Bukele, presidente de Colombia: ¿por qué algunos colombianos quieren esto?
18 Mayo 2023

Bukele, presidente de Colombia: ¿por qué algunos colombianos quieren esto?

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

Una encuesta de Datexco en Colombia arrojó que el 55 por ciento de los entrevistados dijo querer un presidente como Nayib Bukele en Colombia. ¿Por qué un país con más de un millón de víctimas de guerra siente simpatía por una figura cómo esa? Análisis.

Por: Redacción Cambio

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No es una apología ni un ensalzamiento; es una realidad. Pese a todas las denuncias que existen sobre violaciones de derechos humanos en El Salvador, Nayib Bukele es uno de los líderes más populares de toda América Latina.

Una encuesta de Prensa Gráfica, periódico matutino salvadoreño, ubica su nivel de aprobación en 92 por ciento y revela que más del 70 por ciento de la ciudadanía apoya su hipotética reelección. La firma CID Gallup llevó el ejercicio aún más lejos y comparó sus índices de popularidad con los de otros mandatarios de la región. El resultado es apabullante: detrás de Bukele aparece Rodrigo Chaves, presidente costarricense, con el 82 por ciento. Otros jefes de Estado, como Andrés Manuel López Obrador, en México, o Gustavo Petro, en Colombia, están más de 20 puntos por debajo. En el panorama político del continente no existe alguien que le compita el foco de atención al gobernante de El Salvador.

En paralelo con su gestión, aplaudida por muchos y repudiada por otros tantos, Nayib Bukele cuenta con una fuerte estrategia de comunicación que distribuye y fragmenta su discurso entre los diferentes públicos a los que pretende llegar. Nacional e internacionalmente, figura con regularidad en redes y medios de comunicación, demostrando que la polémica y la confrontación hechizan a las audiencias. Esto se refleja en el hecho de que, aunque preside una nación irrelevante en el mapa geopolítico, su nombre es conocido por millones de personas alrededor del mundo. El periodista Tucker Carlson, que hasta hace unas semanas era la estrella del programa más visto en la televisión por cable de Estados Unidos, lo invitó a participar al aire en varias ocasiones, y el influenciador Luis Arturo Villar, más conocido como Luisito comunica, lo entrevistó desde el despacho presidencial para un episodio de su podcast.

"Es un publicista, no es un estadista. Ha logrado crear una narrativa maniquea de los buenos contra los malos, de los que están con el pueblo y contra el pueblo", dijo el abogado Eduardo Escobar, director ejecutivo de la organización salvadoreña Acción Ciudadana, a CNN. En su criterio, el principal atributo de Bukele “no es la gestión pública (...) es comunicacional”.

El pregón “bukelista” ya aterrizó en Colombia. Rodolfo Hernández, antes de lanzar oficialmente su candidatura a la presidencia, expresó sin reparos su admiración por el mandatario centroamericano y recalcó que era “popular, pero no populista”; María Fernanda Cabal, una de las cabezas del Centro Democrático, lo comparó con el expresidente Álvaro Uribe y aseguró que “devolvió la esperanza” a sus compatriotas; y el uribista Jaime Arizabaleta, aspirante a la Alcaldía de Cali, prometió importar a la ciudad el modelo de seguridad que hoy se aplica en las calles de El Salvador. De buenas a primeras, un mandatario extranjero se convirtió en una especie del ecosistema político nacional.

"¿Le gustaría para Colombia un presidente como el presidente de El Salvador, Nayib Bukele?" fue la pregunta que formuló Datexco a sus encuestados en su última medición, como si se tratara de alguien que puede aspirar a cargos de elección popular. El 55 por ciento de las respuestas fueron afirmativas, en contraste con el 32 por ciento que aprobó la gestión de Gustavo Petro. Es decir, a solo nueve meses de la posesión del actual gobierno, una encuesta reveló que el líder salvadoreño, que se vende a sí mismo como la antítesis de la izquierda colombiana, parece una alternativa más atractiva para el electorado. 

Mientras unos ven a Bukele como un violador de derechos humanos, otros consideran que es un líder con mano dura que restauró el orden en su país. Y lo mismo sucede con Petro. Unos piensan que sus propuestas son una apuesta por el cambio y la justicia social, pero otros las equiparan con el fracasado modelo del chavismo en Venezuela. Se trata de un cuestión de percepción y, si la encuesta de Datexco fuera la prueba reina, Bukele ganaría el pulso en ese enfrentamiento.

¿Por qué seduce tanto una figura como la de Bukele?

CAMBIO conversó con analistas sobre las razones por las que un perfil como el de Bukele, a pesar de los múltiples lunares que personifica, causa simpatía entre los colombianos.  

"Hay un atractivo por el punitivismo y la mano dura. Eso tiene básicamente tres causas. Primero, los políticos han fomentado la presunción de que la inseguridad es culpa de los jueces, de que a los delincuentes no los meten a la cárcel y de que no hay suficientes castigos. A la gente le suenan ideas como las de Bukele porque, creen, llevan a una reducción de la inseguridad. En segundo lugar, creo que las cifras de El Salvador son engañosas y que los medios no se han preocupado por matizarlas. Bukele dice que hay “cero homicidios” y circulan las imágenes cinematográficas de las cárceles que construyó, pero no se explica que eso tiene un costo humanitario. En El Salvador hoy se persigue a la oposición, se callan medios de comunicación y se violan garantías procesales. Las personas ven las cifras de seguridad y creen que estos métodos funcionan. Un simplismo alimentado por el caso salvadoreño. La última y tercera causa es una teoría que está en boga en América Latina y es que la justicia es venganza. Actualmente vemos estos linchamientos que hay cuando se presenta un hurto y esto se ha normalizado más, pero de justicia no tiene nada. A muchas de las personas que les gusta Bukele no les importa que se haga esto con los pandilleros”, explicó Mauricio Jaramillo, profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

Un artículo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), publicado en 2021, llegó a una conclusión en la misma vía que Jaramillo. Los investigadores identificaron que la mano dura transmite la noción de que el gobierno se preocupa por el bienestar social. “Lo que encontramos es que el castigo de funcionarios corruptos no solo aumenta la percepción entre los ciudadanos de que existe un gobierno capaz y competente, sino que también aumenta la creencia de que las autoridades gubernamentales tienen compromisos morales que preocupan a los ciudadanos”, señaló Lily Tsai, politóloga y coautora del artículo. Esta misma lógica podría aplicarse a la problemática de El Salvador, en donde se decretó un estado de excepción hace más de un año, que dio pie para la detención de 67.000 personas (más del 1 por ciento de la población) bajo la excusa de combatir la ilegalidad.

Para Heyder Alfonso, profesor e investigador de la Universidad Nacional, sociedades que históricamente han contado con números disparados de criminalidad, como Colombia y El Salvador, ven con buenos ojos que el aparato estatal le plante cara a los violentos, así esto implique una alta concentración de poder y sacrificio de derechos. “La gente encontró una respuesta en Bukele y no les importa el costo. Otras encuestas han revelado que una de las principales preocupaciones para los colombianos, justo después de la economía, es la seguridad. El presidente salvadoreño representa eso: mano fuerte, mano dura”, precisó.

El exsecretario general de la presidencia durante el cuatrienio de César Gaviria, el abogado Miguel Silva, comparte esta visión y agrega que la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor” juega a favor de aquellos líderes que prometen imponer la institucionalidad. “Los colombianos tienen una sensación de que no existe autoridad y de que el territorio está en manos de las fuerzas irregulares. Además, tienen nostalgia de la noción de seguridad ciudadana y en los territorios. Eso puede explicar el gusto por Bukele. Ahora, Bukele no es necesariamente antagónico a Petro en la medida en que ambos son populistas. A la gente le gusta el concepto de tener un líder que les solucione todos sus problemas”, recalcó a CAMBIO.

Pero, si bien su estilo es parecido, su contenido es distinto. Esas diferencias los llevaron a discutir en redes y causaron una confrontación directa que, según Juan Abel Gutiérrez, quien asesoró la campaña del Nuevo Liberalismo al Congreso, fue clave para la popularidad de Bukele en Colombia. La falta de una figura clara en la oposición dio la sensación de que el único que hacía frente al presidente era otro jefe de Estado. “Petro decidió subirlo al ring cuando dijo, en un evento, que en Colombia se optaba por darles educación a las personas en vez de meterlas presas, refiriéndose a El Salvador. Eso abrió la pelea, que terminó siendo muy rentable”, agregó.

Y no es la primera vez que un líder como Bukele es apetecido por los colombianos. Andrés Mora, director de estrategia de la agencia Atrevia, evocó lo que sucedió durante los noventa, cuando el país pedía mejoras en materia de seguridad. “Hace un par de décadas se acuñó una frase que decía que Colombia lo que necesitaba era un presidente como Fujimori. En ese momento, había una necesidad de proveer mayor seguridad en el territorio, disminuir la violencia y atacar los crímenes de grupos insurgentes. Hoy encontramos esa misma situación, sumado a una estrategia de comunicación efectiva sobre los logros en El Salvador, que coincide con una demanda de más seguridad ciudadana en Colombia”, comentó.

Lo dicho por Jaramillo, Alfonso, Silva, Gutiérrez y Mora se define en una fórmula que parece ser la mágica para Bukele: una política pública que priorice la seguridad —así esto conlleve la violación de derechos humanos— que se acompaña de una pericia comunicacional, con la capacidad de atraer incautos.

Es usual que una sociedad se forme una opinión respecto de lo que sucede más allá de sus fronteras, pero en Colombia nunca había pasado que El Salvador fuera ese tema de conversación y, mucho menos, que se quisiera importar a su presidente. Muchos de los colombianos que admiran a Nayib Bukele restan importancia a las denuncias hechas por organizaciones internacionales y justifican su proceder bajo la falacia de que es la única forma de someter al crimen. Para un país con casi un millón de víctimas a raíz del conflicto armado, el apoyo a este tipo de líderes parecería inverosímil. No obstante, es una realidad.

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