Crimen de Jaime Pardo Leal: lo que dice el exfuncionario de Ecopetrol que luego fue paramilitar
27 Noviembre 2023

Crimen de Jaime Pardo Leal: lo que dice el exfuncionario de Ecopetrol que luego fue paramilitar

Jaime Pardo Leal.

Crédito: Colprensa

El exsubjefe de seguridad de Ecopetrol en Barrancabermeja, el militar (r) José Eduardo González Sánchez, le narró a la JEP cómo el Ejército creó "grupos especiales" que actuaban en secreto, haciéndose pasar por guerrilleros para "ajusticiar" personas, dejando listados de muertos; y relaciona a esos grupos con el crimen de Jaime Pardo Leal. Ahora quiere un cara a cara con las víctimas. Exclusivo.

Por: Alejandra Bonilla Mora

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El exsubjefe de seguridad de Ecopetrol José Eduardo González Sánchez está pidiendo pista en la Jurisdicción Especial para la Paz. En el compromiso de verdad que entregó a esa justicia especial, detalló la forma como directivos de esa compañía, hacia finales de los 90, se aliaron con la fuerza pública y con paramilitares para permitir el ingreso del grupo ilegal a la zona, en la antesala de las masacres de Barrancabermeja de 1988 y 1989. Esa actuación, revelada por CAMBIO y que se puede consultar en el siguiente link, no es la única verdad que está dispuesto a contar González Sánchez.

González Sánchez hizo parte del Ejército, luego ingresó a Ecopetrol de la mano de su tío, Antonio Vargas Sánchez, quien luego ascendió a general como jefe de Seguridad de Ernesto Samper y a quien también salpica de hechos ilegales; luego, ingresó al Bloque Central Bolívar. En el compromiso de verdad enviado a la JEP y conocido por CAMBIO, este narra cómo, desde que salió de la Escuela de Cadetes como subteniente, se involucró en actuaciones que él mismo califica como ilegales.

Por ejemplo, dice que en la Quinta Brigada del Ejército se crearon ‘grupos especiales’ en 1986 y 1987 con los mejores soldados de cada batallón, expertos en combate, que no figuraban en las planillas oficiales y que se vestían como guerrilleros y tenían apoyo de guerrilleros capturados o desertores.

Eran entre 15 y 20 personas, lideradas por un teniente, unos 10 cabos y sargentos –el resto eran soldados–, y sus misiones eran secretas: solo las conocían sus integrantes y comandantes. “Su modo de actuar consistía en ser o parecer lo más próximo a un grupo guerrillero, ante lo cual se disfrazaba física y operativamente de manera similar a la forma como lo hacía el respectivo grupo guerrillero en cada área o zona”, narró.

“Se contaba igualmente con el apoyo de guerrilleros que recientemente hubieran desertado o que hubieran sido capturados y que se encontraban bajo vigilancia de cada batallón o brigada, los cuales eran aportados por la Sección de Inteligencia perteneciente en cada batallón de cada área donde se operaba y/o por el Batallón de inteligencia”, agregó. González Sánchez dijo que también se dejaban la barba larga, que usaban uniformes de la guardia venezolana, que usaban armas de diferentes calibres y marcas, todo para camuflarse.

Los grupos especiales conseguían de esa manera, con apoyo de la inteligencia de la Brigada, información de supuestos auxiliadores de la guerrilla, y así hicieron, según González Sánchez, “operaciones ilegales y ejecuciones extrajudiciales a nombre de la guerrilla”. En Arauca, en 1987, fueron enviados a las compañías de soldados voluntarios Lince, Pantera y Tigre y allá recibieron instrucciones de tres desertores sobre cómo actuaba la guerrilla en esa zona, quienes les pasaron listados de personas cercanas al grupo insurgente y de la Unión Patriótica.

Según González Sánchez, sus operaciones se hacían siempre de noche porque iban con exguerrilleros como guías, para evitar que la población relacionara las patrullas con el Grupo Especial y para poder “actuar como guerrilla entrando a las casas buscando las personas que se iban a ajusticiar, haciéndose pasar como guerrilleros”.

"A medida que los iban asesinando, les colocaban una cruz en la lista que se hallaba anexa a la orden de operaciones dada por los coroneles. Algunos lugares durante el trayecto, de los que recuerdo en este momento, fueron: Puerto Nidia, Puerto Lleras, riveras del rio Cusay, Caranal, Brisas del Caranal, La Esmeralda, entre otros, todos ubicados en el departamento de Arauca".

El crimen de Pardo Leal

En ese contexto de las brigadas especiales, José Eduardo González Sánchez dice que puede contarle a la JEP sobre una posible causa de la muerte de Jaime Pardo Leal, candidato presidencial por la Unión Patriótica, asesinado el 11 de octubre de 1987.

Según él, a un comandante de la Contraguerrilla Pantera (una de las compañías de soldados voluntarios que se crearon junto a la Tigre y la Lince) se le quedó en la zona una bolsa plástica con un cuaderno en donde se anotaban las órdenes de operación y listados con las cruces de las personas asesinadas. La bolsa, relata González Sánchez, fue encontrada por un campesino, que se la entregó a un comandante de la guerrilla y que habría sido enviada a Pardo Leal.

“La noticia fue escándalo nacional en algunos medios de comunicación donde se señalaba y se demostraba con las órdenes de operaciones sobre estos listados y la desaparición de personas, posteriormente a finales de ese año vi la noticia de la muerte del senador Pardo Leal”, narró González, quien asegura que el asesinato de Pardo tendría que ver con esos listados perdidos.

Posteriormente también escuché comentarios en el sentido que la Brigada Veinte de inteligencia lo había asesinado”, señaló el declarante, quien no expone en este documento más detalles al respecto. Sin embargo, dice que por las denuncias de Pardo se inició una investigación dentro del Ejército en la cual sus comandantes les indicaron qué debían decir.

El declarante asegura que grupos especiales se crearon en las brigadas del Ejército Nacional al punto que algunas se salieron de las manos y, en su criterio, eso fue “la antesala para la creación de las autodefensas”.  Además, menciona con nombre propio a los comandantes que tuvo en 1987.

Estaban el mayor General Alberto González Herrera, comandante de la 2ª División; el Brigadier General Alfonso Vaca Perilla, comandante de la 5ª Brigada; y el Teniente Orlando Acosta Cely, comandante la compañía de contraguerrillas de soldados voluntarios de la 5ª Brigada, y comandante del “Grupo Especial” y de la contraguerrilla tigre 5.

Las primeras masacres y los Úsuga

González Sánchez pasó de ser parte de esos grupos especiales al Batallón de Infantería 31 Voltígeros a finales de 1987 en Carepa, Antioquia, en un contexto que incluía a varios comerciantes de la región que empezaron a organizarse contra la guerrilla.

Allá estuvo al mando de una base militar móvil ubicada frente a la fábrica de Postobón a la que se le brindaba seguridad. Según él, en febrero de 1988 vio cómo uno de sus antiguos compañeros de curso en la Escuela Militar, Carlos Mauricio García (quien luego fue hombre de confianza de Carlos Castaño bajo el alias de ‘Doble Cero’), le pidió dejar pasar un camión por su retén diciéndole que eran tropas, pero que terminaron siendo hombres de las autodefensas.

También contó sobre una vez que, en marzo de 1998, le tocó llegar a Apartadó, después de las masacres de 17 personas y de 3 personas en dos fincas cercanas, que hoy se conocen como las masacres de Honduras y la Negra, indicando que los pobladores los culpaban por lo sucedido, y que, luego de ello, se presentaron muchas más muertes en la zona. En los retenes, dijo, solía haber personas armadas en camiones y, cuando se llamaba por radio para informar de ello, la respuesta que recibía de la unidad militar era que eran ganaderos o que acababan de salir del batallón, cuando en realidad eran ‘paras’ a los que se les dejaba pasar.

Unos días después me encontré nuevamente en el municipio de Apartadó con el compañero de curso el teniente Carlos Mauricio García Fernández y me comentó que se había retirado o estaba en proceso de retiro y que iba a trabajar en la zona con una empresa de seguridad para el embarcadero de zungo y algunas bananeras”, señaló.

El relato de González Sánchez también habla de la creación de los primeros grupos de autodefensa y señala que siempre tuvieron apoyo de la fuerza pública en Antioquia. “Se supo que hubo una fuerte injerencia e influencia tanto de Ganaderos y Bananeros como de altos mandos y políticos de la región para que a la zona de Urabá llegaran Generales afines a las Autodefensas como el General Rito Alejo Del Rio, el General Carreño, el General Pauxelino Latorre, etc”, dijo.

Y se refirió a la toma de la base militar de Saiza, en 1988, de parte de la guerrilla que, dijo él, tuvieron que enfrentar con apenas 25 personas. Tras el hecho, salieron a auxiliar a los heridos, entre quienes, según relata, estaban integrantes de la familia Úsuga, que hacían parte de las autodefensas campesinas y que “desde sus casas también resistieron los combates hasta que les destruyeron casa por casa donde ellos”.

González Sánchez indicó que, ante la llegada de periodistas a la zona, recibió la orden de no hacer alusión sobre la existencia de las autodefensas. Pero también dijo que, previo a la toma, la base se había llenado de oficiales, suboficiales y soldados “castigados”, que unos meses antes se había suspendido una base que quedaba entre Carepa y Saiza y era un apoyo de seguridad, y que la base atacada había quedado aislada y sin luz.

Los muertos fueron 12 soldados y dos policías, y secuestrados 11 militares y 11 policías, 15 heridos entre militares y policías, los civiles asesinados fueron 12, incluyendo dos niños, la mayoría eran la familia Úsuga, quienes supe que eran los integrantes de las autodefensas campesinas que vivían en el pueblo”, dijo González Sánchez, quien aseguró que esa fue la primera vez que la guerrilla se tomó una posición fija del Ejército, que tuvo que hacer primeros auxilios, levantar cadáveres, entre otros.

Según el exmilitar, él hizo un informe de esa toma que nunca se conoció y nunca fue interrogado por ello. También dijo que desde Saiza se apoyó a las autodefensas campesinas desde su creación y que le tocó atender personalmente a las personas de apellido Úsuga que estaban heridos, porque ellos no podían ser enviados fuera en helicóptero para recibir atención.

“El líder de ellos se llamaba Juan de Dios. Por lo tanto, aquellos que alguna vez le dieron la mano, armas y medicinas, fueron los mismos que después el Estado tuvo que combatir, quienes fueron los jefes del clan de los Úsuga o del Golfo. El grupo de autodefensas campesinas después de la toma se dispersaron por unos meses, hasta que a comienzos del año 1989, durante un proceso de abastecimientos, recibí la visita un delegado del B-2 con las instrucciones de reorganizar al grupo de “Autodefensas Campesinas” y con las medidas de seguridad y a cubierta llevarlos por el río verde hasta el municipio de Tierra Alta Córdoba, para un reentrenamiento, y que el valor del transporte los prestara del dinero de víveres frescos y que me los reembolsaría, así mismo que debería prestarles seguridad a los puntos críticos sobre el río verde”, narró.

Yair Klein y alias Doble Cero

En la base de Tierralta, según su testimonio, se encontró de nuevo a alias Doble Cero, su excompañero de curso, quien ya era hombre de confianza de Fidel Castaño.

“Llegó y me presentó a Fidel Castaño, quien estaba acompañado por un extranjero. García me comentó que era un Israelí y que estaban comprando elementos para construir pistas para una escuela de entrenamiento y que iba a realizar un curso que estaba diseñando con apoyo de los instructores israelíes, e incluso me ofrecieron trabajo como instructor”, dijo.

Sánchez González asegura que no aceptó, que se regresó a Saiza y que luego se enteró de que el israelí era Yair Klein. A ‘Doble Cero’ lo volvió a ver luego, cuando llegó como comandante a la base militar que estaba ubicada en las instalaciones de la Asociación de Bananeros de Urabá (UNIBAN) en la entrada de Apartadó.

“Estando en esta base fue que en varias ocasiones hacían reuniones y me encontré con el teniente Carlos Mauricio García, quien ingresaba a hablar con directivos de la Asociación, allí se realizaban reuniones con los comandantes Militares, de la policía el General de la Policía Carlos Arturo Casariego, políticos, bananeros de UNIBAN, el hermano de Noemí Sanín, Guillermo Gaviria (Padre), ganaderos y funcionarios con Doble Cero y otros comandantes de las nacientes autodefensas., etc”, dijo.

Sánchez González siguió como militar hasta 1995, cuando entró trabajar a Ecopetrol y allí facilitó, según él mismo aceptó a la JEP, reuniones entre paramilitares y la fuerza pública, previo a las masacres de Barrancabermeja de 1998 y 1999. Luego, en 2001, entró propiamente al Bloque Central Bolívar, al Frente Lanceros de Vélez y Boyacá en Barbosa. Según dijo, lo hizo porque no tenía más oportunidades laborales.

Su jefe allí era alias Julián Bolívar y se desempeñaba con los alias de Enrique o el Ingeniero como comandante político y financiero. Su relato ante la JEP incluye detalle de las extorsiones que hacían y las relaciones que tuvieron con la Fuerza Pública como, por ejemplo, con el mayor del Ejército Juan Carlos Rodríguez, conocido como Zeus, con políticos y con esmeralderos como Pedro Rincón, alias Pedro Orejas.

“En el municipio de San José de Pare en el año 2002, en la finca de Eduardo El cabezón, en dos oportunidades, estuvimos reunidos con el general Rito Alejo del Río y con el general Mauricio Santoyo, jefe de seguridad de Álvaro Uribe, alias Niño Escobar, en la que afirmaba que los Generales del Ejército y de la Policía eran compadres y ambos tenían fincas en esa región. En una de esas reuniones alias Niño Escobar se comprometió a coordinar una reunión con el comandante del Bloque Central Bolívar, alias Macaco o alias Julián Bolívar, para reunirse nuevamente con Santoyo y Del Río”, dijo.

Ahora, Sánchez González está preso y esperando que la JEP decida si lo acepta o no y dice que tiene “la firme voluntad” de ponerse al servicio de las víctimas, con quienes quiere un cara a cara.

“En mi asunto personal, me generaría bienestar emocional por cuanto que es difícil sufrir en silencio que transcurra cada día y aún no tener la oportunidad de encontrarme con mis víctimas para superar esta situación. Es más, si recibo múltiples y airados insultos de parte de los afectados en forma pública, de todas formas, me traería absoluta tranquilidad emocional y espiritual, ya que también me sentiría sanado”, dijo.

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