas entrecruzadas y conectadas de discriminación y desigualdad que existen entre distintas categorías identitarias. La política exterior feminista que se viene desarrollando se nutre de eso y trata de enfocarla ya hacia el plano internacional.
CAMBIO: ¿Qué beneficios le da a Colombia, en escenarios bilaterales y multilaterales, contar con una figura que otros países no tienen?
A.T.: Hay países rezagados en estos temas y también países, como Suecia, que fue el primero en declarar una política exterior feminista y ahora ha quitado esa denominación para describir su política exterior luego del triunfo de la derecha en ese país. Estamos viendo en algunas partes del mundo un proceso de derechización, en el cual muchos derechos ya adquiridos han comenzado a verse amenazados o han retrocedido y tal vez donde más claramente lo vemos es en los asuntos de género.
En ese contexto, el hecho de que tres países con gobiernos progresistas en América Latina, México, Chile y Colombia, hayan declarado tener políticas feministas, constituye una fuente creciente de interés, expectativa y esperanza en nuestra política internacional. En los círculos progresistas a nivel internacional nos están mirando con gran expectativa y esto posiciona a Colombia de una forma muy interesante como vocera de este conjunto de derechos relacionados con el género.
CAMBIO: Si bien estamos hablando de política exterior, ¿Cómo puede aportar esto a reducir las brechas de género que tenemos en Colombia?
A.T.: El propósito de la política exterior siempre es favorecer a determinados intereses nacionales. Cuando describimos las premisas generales de la política exterior feminista estamos hablando de cómo llevar estas premisas al plano interno en aras de generar cambios y transformaciones en relación con los objetivos que nos hemos propuesto.
Hay avances lentos en distintos ámbitos de la búsqueda de la igualdad de género y la defensa de los derechos asociados con género o con lo interseccional que están rezagados en casi todo el mundo. Es muy desconcertante observar que en los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas relacionados con género todo el mundo, prácticamente, está retrasado en las metas propuestas. Hay una necesidad de acelerar las acciones de los estados de la mano de la sociedad.
CAMBIO: ¿Cuál es el mayor reto que tenemos para alcanzar, algún día, una verdadera igualdad de género?
A.T.: El principal obstáculo para la igualdad de género se llama patriarcado, entendiéndolo como un sistema que prioriza y favorece el poder de los hombres y de ciertas comprensiones de la masculinidad, por encima de otros grupos sociales, comenzando por las mujeres.
El patriarcado está en la raíz de las dificultades que hemos enfrentado alrededor del mundo para avanzar de manera más veloz y robusta en la satisfacción de los objetivos relacionados con la igualdad de género. Hasta que no comencemos a hablar más comprensiva y críticamente del rol que juega el patriarcado, difícilmente vamos a lograr transformaciones profundas de las relaciones desiguales basadas en género.
El patriarcado está relacionado con otras estructuras como el racismo, la colonialidad, incluso el capitalismo. Estamos hablando de un entramado de sistemas o estructuras que han logrado favorecer a algunos sectores sociales con el desfavorecimiento de otros.
