Nicolás y Day: ex-plosivos

Day Vásquez y Nicolás Petro durante la audiencia de legalización de captura

Crédito: Imagen: Centro de Servicios Judiciales de Paloquemao

29 Julio 2023 10:07 pm

Nicolás y Day: ex-plosivos

Una infidelidad acabó con el matrimonio del hijo del presidente Gustavo Petro, sacó a la luz presuntos delitos de Nicolás Petro y puede tener graves consecuencias sobre el gobierno de su padre. ¿Qué tanto daño le hará al mandatario la captura de su primogénito?

Por: Redacción Cambio

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Pocos se imaginaron que una infidelidad y el trámite conflictivo de la separación de Nicolás Petro y Daysuris Vásquez pudiera desencadenar un efecto dominó que afectara al Gobierno nacional. Si hubiera que juzgar por los titulares de la prensa mundial, este fin de semana fue devastador para el presidente Gustavo Petro. Todos los medios internacionales publicaron la captura de su hijo asociada a las expresiones “enriquecimiento ilícito” y “lavado de activos”. Ver juntos los nombres de Colombia y de esos delitos, inmediatamente despierta los prejuicios sobre el país. No obstante, la situación nacionalmente tiene sus matices.
 
Para muchos, más allá de las faltas de Nicolás Petro, que deben ser analizadas imparcialmente por la justicia, se está librando un pulso de poder entre el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia y la derecha encarnada por el fiscal general,Francisco Barbosa, que en los últimos meses, según la percepción de una parte importante de la opinión,  se ha portado más como un candidato presidencial que como la cabeza del principal organismo de investigación judicial del país.

El tema no es un invento del fiscal Barbosa. Se originó cuando la exesposa de Nicolás Petro reveló que el hijo del presidente le había pedido plata para la campaña de su padre a dos cuestionados personajes de la costa y que se había quedado con el dinero. Los presuntos donantes ocultos son el extraditado Samuel Santander Lopesierra, conocido como el Hombre Marlboro y condenado en Estados Unidos por Narcotráfico y lavado de dinero. El segundo es Alfonso 'el Turco' Hilsaca, un controvertido personaje de la costa de dudosos negocios e inmerso en un proceso por homicidio que parece no terminar nunca. 

Daysuris, ya separada y sintiéndose traicionada por su mejor amiga, Laura Ojeda, le contó la historia al presidente, quien la escuchó diciendo que nada podía hacer frente al problema de pareja. En el terreno estrictamente político decidió pedir públicamente, en un consejo de ministros, que ningún miembro del gabinete atendiera a Nicolás Petro. Por esos mismos días, surgieron además informaciones según las cuales, el hermano del presidente Gustavo Petro, presuntamente le había pedido dinero a mafiosos presos para colarlos en el proceso de paz total. No había certeza sobre las acusaciones, pero el presidente optó por anticiparse y pedir que la Fiscalía investigara tanto a su hijo como a su hermano. Lo que sonaba razonable e institucional, pasó sin embargo por una inmensa borrasca creada por el enfrentamiento público entre el mandatario y el fiscal general de la nación. 

En marzo, dos medios de comunicación publicaron informaciones que encendieron la hoguera. Por un lado,la revista Semana reveló una entrevista con Daysuris en donde ella dio detalles sobre los presuntos delitos de Nicolás Petro, que en realidad sostenía un tren de vida muy por encima del que le permitían sus ingresos. Por otro lado, la Nueva Prensa de Gonzalo Guillén acusó a la Fiscalía de encubrir crímenes del Clan del Golfo. Pidiendo información sobre esto último, el presidente cometió el error de autodefinirse como el jefe del fiscal por ser el jefe de Estado. Una afirmación que a juicio de muchos vulneraba la independencia de la rama judicial y que fue aprovechada por Barbosa para abrir fuego contra Petro y posicionarse políticamente.

De ahí en adelante, la investigación contra el hijo del presidente quedó marcada por esa controversia. Los abogados de Nicolás Petro decidieron pedir que la Corte Suprema de Justicia designara un fiscal ad hoc para el caso, ya que consideraban que Barbosa había dado muestras de enemistad hacia el presidente y, en consecuencia, no podría procesar imparcialmente a su hijo. El planteamiento tenía un problema de origen: la Corte Suprema elige al fiscal, titular o ad hoc, de una terna presentada por el presidente de la república y si se consideraba que Barbosa no era imparcial para procesar a Nicolás Petro, mucho menos lo sería el presidente para nominar al fiscal de su hijo. El galimatías fue resuelto de tajo por la propia Corte Suprema de Justicia que, por unanimidad, rechazó la recusación con el argumento de que Barbosa no era el competente para procesar a Nicolás Petro, y así dio vía libre al proceso. 
El presidente Petro trató de volver a su posición inicial, pero el fiscal Barbosa descubrió en el enfrentamiento con el jefe de Estado, un filón político que le devolvió la importancia que había perdido meses antes.

En este ambiente, el escándalo de Nicolás Petro sumado al de Armando Benedetti y Laura Sarabia, terminarán influyendo en el resultado de las elecciones locales.

La orden de captura fue recibida con serenidad y altura institucional por Gustavo Petro quien señaló que no presionará ni intervendrá en las decisiones sobre su hijo. Un mensaje que tuvo buen recibo, incluso entre miembros muy radicales del Centro Democrático. Por ejemplo, el dirigente vallenato Sergio Araújo, muy cercano a Álvaro Uribe, trinó comentando el mensaje del presidente: “como padre sería muy menor si no expresara mi solidaridad honesta. Como demócrata es también una actitud ejemplar. Imposible no reconocer que esta es una posición admirable que sorprende y debe ser resaltada”.

La imagen del presidente Gustavo Petro viene en baja desde marzo, coincidiendo con estos escándalos pero no necesariamente por causa de ellos. Aquí hay una mezcla de falta de resultados del gobierno, frustración en el trámite de las reformas, y un clima de permanente de crisis política derivada de la alta rotación en algunos ministerios, y la percepción generalizada de desorden y escasa ejecución. En este ambiente, el escándalo de Nicolás Petro sumado al de Armando Benedetti y Laura Sarabia, terminarán influyendo en el resultado de las elecciones locales.

Es difícil medir el impacto que tenga la captura de Nicolás Petro en las elecciones de octubre. De hecho, no se ve clara ninguna gobernación en la que el Pacto Histórico pueda anotarse una victoria solo. Si hablamos de alcaldías, la coalición de gobierno no tiene ningún chance de ganar ni Barranquilla, ni Medellín, ni Cali, y muy remotamente podría dar la pelea en Bogotá en donde la candidatura de Gustavo Bolívar, el dirigente más cercano a Gustavo Petro, amenaza con convertir la contienda en un plebiscito alrededor de la gestión del presidente. Un examen que no era necesario presentar. Bolívar tiene la fuerza del petrismo para pasar a la segunda vuelta, pero esa misma fuerza  no le alcanza para ganar. Es imposible, como él quisiera, ganar en la primera y es improbable que le gane a cualquier candidato en la segunda. No hay un Rodolfo Hernández corriendo en Bogotá como lo tuvo Petro en el último round de la campaña presidencial. 

Los difíciles resultados de las elecciones locales pueden convertir prematuramente a Gustavo Petro en un lame duck, un pato cojo, como se le dice en la política de los Estados Unidos a los presidentes que se vuelven irrelevantes porque la atención del país está puesta en definir su sucesión. Que pase en el último año del gobierno es normal, pero que suceda tres años antes de terminar la administración es una tragedia para cualquier mandatario y para cualquier país. Puede que la captura de Nicolás Petro no sea lo que más pese en esta situación, pero, sin duda –por el tiempo y las circunstancias–,  puede ser el gramo que desequilibre la balanza en contra de su padre.

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