Uribe a juicio: ¿un dolor de cabeza para Petro?
10 Abril 2024

Uribe a juicio: ¿un dolor de cabeza para Petro?

La relación casi idílica entre Álvaro Uribe y Gustavo Petro duró un año y medio. Los mensajes diplomáticos, las críticas esporádicas y las reuniones cordiales han llegado a su fin. ¿Es el llamado a juicio del expresidente un castigo o quizás una oportunidad política para renacer?

Por: Andrés Muñoz

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La última vez que se vieron fue en la Casa de Nariño, en noviembre de 2023. La ocasión: un tinto en palacio para hablar sobre la reforma a la salud. Petro, el mandatario recién elegido, le dio una palmadita a Uribe en el hombro. Los dos rivales de siempre se dieron un apretón de mano fugaz pero cordial. La escena, que pocos esperaban llegar a ver, despertó malestar en el uribismo radical y le dio esperanzas al petrismo sobre el futuro de sus reformas. 

Al final, el encuentro no terminó en nada. No hubo acuerdo. Nadie cedió. Sin embargo, quedó claro que, para Petro, el expresidente Uribe era una figura clave de la oposición. Un jefe con un pasado glorioso del que no se podía prescindir para dialogar. 

Así lo entendió el presidente desde antes de posesionarse. En junio de 2022, Petro y Uribe se reunieron por primera vez. La cita se dio en la oficina de Héctor Carvajal, un hábil abogado cuyo nombre sonó como uno de los primeros precandidatos para fiscal general. 

“Ese acuerdo nacional debía pasar por las manos del presidente Uribe. De diez elecciones presidenciales e importantes de este país, Uribe ha ganado ocho", dijo en ese entonces Armando Benedetti.

Luego vinieron tres encuentros más antes del tinto en la Casa de Nariño. El papel de Carvajal en la organización de las reuniones levantó suspicacias, tal y como ocurrió con Francisco Barbosa, un fiscal concertado que podría darle una mano al expresidente y su enredado proceso por presunta manipulación de testigos. 

Pero Carvajal ni siquiera fue ternado por Petro, y la elegida fue Luz Adriana Camargo: la recién llegada fiscal que hoy enfrenta el gran reto de llevar, indirectamente, el caso más mediático de los últimos años. 

Y no es para menos. Se trata del primer expresidente a punto de ser llamado a juicio en la historia. El escrito de acusación está listo y será una juez quien decida la culpabilidad o no de Uribe Vélez. El actual es, quizás, el momento más vulnerable del jefe del Centro Democrático.

Sin embargo, el que parece ser un escenario soñado para el petrismo puede convertirse en una pesadilla. ¿Por qué?

¿Se debilita la idea de verdad a cambio de amnistías?

En el inventario de reacciones a la noticia del llamado a juicio de Uribe Vélez, hay decenas de pronunciamientos entusiastas de sectores progresistas. “Tiene algo de justicia poética que hoy, Día Nacional de las Víctimas, uno de los victimarios más atroces de nuestra historia reciente sea llamado a juicio”, dijo la representante María Fernanda Carrascal. 

El senador Iván Cepeda, víctima dentro del proceso contra Uribe, le dijo a CAMBIO que “es un momento de madurez para nuestra democracia porque es muy sano que, por primera vez, una persona intocable sea llamada por la Justicia”. 

Para Cepeda, el llamado a juicio de Uribe Vélez va más allá del proceso que enfrenta en la Fiscalía. Representa una oportunidad para llegar a un acuerdo nacional soportado en la verdad y en sintonía con los escenarios de justicia transicional que están empezando a discutirse dentro y fuera del Congreso. 

“Esta es una decisión que se veía venir. Puede ayudar a generar un escenario de concertación para un acuerdo nacional en torno a la verdad. Habrá sectores extremistas pidiendo cárcel para Uribe y otros pidiendo libertad inmediata. Esto en el fondo puede ayudarnos a profundizar una crisis que nos ayude a salir al otro lado”, dijo Iván Cepeda. 

No es una teoría descabellada tocar fondo para luego sacar a flote un escenario de justicia de cierre con beneficios judiciales a bordo. Con algunos matices, esa ha sido una de las pocas coincidencias entre Petro y Uribe en los últimos años. 

En 2021 el expresidente Uribe habló por primera vez del tema. Lo hizo en una reunión informal con Francisco de Roux y otros integrantes de la Comisión de la Verdad. La controversia lo obligó a dar declaraciones en medios de comunicación admitiendo que le seducía la idea.

“El país va a tener que pensar en un modelo de amnistía. Yo he pensado mucho el tema [...] No tengo exactamente el modelo, pero creo que la asimetría en el tratamiento judicial la exige”, dijo Uribe hace tres años.

El pasado 3 de marzo, el expresidente retomó la propuesta en un extenso comunicado, de 15 puntos, que hizo a propósito de la iniciativa de una ley de punto final para el conflicto en Colombia. 

“La ley de punto final es inaplicable en Colombia. De manera pública he propuesto una amnistía política, no penal, por una vez, para recuperar derechos políticos de condenados”, dijo Uribe.

Para el analista León Valencia, la decisión de llamar a juicio al expresidente “retoma el debate de las alianzas de Uribe con el paramilitarismo [...] si es vencido en juicio, tendría que repensar su vida y explorar la posibilidad de contar su cosas y no pagar cárcel”. 

Valencia agregó que el proceso contra Uribe y lo que allí se revele “puede ayudar a que personas de derecha declinen la idea de la conciencia heróica; es decir, que crean que lo que hicieron estuvo bien y fue válido porque acabaron con el comunismo”. El analista citó el caso de Salvatore Mancuso, el exjefe paramilitar que hoy es gestor de paz del Gobierno.

Y si ya era distante la posibilidad de una concertación entre la amnistía política propuesta por Uribe y la verdad a cambio del perdón que defiende Petro, el nuevo escenario del exmandatario en la Fiscalía hace casi imposible un encuentro de posturas.

Aunque podría pensarse que el Centro Democrático apoyaría un proyecto que pudiera beneficiar a su líder natural, tendría que estar en la misma foto que el Pacto Histórico. Las reacciones del uribismo a la noticia del llamado a juicio trazan una ruta de radicalización y no de negociación.

No hay combustible para tantos frentes políticos

La senadora Paloma Valencia resumió en su reacción el sentimiento que impera en el Centro Democrático sobre el caso de Uribe. “Mientras en Colombia tenemos a los guerrilleros sentados impunes en el Congreso, mientras hoy nos rige alguien que fue guerrillero, quien combatió al paramilitarismo y a las guerrillas de izquierda, hoy es judicializado”, dijo la congresista del Centro Democrático.

La desconfianza hacia la Fiscalía y su nueva administración está al alza en el uribismo. Para la mayoría de sus militantes la persecución a la oposición desde el búnker es una amenaza real. ”Ahora, en vigencia de la nueva fiscal ternada por Gustavo Petro, hay un nuevo enfoque”, dijo el representante Hernán Cadavid.

El cierre de filas del Centro Democrático alrededor de su jefe abre un nuevo frente de disputa política para el Pacto Histórico y el Gobierno. Fuentes cercanas al Pacto Histórico le dijeron a CAMBIO que un sector del petrismo tomó más con preocupación que con entusiasmo el llamado a juicio de Uribe Vélez.

“Es abrir un boquete para el que no estábamos preparados. Claro que es una gran noticia, pero agita el ambiente político más de lo que está”, dijo un congresista del Pacto Histórico. En la facción más pragmática del petrismo hay preocupación por asuntos claves, como la relación con Fedegán, que es crucial para el éxito de la reforma agraria.

Por su parte, el senador y analista Ariel Ávila le dijo a CAMBIO que el nuevo capítulo del proceso de Álvaro Uribe “es una bocanada de aire para el Centro Democrático y su pulso en la derecha con Cambio Radical”. Al fin de cuentas, en la antesala de las elecciones de 2026 puede darse una paradoja: Uribe en sus momentos más críticos en la Justicia, como lo soñó la izquierda, pero hecho un mártir, como lo ha creído la derecha.

Sin embargo, la complejidad del escenario político venidero hace que otras voces no vean el llamado a juicio de Álvaro Uribe como un punto de inflexión político para el Gobierno Petro y su relación con el uribismo. 

Según el profesor Yann Basset, la reciente decisión de la Fiscalía en el caso Uribe “no genera un nuevo escenario de polarización entre petrismo y uribismo. Por el contrario, me parece que aquí hay muchos adversarios de Petro, que también son adversarios de Uribe, y que se harán escuchar en ambos temas. Y ahí no hay polarización”. 

Basset agrega que incluso puede darse un acuerdo entre petrismo y uribismo en términos de justicia transicional, pero sin el apoyo de los demás sectores.

Por su parte, el politólogo Alejandro Chala considera que “la afectación va más dirigida hacia la oposición de derechas. Hay que recordar que en 2020, cuando la Corte Suprema de Justicia ordena la captura de Uribe, parte de ese proceso tuvo incidencia en el proceso electoral de 2022. Fue notable cómo Uribe en esa época apareció poco, dio muy pocos mensajes y se abstuvo de apoyar abiertamente a cualquier candidato”.

El tiempo dirá si lo que la conveniencia política unió con retazos en el último año y medio, lo terminará separando la carga procesal del caso Uribe en la Fiscalía.

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