Caminando por la décima
14 Enero 2024

Caminando por la décima

¿Y A MÍ QUÉ?

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Antes los llamaban vagos, buenos-para-nada, atenidos, pasotas y conchudos. Afortunadamente ha surgido una palabra que convierten la inmovilidad y el ocio en conducta noble y respetable: oblomovismo.

Nuestra decimera MacLamus explora el fenómeno en sus propias carnes y, haciendo un meritorio esfuerzo, lo cuenta a los lectores en esta primera sesión de rimas de 2024.


Oblomovismo

Desde el fin del veintitrés
practico el oblomovismo.
En la quietud me ensimismo,
librada de todo arnés
que causa dolor y estrés.
Ya no sé ni qué ha pasado:
de lo malo me he olvidado,
y dije: “Me importa un cuerno
lo que decrete el gobierno;
ahora miro hacia otro lado”.

Me la he pasado leyendo
cosas para diletantes,
que me mantienen distante
del afán de estar viviendo
el día a día... y sufriendo.
A lo que ocurre en el mundo
no le dedico un segundo;
más bien centro mi atención
en la vana entretención,
que no cala en lo profundo.

Quisiera permanecer
en el limbo de estas horas,       
lentas, perdidas, traidoras,
en las que el acontecer
quedó en un lejano ayer.
Las preocupantes noticias
y alguna que otra primicia
pasaron cual hoja al viento,
y si irrumpen las ahuyento
y regreso a la pernicia.

El mantenerme prudente 
por expresa decisión
ha puesto mi corazón 
a buen recaudo y ausente
del Este y del Medio Oriente.
Pero en la cuesta de enero
vuelve Damocles certero; 
su espada ya me amenaza:
como Pedro entra en mi casa,
adulador, ruin, artero. 

Volver a la realidad
no me gusta para nada,
me niego a estar enterada
del horror que sin piedad
persigue a la humanidad.
Una vez llegue febrero,
decidiré, si es que quiero,
regresar a la rutina,
y me enfrentaré a la ruina,
al diablo y al mundo entero.

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