Daniel Samper Ospina
11 Febrero 2024

Daniel Samper Ospina

COSAS QUE PASAN EN CIRCOMBIA

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En un comienzo vi con malos ojos el video en que el expresidente Duque se convertía en DJ en una fiesta en Cartagena: enfundado en una ceñida camiseta que decía DJ Duq, cantaba a todo dar el coro de una canción que decía “Mami, yo me siento tuyo y sé que tú te sientes mía”, mientras el público bullía de emoción y yo me derretía en mi silla: “Tiene la crisis de los cuarenta”, pensé. “Lo que sigue es que se tiña el pelo, esta vez de negro, se compre una Harley Davidson y se divorcie”. 

Pero en la medida en que pasaban los segundos comprendí que no solo no lo hacía mal, sino que quizás ser émulo de Alejandro Villalobos era el oficio en que más podía destacar: por encima de presidente, por encima de cantante, ¡por encima de escritor! No olvidemos que hace poco Villegas Editores publicó las obras selectas del mandatario: cinco tomos voluminosos, como él, empastados, como él, perfectos para abrir el apetito a la siguiente publicación que recogerá los libros desechados: 27 volúmenes con el material que no clasificó. Imperdible.  

Observarlo en su papel de DJ, en cambio, era un triunfo de la democracia. Al fin tenemos un expresidente serio. Los demás siguen opinando de política. DJ Duq, al contrario, insiste en mostrarnos su gran capacidad para mezclar, ya no sobres de Tang dentro de jarras de agua, sino canciones de reguetón; y mientras lo hace, y sin perder la concentración, las entona a viva voz: “Dile al noviecito tuyo que con él te sientes fría

Por eso, cuando me entregaron el flyer —así me dijeron que se llamaba— que anunciaba un rave —así me dijeron que se decía— en que por primera vez DJ Duq tocaría con DJ Tiesto, Natalia París y Yina Calderón —la sobrina de Enrique Santos—, no dudé en asistir. El cartel era llamativo: mucho más, al menos, que el cartel al que pertenecía el Ñeñe Hernández. 

Me dirigí a la discoteca, pero en la carrera séptima me topé de frente con la marcha que promovía el Gobierno. Qué marcha, amigos: ríos enteros de seres humanos, y también de contratistas del Estado, salían a las calles a defender de forma conmovedora al Gobierno del inminente golpe de Estado que prepara el perverso amigo de DJ Duq, el ahora escritor Barbosita. Deja el poder la próxima semana, de modo que el peligro es inminente. Por eso busca el apoyo popular con la ingeniosa estrategia de pañetar con placas inaugurales cuanta pequeña obra haya adelantado en su periodo. La noticia salió en la prensa. Instaló una lámina conmemorativa incluso en un baño que remodelaron por orden suya en La Plata, Huila: “Durante la administración del fiscal Francisco Barbosa Delgado se puso en funcionamiento este baño que antes no soltaba (y se le reemplazó el bizcocho)”.    

El hecho, pues, es que el presidente Petro sabe que Barbosita planea un tremendo golpe de Estado en los tres días que le quedan como fiscal y por eso alertó al mundo denunciando la maniobra a través de trinos escritos en diversos idiomas. Por seguridad, los firmó con el alias de Gustavo Berto Orrego. Los escribió en inglés, en francés, en italiano: incluso en árabe, porque conoce el compromiso de los pueblos árabes con la democracia.  

Ejecutivo, como en sus épocas de alcalde, Berto comprendió que nadie puede subestimar la capacidad de maniobra de Barbosita, el hombre más preparado de su generación, y convocó desde las redes oficiales del Estado una marcha en defensa de su propio gobierno. Una marcha sideral, gaitanista, conmovedora, que de paso ayudara a presionar a la Corte Suprema para que no dilate la elección del nuevo Barbosita. Casos se han visto. Alguna vez se demoraron año y medio. Eran tiempos de Álvaro Uribe. Según los magistrados, la terna era como los tres huevitos del líder de Aburrá: inviable. Y durante diecisiete meses no eligieron fiscal.

Aquella vez se justificaba, sí, pero ahora no. Por eso en las calles había ríos de gente a cuyo caudal me sumé, con entusiasmo. “A lo mejor me pierda el rave de Iván Duque —pensé—, pero se justifica hacer parte de esta hermosa primavera petrista para proteger el primer gobierno popular de la historia”. El presidente Petro es víctima de un golpe del Estado por medio del cual obligaron a su hijo a recibir dineros turbios; a su ministro de Salud a botar a la caneca setenta mil millones de pesos en vacunas; al de Hacienda a pagar dos veces la nómina estatal; a la de Deportes, a perder los Juegos Panamericanos. Llegaba pues el momento de frenar semejante injusticia. 
 
Conmovedores ciudadanos elevaban sus pancartas en defensa del cambio: “Por Armandito Benedetti, ¡presente, presente, presente!”, leí en una. “¡Juventudes con Leyva!”, decía otra.

En la calle observé a Julián Bedoya con un nuevo diploma, a Olmedo López con un nuevo contrato. Vi pasar a la niñera Marelbys Meza con cables y electrodos en la frente, mientras gritaba “¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!”. Un colectivo de mujeres marchaba de gancho con Hollman Morris. Me topé con el maquillador de doña Verónica, me topé con su vestuarista, con su fotógrafo: preparaban un set en la calle para capturar el momento en que la primera dama bailara un bullerengue en apoyo a su esposo. Grité dos arengas con Jaime Dussán; me sumé con los directivos de Fecode a una pausa activa dirigida por Nerú; saludé a Susana Boreal, que tenía la aspiración —nunca mejor dicho— de que el plantón fuera una planta grande. De marihuana.

Unas cuadras más adelante el ambiente se puso tenso y algunas personas tomaban ladrillos para tirarlos. Ladrillos de todos los tamaños: uno incluso lanzó un tomo de las obras de Duque. 

Caminé hasta el Palacio de Justicia y me contagió de adrenalina un grupo de activistas con los que tratamos de ingresar a la brava por el garaje. Queríamos agarrar a golpes a los magistrados por llevarnos a un quiebre institucional, asediarlos para que vean que la democracia se respeta. Lo intentamos pero nos llegó el Esmad Humano y terminé dispersándome en dirección a la discoteca en que se presentaba DJ Duq. “Mejor —me dije—. Así llego más temprano”. 

Pero el lugar estaba como su propia camisa: a reventar. Clamé en vano por una boleta, aunque salvo el protagonista de la noche, estaban como las ministras de Petro: agotadas. 

Me quedé entonces sin plan cultural, pero la próxima semana asistiré al lanzamiento del libro del fiscal Barbosa. Será el evento cultural del año. El autor conversará con la vicefiscal Martha Mancera en el baño que él mismo remodeló. Al cierre tocará DJ Duq. La obra será difundida en varios idiomas, incluyendo el árabe. Esperamos que el presidente Berto sea el traductor. En caso contrario, saldremos a la calle a incendiar lo que quede hasta que la dignidad se haga costumbre. 

¡VUELVE CIRCOMBIA A BOGOTÁ EN MARZO! 

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