Se necesitan 93.000 millones para salvar tesoro de fauna y flora de Colombia
11 Febrero 2024

Se necesitan 93.000 millones para salvar tesoro de fauna y flora de Colombia

Crédito: Propias

El Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional cuenta con las colecciones biológicas más importantes del país y algunas de las más relevantes en el mundo. Sin embargo, su infraestructura está cayéndose y, recientemente, la lluvia se filtró al edificio. La institución lleva años buscando ayuda y ahora busca los fondos para financiar un ambicioso proyecto que le dé la importancia y protección que merecen los tesoros que resguarda su personal y estudiantes.

Por: Pía Wohlgemuth N.

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Cambio Colombia

 

El lunes 6 de febrero, una lluvia torrencial azotó a Bogotá. El agua detuvo las alertas de incendios y los animales y plantas de los cerros orientales tuvieron un respiro. Esa tarde, el agua anhelada por los bogotanos se coló por el techo del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional. Las gotas entraron en la sala de la colección biológica de aves más grande de Colombia y una de las más importantes del continente. Es una especie de biblioteca de biodiversidad del presente y el pasado que alberga más de 32.000 pieles y 2000 esqueletos de aves, 3.5 millones de insectos, anfibios y más y 598 de los ejemplares recolectados por José Celestino Mutis durante la Real Expedición Botánica. Es un tesoro invaluable. 

Bolsas icn

Los miembros del instituto cubrieron con plásticos la parte superior de los casilleros metálicos para intentar proteger los especímenes. 

José Celestino Mutis

José Celestino Mutis

“Es como si hubiésemos dejado a la intemperie el Museo del Oro. Acá cada individuo es irreemplazable, es un testigo de los lugares, las regiones y de quiénes han construido el conocimiento de la biodiversidad en Colombia. Esta es una alerta de que quizás algo puede suceder. Es como si un día la noticia fuera que desapareció la Balsa Muisca, no se podría reemplazar nunca”, opina Andrés Cuervo, curador de la colección de ornitología del Icn.

Esta colección es un espejo de la riqueza natural de Colombia. También, un trabajo que le sirve a cientos y miles de personas cada año, que utilizan los recursos disponibles allí para sus estudios e investigaciones.

Las colecciones albergadas en el ICN incluso sirven para determinar qué tipos de vegetación estaban en las zonas que quemó el fuego de los días más calurosos de enero. Con estas, los expertos pueden recomendarles acciones de restauración y recuperación a las autoridades ambientales locales y nacionales. 

universidad nacional

La lluvia fue el más reciente problema, pero no el único


El episodio de la lluvia se sumó a la lista de daños y problemas que tienen los dos edificios del instituto, en el que también hay oficinas, laboratorios y el Museo de Historia Natural. Las dos estructuras fueron hechas sin ninguna distancia entre sí entre los años 70 y 80, y, según explica Gonzalo Andrade, director del ICN, esto ha generado defectos visibles en ambos edificios. Hay grietas que, como venas, recorren las paredes del edificio. Con los temblores de los últimos tiempos, aparecieron nuevas y se empeoraron las ya existentes.

Los huecos de las paredes son notorios en la oficina de Andrade y en las escaleras. “Esto podría caer como una tajada de ponqué”, dice el científico, mientras señala una de las grietas que recorre la pared de un salón lleno de estudiantes.

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Así mismo, la humedad en la zona donde están construidos estos edificios ha incrementado con el tiempo y como consecuencia deteriorado el interior del edificio. Como antes allí había pantanos, el suelo es inestable y se dificulta cualquier intento de estabilización del edificio. A eso se suma que los techos de los edificios son de asbesto desde hace más de 40 años. La exposición al asbesto puede causar problemas en los pulmones y es potencialmente cancerígeno. 

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El nuevo proyecto

“Lo que está en riesgo es la vida de las personas, tenemos 35 profesores de la Universidad Nacional, 16 más de la parte administrativa y los estudiantes que hacen sus trabajos de Biología (...) y los especímenes que están depositados aquí y que representan la historia de la biodiversidad en Colombia”, señala Andrade.

Desde al menos el año 2018, la universidad ha intentado obtener el permiso para demoler “por amenaza de ruina” una parte de su estructura. Según Andrade, el trámite ha sido imposible de completar. El Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático y la Alcaldía de Teusaquillo dijeron que esto no les compete. La Curaduría Urbana no autorizó el reforzamiento estructural del edificio, pues según Andrade, esta explicó que primero tenían que volverlo sismorresistente.

El Ministerio de Cultura también recibió del ICN una solicitud de reparaciones locativas “correspondientes a la liberación parcial de área con compromiso estructural” del edificio. Según la cartera, se necesita un análisis más exhaustivo para determinar que la demolición es la medida adecuada, pues considera que las fotos no muestran daños estructurales. 

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La Universidad Nacional ha propuesto estas soluciones temporales y realizado algunos arreglos en simultáneo. Sin embargo, desde tiempos del Gobierno anterior está en busca de la plata y autorización para hacer un nuevo proyecto arquitectónico de cuatro edificios. Este contendría la invaluable colección biológica, salones, laboratorios y espacios para toda la comunidad universitaria.

El problema es que, a pesar de los esfuerzos insistentes, no han logrado recibir suficiente respaldo y, claro, la plata para hacerlo. Son 93.000 millones de pesos, que incluyen la construcción y equipamiento del edificio, incluyendo la tecnología contra incendios y otros elementos clave, pensados específicamente para el ámbito científico y de investigación. 

El exministro de Ciencias del Gobierno de Gustavo Petro, Arturo Luna, visitó las instalaciones y conoció el proyecto, pero no pasó mucho más después de eso. El 10 de octubre de 2023, la rectora Dolly Montoya le envió una carta a la ministra de Educación, Aurora Vergara, en la que le dice que “si bien una parte de la edificación puede ser intervenida con una buena expectativa de éxito, las zonas de oficinas y de reserva de las colecciones históricas requiere su demolición ante la imposibilidad de desarrollar actividades de reconfiguración o mejoramiento”.

Por esa razón, le presenta a Vergara el proyecto realizado por la Nacional con observaciones de la Dirección de Ordenamiento y Desarrollo Físico de la misma universidad. En este queda claro que es necesario el reemplazo total de la edificación, por una construcción que sí cumpla con los parámetros necesarios.

Dolly Montoya concluye la carta diciendo que el proyecto arquitectónico busca fortalecer las capacidades de las colecciones científicas, “para salvaguardar el patrimonio y la memoria biocultural de Colombia”. Desde entonces, no ha habido respuesta. 

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¿Y la plata?

Conseguir los fondos para un proyecto de tal magnitud no es poca cosa. La Nacional persiste a pesar de su infraestructura destrozada. En el Gobierno anterior hubo un proyecto de regalías al que el Instituto de Ciencias Naturales quiso acceder. Los archivos eran tan pesados que llegaron al correo indicado a las 4:02 p.m. y la convocatoria cerraba a las 4:00 p.m. No hubo nada más que hacer ahí.

Después, ocurrió otro hecho llamativo que se remonta a los días de debate del Plan Nacional de Desarrollo. Un congresista propuso añadir un artículo que destinara un presupuesto de inversión de 60.000 millones de pesos para exactamente este fin: “Mejoramiento de las condiciones de preservación del patrimonio natural, custodiado por el herbario nacional colombiano, y otras colecciones biológicas mediante la construcción del nuevo Instituto de Ciencias Naturales”. Este incluía las primeras dos etapas del proyecto (1A y 1B) del que Dolly Montoya le habló a la ministra: el herbario y algunas de las oficinas y laboratorios (ver recuadro). Como pasa tanto en el Capitolio, este artículo no duró más que un suspiro y al segundo debate, se cayó.

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Más recientemente, el ICN fue seleccionado en la convocatoria Cocrea del Ministerio de Cultura, con el que podría conseguir el financiamiento de un proyecto de 27.000 millones de pesos. Es decir, de esa primera fase. Sin embargo, este es como un fondo vacío, según explica el director del instituto. Señala que ahora falta que uno o varios donantes pongan los fondos allí para ponerse manos a la obra. A cambio, explica, el Estado les daría una exención de impuestos, como consta en los términos y condiciones del proyecto (“Los inversionistas o donantes realizan un aporte, en dinero, y a cambio reciben un Certificado de Inversión o Donación (CID) expedido por el Ministerio de Cultura, correspondiente al 165% del valor que aportaron originalmente”). Sin plata, no se puede hacer nada.

En septiembre de 2023 se anunció la creación de un Fondo para la Vida en el Ministerio de Ambiente, que tendrá 4 billones de pesos para la gestión ambiental del país. Estos recursos -provenientes del Impuesto Nacional al Carbono, el Presupuesto General de la Nación, la cooperación nacional e internacional, donaciones y aportes de entidades públicas y privadas- están enfocados en las entidades fijadas en asuntos de deforestación y metas de cambio climático. No obstante, evidencia que hay dinero para los asuntos de carácter científico y ambiental.

De esta manera, la Nacional espera que el Gobierno active sus acciones desde los sectores de Ciencia, Educación, Ambiente y Cultura, para preservar el patrimonio científico y natural que guarda el edificio. La esperanza en el ICN es que este año, por fin, comience la construcción.

 

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