Acosada por vientos inclementes y las malas noticias,
nuestra decimera Beatriz Ordóñez lanza al aire cinco
preguntas, como si fuera un bambuco... y trata de
responderlas.
Pregunto por el Niño
—Ay, mi señora, es que el Niño,
anda bastante travieso:
¡qué vamos a hacer con eso!
—Hay que hablarle con cariño,
hágale tan sólo un guiño,
no vaya a ponerlo bravo,
porque el chino, al fin y al cabo,
sin agua puede dejarnos
y no podremos quejarnos,
si llega y se saca el clavo.
Pregunto por los bomberos
Y para colmo de males,
los bomberos protestaron,
pues sin recursos quedaron
para los casos cruciales
de los incendios fatales.
Recortar el presupuesto
fue un grave error, por supuesto,
y se habría visto muy mal
si el desastre natural
se declarara tras esto.
Pregunto por las noticias
¿Buenas noticias no hay?
Sé que es difícil hoy día,
pero importante sería
resaltarlas, qué caray.
Mas ni de vainas, nanay:
los noticieros prefieren
las catástrofes y quieren,
complacer a sus oyentes
con historias más calientes.
Y es lucrativo homenaje
cada publirreportaje,
pues la verdad no trae clientes.
Pregunto por la Corte
Y la Corte no aparece.
¿Dónde está que no la veo?
Todo esto me suena feo,
es sospechoso y escuece.
Hora es de nombrar, parece,
a una fiscal de la terna,
pues no vislumbro vía alterna;
y alargar produce grima.
Ya se agota nuestra estima,
pues así no se gobierna.
Pregunto por el Hay
Ya pasó el Hay Festival.
Se fue dejando su huella,
como una fugaz estrella
del planeta intelectual.
En este momento actual,
cobijarse de las penas
con charlas claras y amenas,
es un jarabe de aliento,
que nos alivia el tormento
de las violentas faenas.
