Nada emociona más a nuestra versificadora MacLamus que unas elecciones municipales. Así lo demuestra en estas décimas inspiradas por el lirismo de las urnas.
De aquí y de allá los comicios
seguimos con atención,
y observamos que un montón
de sufragantes, sin juicio,
votan solo por oficio.
Ante una realidad terca
la propaganda los cerca
y, escogiendo por descarte,
votan por uno de Marte,
aunque le falte una tuerca.
Por allá en el sur, las cosas
están de alquilar balcón,
pues la última votación
a pesar de lo ruidosa,
no fue a Milei ventajosa.
Muy incierto se adivina
el destino de Argentina:
entre Massa y el peludo
deben desatar el nudo:
¿reinará otra vez Cristina?
Algo avanzó Venezuela:
María Corina, aguerrida,
le ha dado una nueva vida
a la oposición, que anhela
del cambio darse la pela.
Pero ya volvió Maduro,
con su proceder oscuro,
ante el cotarro que aplaude
a señalarlos de fraude.
No se avizora un futuro.
En Ecuador, por ahora,
presidirá un jovencito
que no se ve muy perito
aunque el país paz añora,
y la exige sin demora.
Dieciocho meses le quedan
para hacer lo que más pueda
en circunstancias violentas.
Y mientras corre la cuenta
él sufre el baldón que hereda.
Ganan “por una cabeza”
allá en el Río de la Plata;
“de mano” nos embolatan
quienes con mayor presteza
ponen la carta, la pieza.
“Por una nariz”, sencilla,
alguien nos quita la silla.
¿Quién va a probar el almíbar
si se queda atrás Bolívar,
tal vez “por una rodilla”?
Yo le apostaré a Galán,
me parece el indicado
por su presente y pasado.
Lejos de ser charlatán,
el bien común es su afán.
Me parece un hombre serio
que cumplirá el ministerio
sin ánimo partidista.
Me confieso galanista
e iré por él sin misterio.
