Luis Gilberto Murillo: “Yo prefiero que Colombia no asista a la posesión de Maduro”
Luis Gilberto Murillo en el Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, en Bogotá.
Crédito: Colprensa
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En entrevista exclusiva con CAMBIO, el Canciller dice que aún no se ha tomado una decisión definitiva sobre la presencia del Gobierno en Caracas, este 10 de enero, porque “sin actas no hay reconocimiento”. También habló de cómo serán las relaciones con Estados Unidos con Trump y de su posible salida del gabinete para aspirar a una candidatura presidencial
Por: Armando Neira
Al iniciar 2024, Luis Gilberto Murillo Urrutia (Andagoya, 1967) estaba feliz en Washington. Allí se mueve como pez en el agua en los círculos del poder político que conoció años atrás, en una de las etapas más difíciles de su vida: cuando tuvo que abandonar su natal Chocó ante las amenazas de muerte de los paramilitares.
Al arribar a la capital de Estados Unidos, en el año 2000, trabajó como portero de una discoteca. De día se dedicaba a hacer cabildeo en el Congreso para tender puentes con los congresistas afroamericanos, las redes de derechos humanos y profundizar sus conocimientos en el exclusivo universo de la diplomacia.
De aquellos tiempos, proviene su entrañable amistad con congresistas, tanto republicanos como demócratas, que hizo valer al regresar, en 2022, en condición de embajador de Colombia. “Allí pueden tener diferencias significativas en lo ideológico, pero existe un gran respeto por los individuos. Por eso, no es raro ver a dos antagonistas que antes se enfrentaban con vehemencia compartir después un café civilizadamente”, dice.
Dejó ese ambiente plácido por el llamado del presidente Gustavo Petro, quien le pidió encargarse del Ministerio de Relaciones Exteriores tras la suspensión de Álvaro Leyva por las irregularidades durante el proceso para la licitación de pasaportes.
Al lío de los pasaportes se le sumaron otros problemas que tienen nombre propio y que no le han dado pausa: Nicolás Maduro, en Venezuela; Javier Milei, en Argentina; y hasta los polémicos nombramientos en varias embajadas del presidente Petro.
Sin embargo, no se arrepiente de haber vuelto a Bogotá. “Se trata de cumplir con la tarea de la mejor manera posible, en cualquier lugar donde uno esté”, dice. Eso sí, comenta que sueña con ayudar a construir una nación donde la política se base en debates de ideas y argumentos, y no en la polarización que actualmente atrapa al país.
CAMBIO lo entrevistó a pocas horas de hablar con el presidente Petro sobre su futuro, ya que su nombre está en la lista de ministros que abandonarían el gabinete para aspirar a la presidencia.
CAMBIO: Señor canciller, ¿a la fecha cuál es la posición de Colombia frente a la inminente posesión del presidente Nicolás Maduro este 10 de enero en Venezuela?
LUIS GILBERTO MURILLO: Respetamos la soberanía de Venezuela y la decisiones del pueblo venezolano, pero las actas oficiales son fundamentales. La posición de Colombia es clara y sin ambivalencias. Lo hemos expresado en diversos escenarios: sin actas no hay reconocimiento.
CAMBIO: Pero, entonces ¿qué significa que Colombia haya decidido enviar al embajador en Caracas a la posesión de Maduro? ¿Se está reconociendo el resultado de las elecciones?
L. G. M.: Esta decisión no se ha tomado. Es una de las recomendaciones que ha recibido el Presidente. La decisión de enviar al embajador colombiano a la toma de posesión de Maduro no implicaría, bajo ninguna circunstancia, un reconocimiento de los resultados electorales. La presencia del embajador respondería exclusivamente a los principios fundamentales de la diplomacia: el respeto a la soberanía de los estados y la necesidad de mantener canales abiertos para relaciones constructivas con nuestros vecinos.
CAMBIO: Esa es una posición general, pero la suya en particular ¿cuál es?
L. G. M.: Mi preferencia como canciller es que no asista. Claro, es necesario tener en cuenta que en el caso de Venezuela compartimos una frontera dinámica y una conexión profunda en términos familiares, sociales, culturales, históricas, económicas y comerciales. Estas relaciones trascienden cualquier coyuntura política y son esenciales para garantizar el bienestar de nuestra población fronteriza. Ya hemos vivido las graves consecuencias económicas y sociales de cierres de frontera en el pasado. Nuestra prioridad seguirá siendo proteger y promover los intereses y el bienestar de nuestra gente. El Gobierno tendrá en cuenta esos factores.
CAMBIO: En este contexto, ¿cómo vislumbra usted que en el futuro serán las relaciones entre Colombia y Venezuela?
L. G. M.: Las relaciones con Venezuela exigen un enfoque responsable y estratégico, más allá de gestos o declaraciones vacías. Estamos hablando de una situación compleja: en Venezuela tenemos una población significativa de colombianos y hay ciudadanos de nuestro país detenidos arbitrariamente, mientras que en Colombia acogemos ya a cerca de 3 millones de migrantes venezolanos que requieren atención y oportunidades.
CAMBIO: ¿Qué hacer?
L. G. M.: Este escenario demanda una acción diplomática inteligente y un compromiso real con soluciones sostenibles. La interacción con Venezuela debe estar guiada por una visión a largo plazo de una relación de Estado a Estado, más allá de los gobiernos y coyunturas políticas, orientada a fortalecer la cooperación en temas humanitarios, de seguridad y económicos, siempre con un enfoque que priorice los derechos humanos y el bienestar de las comunidades afectadas.
CAMBIO: Desde el punto de vista personal, ¿cómo se siente usted con los vulgares ataques en contra suya por parte de miembros de la cúpula del gobierno venezolano como el señor Diosdado Cabello?
L. G. M.: Mi prioridad siempre ha sido trabajar pensando en lo mejor para mi país y esos ataques no cambian mi posición ni mi compromiso. Entiendo las críticas, pero lo realmente importante aquí es avanzar con paciencia, responsabilidad y diplomacia inteligente. El proceso que lidera el gobierno colombiano, bajo la iniciativa del presidente Petro, para promover el diálogo entre el gobierno venezolano y las oposiciones es una tarea que no se resuelve de un día para otro.
CAMBIO: Pero, la paciencia se agota...
L. G. M.: Estas negociaciones requieren tiempo, moderación y mucho trabajo para alcanzar un acuerdo que beneficie al pueblo venezolano. Mi mayor preocupación no son los ataques personales, sino las consecuencias reales de esta crisis, como la situación de los migrantes venezolanos que siguen llegando a Colombia. Esos son los temas que merecen toda nuestra atención y acción, más allá del ruido político.
CAMBIO: En otros puntos del frente externo, ¿cómo están hoy las relaciones de Colombia con países en los que al parecer en este año se impuso la diplomática del Twitter, como son El Salvador, Argentina y Perú?
CAMBIO: ¿Cuál es su balance?
L. G. M.: El balance de nuestra política exterior es más positivo de lo que muchos inicialmente preveían. Colombia ha logrado consolidar una política exterior independiente, no alineada y con una voz fuerte y reconocida en el escenario global. Este enfoque no solo refuerza nuestra autonomía, sino que también posiciona a Colombia como un país de poder intermedio, capaz de actuar como un puente entre naciones y de liderar temas estratégicos como el cambio climático, la migración y el comercio. Esto es lo que realmente importa en el contexto de un mundo cada vez más interconectado.
CAMBIO: ¿Qué nos pasó para que nos impusieran visa en el Reino Unido y por lo que se vislumbra podría ocurrir lo mismo con Alemania?
L. G. M.: Es importante subrayar que los Estados son autónomos en este tipo de decisiones. Sin embargo, lamentablemente, se ha detectado un abuso por parte de una minoría de colombianos en las solicitudes de asilo, muchas veces sin fundamentos reales. Esto no solo afecta a quienes realmente necesitan protección internacional, sino también a quienes desean viajar por turismo o negocios de manera legítima. Esa situación llevó al Reino Unido a tomar la decisión administrativa de reimponer la visa.
CAMBIO: ¿Y qué va a hacer Colombia ante esto?
L. G. M.: Desde nuestro lado, hemos hecho todo lo posible para revertir esta medida. Llevamos esta petición al más alto nivel, incluyendo una reunión con el Primer Ministro británico en el marco de la COP, donde presentamos argumentos claros y propuestas concretas. Además, hemos intensificado campañas de concientización en Colombia para advertirles a los ciudadanos sobre los riesgos de dejarse engañar por quienes promueven el abuso del sistema de asilo. Seguiremos trabajando para evitar que situaciones similares se repitan con otros países, como Alemania, y para proteger los derechos de los colombianos que viajan de manera responsable.
CAMBIO: Con el paso de los días, ¿cómo evalúa hoy el caso del nombramiento fallido en la embajada de Tailandia de Daniel Mendoza?
L. G. M.: Desde un principio, y teniendo en cuenta las preocupaciones de la ciudadanía, siguiendo los canales institucionales, le manifesté al Presidente mi preocupación sobre la inviabilidad de este nombramiento, que no pasó de ser una nominación.
CAMBIO: Pero, ¿cómo queda el Gobierno?
L. G. M.: Esto demuestra una característica esencial de este gobierno: las decisiones son sometidas a un análisis crítico cuando se manifiestan preocupaciones. Y los desacuerdos internos son manejados con respeto y diálogo, como debe ser en cualquier democracia sólida. A día de hoy, seguimos considerando esta nominación inviable. Y fue muy oportuno que, en un acto de sensatez, el nominado retiró su nombre. Continuaremos abordando estos temas de manera responsable y acorde con los intereses del país.
CAMBIO: ¿Ha dicho que durante su gestión ha recibido muchas críticas porque “les incomoda mucho a algunos aristócratas, que personas como usted esté al frente de la cancillería? ¿Quiere explicar esto?
L. G. M.: Es muy sencillo. Durante décadas, este país fue moldeado desde el centralismo por sectores de la aristocracia, lo que yo llamo el establecimiento aristocrático, que monopolizaron el poder y les cerraron las puertas a vastos sectores de la población, ignorando la diversidad que tenemos como sociedad. Se atribuyeron el derecho de decidir quién podía ocupar ciertos cargos o posiciones, perpetuando dinámicas excluyentes y discriminatorias que afectaron profundamente a afrodescendientes, indígenas, campesinos y, en general, a personas de bajos ingresos y a los sectores populares.
CAMBIO: ¿Y usted cree que a esos sectores la llegada del Gobierno del presidente Petro les molesta?
L. G. M.: Lo que les incomoda a algunos es que este gobierno rompió con ese esquema, con esos elementos de la cultura estratégica del país. Hemos democratizado el acceso a espacios de decisión que antes eran reservados para unos pocos. Hoy tenemos embajadores del Pacífico representando al Pacífico, del Caribe profundo, de la Orinoquia y Amazonía, embajadores indígenas en Bolivia y líderes de sectores históricamente marginados en roles diplomáticos estratégicos, como Japón e indonesia, Este cambio no solo reconoce nuestra riqueza cultural, sino que también rompe con prejuicios y privilegios profundamente arraigados. Esa resistencia al cambio es lo que genera tantas críticas, pero estamos convencidos de que avanzar hacia la inclusión y la representación real es el camino correcto.
CAMBIO: Usted recibió la Cancillería con un lío enorme por los pasaportes. ¿Cómo está esa situación hoy?
L. G. M.: Sin duda, logramos un cambio sustancial y los resultados están a la vista. Mejoramos significativamente la tecnología, establecimos un acuerdo estratégico con Portugal que incluye transferencia de tecnología y logramos reducir las tarifas, además de establecer la gratuidad para sectores vulnerables de la población.
CAMBIO: Para usted, ¿la situación ha mejorado?
L. G. M.: Superamos un trámite que era engorroso para los ciudadanos, al mejorar sustancialmente el agendamiento de citas para que fuese ágil y la ciudadanía tenga una muy buena experiencia. Hoy, el proceso para obtener un pasaporte es más rápido, automatizado y eficiente. Incluso firmamos un convenio con los Supercades de Bogotá para facilitarle a la ciudadanía aún más el acceso al trámite. Por primera vez implementamos el trámite de pasaporte en línea y está operando muy bien. Este esfuerzo no solo resolvió los problemas iniciales, sino que también elevó la calidad del servicio, asegurando que sea más accesible, moderno y acorde con las necesidades de las personas.
CAMBIO: Usted cuando llegó era visto como uno de los presidenciables del centro político para las elecciones del 2026. ¿Cómo ve usted esa posibilidad?
L. G. M.: Han pasado once generaciones para que personas afrodescendientes, como yo, accedamos a espacios de toma de decisiones en Colombia. Mi compromiso es seguir trabajando para que este no sea el límite, ni tampoco ser el último en llegar a este tipo de roles. Mi prioridad sigue siendo servir al país desde este gobierno, promoviendo políticas que beneficien a todos los colombianos. Y cuando mi tiempo aquí concluya, buscaré nuevas formas de seguir aportándole al desarrollo y a la inclusión en Colombia. Mi tarea está lejos de terminar, pero cualquier decisión sobre mi futuro en el Gobierno dependerá, en última instancia, de las indicaciones del Presidente y de las necesidades del país.
CAMBIO: ¿Se arrepiente de haber dejado la embajada de Estados Unidos donde su trabajo era aplaudido para venir al país en medio de esta polarización?
L. G. M.: Arrepentirme, nunca. No me arrepiento de haber dejado un rol cómodo y aplaudido en el extranjero para asumir un reto complejo en Colombia. Cuando yo asumí este Ministerio, los pasaportes estaban en crisis y lo resolvimos. Mi compromiso es con el bienestar de los colombianos, especialmente de quienes históricamente han sido excluidos. Entiendo que la polarización puede ser desgastante, pero estoy convencido de que mi lugar está aquí, trabajando para construir un país más incluyente, respetuoso y justo, donde las personas vivan con dignidad, sin importar las críticas o los desafíos.
CAMBIO: A propósito de Estados Unidos, ¿cómo vislumbra usted lo que serán las relaciones entre los dos países con Donald Trump y Gustavo Petro como presidentes?
L. G. M.: Confiamos, porque hemos trabajado para ello, que encontraremos áreas comunes de colaboración. Se dará un cambio de estilo y de prioridades por parte del gobierno de Estados Unidos en algunos temas. Pero la dinámica misma de las relaciones bilaterales en diversos ámbitos se mantendrá.
CAMBIO: Pero, ¿Donald Trump es otra cosa?
CAMBIO: Finalmente, ¿en qué está hoy el partido Colombia Renaciente y cuál cree que será su futuro?
L. G. M.: Sin ahondar mucho, porque desde mi posición actual no me corresponde, el partido debe representar una visión incluyente de país, con énfasis en lo que se expresa desde las comunidades. Se debe hacer énfasis en las reivindicaciones de esas personas. No hay otro camino. Y ahí está el futuro, no solo de Colombia Renaciente, sino de otras organizaciones políticas que pretendan interpretar a la gente, al pueblo mismo.