“La retoma del Palacio de Justicia no fue contra el M-19. Lo que queríamos era acabar con la rama judicial”: habla exagente de inteligencia militar

Helena Urán Bidegain y José Dorado Gaviria en entrevista.

Crédito: Pablo David - CAMBIO

3 Noviembre 2024 02:11 am

“La retoma del Palacio de Justicia no fue contra el M-19. Lo que queríamos era acabar con la rama judicial”: habla exagente de inteligencia militar

Por primera vez en la historia, un exagente de inteligencia reconoce desde Colombia el papel de las Fuerzas Armadas en el asalto al Palacio de Justicia. En entrevista con Helena Urán Bidegain, José Dorado Gaviria confiesa ejecuciones, torturas y desapariciones ordenadas por los altos mandos el día de la toma.

Por: Helena Urán Bidegain

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CAMBIO: Se requiere coraje para reconocer delitos como los que usted ha reconocido. ¿Por qué decidió contarnos hoy su verdad?

José Dorado Gaviria: Desde el año 2016 quise acogerme a la Jurisdicción Especial de Paz, pero para conveniencia de algunos generales del Ejército, me negaron el ingreso. Desde ese año vengo aportando información sobre los hechos en los que participé como agente de inteligencia y suboficial del arma para el comando de inteligencia y contrainteligencia del Ejército. Y también, después de 1985, para la brigada 20 y la dirección de inteligencia del Ejército. 

Vea aquí la entrevista completa en video:

Cambio Colombia

CAMBIO: ¿Cómo llega usted a la inteligencia? ¿Dónde arranca esta historia que lo tiene aquí sentado?

J.D.G.: A mediados del año 85. Conocía de toda la vida a mi primo hermano Justo Pastor Perafán, exmiembro del Ejército. Él se retiró de sargento viceprimero y después se dedicó a actividades de narcotráfico. En el año 85, a mis 14 años, empecé a trabajar como informante porque él me presentó a los generales Adrada Córdoba, al coronel Cortés, a Harold Bedoya Pizarro, hombres que para ese entonces ya trabajan para el Comando de Inteligencia y Contrainteligencia. Inicialmente les brindé información de la zona campamentaria del sur del Cauca y también de norte del Cauca, de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y del M-19. Así me vinculé. Empecé a trabajar ya de lleno para la inteligencia militar. A mediados de ese mismo año, como agente de inteligencia, me presentaron al mayor Iván Ramírez Quintero, a Álvaro Velandia, y estuve bajo la dirección de Harold Bedoya Pizarro y de Freddy Padilla León, oficiales de inteligencia que manejaban el batallón de contra inteligencia. Empecé en actividades como agente hasta el año 93, cuando me certificaron y pasé a ser suboficial del arma de inteligencia. Trabajé desde mediados de 1985 hasta el 2008, cuando se me presentaron estas circunstancias por las cuales yo me encuentro detenido. 

CAMBIO: Usted empezó siendo un niño. Tenía apenas catorce años. ¿Eso era común? ¿Había otros menores de edad vinculados a inteligencia cometiendo delitos? 

J.D.G.: La mayoría de los agentes de inteligencia que se usaban para operaciones especiales extremas, actividades de sicariato y operaciones de narcotráfico eran menores de edad. En mi caso particular, no empecé en la parte organizacional del sicariato porque era allegado a Justo Pastor Perafán, y él, por ser familiar, no me ocupó para eso. Pero sí empecé como agente de inteligencia a apoyar todas las actividades que ellos desarrollaban en Cali, Popayán, Bogotá y varias ciudades de Colombia. Para ese entonces era normal que jóvenes de 12 o 13 años fueran hombres de inteligencia militar. De hecho, las escuelas de formación, tanto de oficiales como de suboficiales, recibían hombres de esas edades. 

Foto de José Dorado Gaviria
"Desde el año 2016 quise acogerme a la Jurisdicción Especial de Paz, pero para conveniencia de algunos generales del Ejército, me negaron el ingreso", dice José Dorado Gaviria. Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: Para la mayoría de nosotros el mundo de la inteligencia y la contrainteligencia son una dimensión desconocida. ¿Por qué no nos explica cuál es la diferencia? 

J.D.G.: Dentro de la inteligencia hay tres grados: los oficiales clase a, los suboficiales clase b y los agentes de inteligencia civiles, que se denominan clase c. Estos últimos tienen grados de adjuntos y de especialistas. La inteligencia está basada en acciones en contra de lo que se denomina el enemigo interno, que pueden ser las Farc, las estructuras al margen de la ley, el ELN, etcétera. Para ese entonces, en el año 85, en inteligencia considerábamos que de eso hacían parte las Farc, la Unión Patriótica, el M-19, y aún de abogados de derechos humanos, organizaciones u oenegés. Estas actividades corresponden al área de operaciones especiales de inteligencia. Y contrainteligencia hace referencia a las circunstancias que nos atañen a los hombres de inteligencia. Es decir, determina si hay infiltrados o agentes penetrados. 

CAMBIO: ¿Cómo se determinaba quién o quiénes eran objetivos de inteligencia? 

J.D.G.: Se consideraba a la persona que hacía parte de una organización, sea que prestara apoyo o hiciera parte directa de la organización delictiva, después de años de actividades de seguimientos y vigilancias que la inteligencia mantenía sobre objetivos puntuales de las organizaciones al margen de la ley. Para eso solo bastaba con que un agente de inteligencia presentara un expediente donde se relacionaban las actividades que supuestamente podían vincular a una persona con una organización al margen de la ley. Bastaba con una suposición, porque para esos años no había derechos humanos; tampoco garantías por parte de la Procuraduría o la Defensoría. No es que esas entidades no existieran, sino que por la circunstancia que manejaba la inteligencia de autoritarismo total, ellas no podían ejercer de forma libre su actividad. Esto lo considerábamos nosotros como una imposición para limitarlos con el fin de que ellos no velaran porque a una persona se le respetara el debido proceso para determinar si hacía parte o no de una organización.

CAMBIO: O sea que una simple reunión para hablar de temas de actualidad ya era sujeto de sospecha… 

J.D.G.: Una persona se definía como objetivo por un simple contacto con alguna de las personas que nosotros estábamos siguiendo. Eso era suficiente para vincularlo y vigilarlo, hacerle seguimientos, capturarlo u orientar otras acciones más complejas que se llevaron dentro de la acciones especiales de aniquilamiento, como con la Unión Patriótica, el M-19 y otras organizaciones al margen de la ley. 

CAMBIO: Periodistas, sindicalistas, estudiantes, defensores de derechos humanos, maestros.

J.D.G.: Exacto. Varias entidades de las cuales se creía que sus integrantes podían hacer parte de las estructuras al margen de la ley. 

CAMBIO: ¿Qué nos puede decir de los grupos de blancos y grupos especiales? 

J.D.G.: Antes del 85 estaba estructurado el comando de inteligencia y contrainteligencia. Esta estructura no manejaba blancos como tal. Eso se empezó a presentar en el 91, ya después de la Constitución, cuando se estructuró la dirección de inteligencia del Ejército. Antes, a todas las personas vinculadas se les estructuraban unos expedientes donde se guardaban todos los informes producto de las vigilancias y seguimientos que se les hacían. 

CAMBIO: ¿En dónde están todos esos kardex y expedientes? ¿Siguen existiendo? 

J.D.G.: El Ministerio de Defensa ahora tiene eso a cargo. La JEP, y tengo entendido que la Fiscalía, han solicitado desarchivar estos documentos. El comando de inteligencia y contrainteligencia, la Brigada 20 y la dirección de inteligencia llevaban expedientes en contra de muchas personas. Entonces creo que el Ministerio de Defensa está adelantando un trabajo para lograr que se desarchiven estos documentos y puedan darse a conocer. 

Foto de José Dorado Gaviria
"En inteligencia considerábamos que de eso [grupos al margen de la ley] hacían parte las Farc, la Unión Patriótica, el M-19, y aun de abogados de derechos humanos, organizaciones u oenegés", afirma José Dorado Gaviria. Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: Es decir, la desclasificación de archivos es un imperativo para entender lo que pasó e incluso pensar en términos de no repetición.

J.D.G.: La estructura de estos archivos corresponde a toda la organización de inteligencia de esos años. Esto permitiría la identificación plena de todos los hombres y de todas las actividades que cada uno de nosotros, los hombres de inteligencia, desarrollamos. Conocer de estos archivos permitiría saber la verdad sobre acciones en contra de muchas personas que no tuvieron un proceso legal y fueron capturadas o desaparecidas. 

CAMBIO: En Colombia casi siempre, como en su caso, responden los mandos medios. Pero ha sido muy difícil llegar a los verdaderos responsables. ¿Quién era su jefe en inteligencia? 

J.D.G.: Ya existen las garantías en la JEP para que los altos mandos asuman sus responsabilidades. En el caso personal mío, yo he vinculado a varios hombres de inteligencia militar que alcanzaron altos grados, como los generales Harold Bedoya Pizarro, Iván Ramírez Quintero, Urbina Sánchez, Álvaro Velandia, Adrada Córdoba o Freddy Padilla León. Estos, entre una infinidad de oficiales, suboficiales y agentes de inteligencia que participaron conmigo en todas estas acciones de las cuales he declarado desde el año 91 ante la justicia y, desde hace cuatro años, ante la Fiscalía y la JEP. 

CAMBIO: Usted dice que ya hay garantías para contar la verdad. Pero usted, justamente por hablar, está siendo asediado para que guarde silencio. 

J.D.G.: He sufrido una persecución de parte de varios generales desde que empecé a declarar: generales que he denunciado ante la JEP que no quieren que se sepa de su participación y de la de varios integrantes de la inteligencia en hechos complejos que se presentaron como exterminio de la Unión Patriótica, del M-19, de defensores de derechos humanos y de muchas personas en toda el área nacional de consolidación de la política de Estado para conservar el orden público. Esas acciones fueron improcedentes y arbitrarias y debido a esto he sufrido de una persecución por parte de la inteligencia y del Ejército. Así lo he expresado ante la JEP y la Fiscalía. Ya ellos están tomando acción sobre los casos puntuales que se están presentando.

CAMBIO: Es importante resaltar que la JEP ofrece garantías de seguridad para los comparecientes. Usted ha mencionado a Iván Ramírez Quintero. Él ha sido señalado por Salvatore Mancuso de haber tenido alianzas con los paramilitares y la JEP acaba de compulsarle copias por expansión de paramilitarismo y el genocidio de la UP. Ramírez también jugó un papel determinante en los hechos del Palacio de Justicia. Fue condenado por la desaparición de Irma Franco. ¿Usted dónde estaba el día de la toma del Palacio? ¿Cuál fue su papel? 

J.D.G.: Todos los hombres de inteligencia tuvimos un récord en esas acciones y en cada uno de nuestros grados. A pesar de que era joven, manejé expedientes de cada uno de los militares para ese entonces. Por ejemplo los de Harold Bedoya, Mario Montoya Uribe o Iván Ramírez Quintero. Ellos, desde que iniciaron como tenientes en la escuela, empezaron a adelantar labores de inteligencia y llegaron a los grados más altos. Se dedicaron a llevar un récord de un accionar delictivo porque no eran procedimientos legales. A medida que aumentaban los grados, se arreciaba el accionar delictivo por parte nuestra. Desde el año 1977, Iván Ramírez Quintero ya ejercía en un grupo de triple A, conformado por Harold Bedoya Pizarro. Después, ascendió a lo más alto de la fuerza. Después logró acrecentar las acciones ilegales en contra de la UP, el M-19 y otras organizaciones. El día de la toma del Palacio de Justicia yo me encontraba en Bogotá como agente de inteligencia. Al otro día de los hechos, el personal que fue retenido arbitrariamente de parte de los hombres de inteligencia, fue interrogado en la Escuela Logística, el Comando de Inteligencia y Contrainteligencia, y el Batallón de Contrainteligencia. Los hombres de más confianza de la inteligencia militar hicimos parte de la unidad que se destinó por parte de quienes orientaron la retoma del Palacio de Justicia para concentrar a las personas e integrarlas en una unidad de inteligencia. En mi caso, al otro día de los hechos ya estaba interrogando personas en una unidad. 

Foto de José Dorado Gaviria
Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: ¿Tiene algo que contarnos de las personas que salieron vivas del Palacio y que después nunca volvieron a aparecer porque fueron torturadas y ejecutadas? 

J.D.G.: Conozco el destino de varias de esas personas y así lo he declarado. Por ejemplo, el caso de la señora Irma, que fue asesinada en las instalaciones del Batallón de Contrainteligencia número 1, en la Escuela Logística. Y de varias personas que fueron trasladadas muertas al cementerio sur de Bogotá. Hubo otras personas que después de muertas, por el nivel de importancia que tenían, fueron devueltas al Palacio de Justicia para hacer creer que había muerto ahí. Eso se hizo para ocultar que esas personas habían muerto sometidas a interrogatorios de inteligencia o asesinadas con tiros de gracia. 

CAMBIO:  ¿Qué sabe usted del caso de mi padre, el magistrado Urán? Hay registros de que salió vivo, de que sufrió torturas y fue ejecutado. Hoy, 39 años después, no sabemos qué pasó y quién lo hizo posible. 

J.D.G.: Sobre ese caso hay varias tesis. Dijeron que murió dentro del Palacio en un cruce de balas, o que fue asesinado por un integrante del M-19. Esa guerrilla manejaba armamento AK, muy diferente al que usábamos en las Fuerzas Militares, que ultimó al doctor Urán. Yo sé que él, como otros magistrados, fue trasladado a la Casa del Florero y desde ahí fue dispuesto a una parte cercana en la que nosotros también teníamos salas de entrevistas. No fue llevado a las salas principales de la escuela logística, pero sí a una sala que quedaba sobre la sexta, cerca a la Dijin, que también teníamos dispuesta. Eso no fue ese mismo día, como lo han mencionado. Con los días se logró la identificación de él. Pero ya cuando había pasado por un interrogatorio en la oficina que he mencionado. De ahí fue trasladado ya muerto a Medicina Legal. No es que Medicina Legal o la Fiscalía se prestaran para esto sino que les tocaba. Tenían que callar. Muchos fueron llevados a medicina forense y entregados en días posteriores. Lo del magistrado duró días, porque en inteligencia pensábamos que él apoyaba estructuras de las organizaciones al margen de la ley y que había ejercido como abogado en casos en favor de personas que nosotros consideramos eran parte de estructuras al margen de la ley. Entonces se trataba de una persona que era objeto de seguimientos por años por parte del coronel Álvaro Velandia, que dirigió esa operación, como de Iván Ramírez Quintero, como de Harold Bedoya Pizarro como de Mario Montoya Uribe, o Sánchez, que para ese entonces eran oficiales de inteligencia. Varios oficiales y suboficiales le hacíamos seguimiento al magistrado Urán y ya sabíamos que tenía algunos nexos. Por esta circunstancia no fue entregado, como el caso de otro magistrado, a una clínica para ser atendido. El magistrado Urán corrió una suerte diferente porque la inteligencia militar quería que él no saliera con vida y se aprovechó ese momento para actuar en contra de él. 

CAMBIO: Usted dice que se falsificaron las actas de levantamiento y que hubo una especie de toma de Medicina Legal. 

J.D.G.: Nosotros, dentro de nuestras fachadas, manejábamos una oficina especial que emitía actas de defunción, órdenes de captura, y cualquier documento que hacíamos ver como si fueran legales. Por eso quiero resaltar que no es que las entidades estuvieran al servicio de la inteligencia, es que nosotros los obligamos. Lo imponemos en circunstancias que se salían de las manos como la del magistrado Urán. Había necesidad de montar documentos oficiales para justificar todo. Por eso teníamos fachadas que nos permitían justificar lo que fuera para cumplir la misión. En el caso del magistrado Urán, una persona que habíamos seguido por años y que consideramos enemigo, la misión era que no saliera del Palacio de Justicia. Teníamos que hacer creer que el M-19 lo había asesinado dentro de los hechos que se presentaron. 

CAMBIO: Al magistrado Urán (mi papá) lo ingresan de regreso al Palacio de Justicia o lo llevan directamente a Medicina Legal. ¿Falsificaron el acta de levantamiento para ocultar lo que realmente pasó? 

J.D.G.: Esa es otra hipótesis que se maneja. Que fue devuelto, encontrado y llevado a medicina forense. Pero esto obedece al montaje que la inteligencia ha hecho de que el cuerpo del magistrado fue recuperado en el Palacio y trasladado a medicina forense. Pero la verdad es que él fue interrogado en una oficina que teníamos cerca  a la Casa de Nariño por la calle 6.ª o cerca a la Sijín, donde muchos fueron interrogados.

CAMBIO: ¿Quiénes participaron en eso?

J.D.G.: Puedo relacionar como principales responsables de la acción al coronel Álvaro Velandia. Por encima de él estaba Harold Bedoya Pizarro, que tenía las orientaciones claras sobre todo esto. Después, Iván Ramírez Quintero, Urbina Sánchez, Mario Montoya Uribe, oficiales subalternos y suboficiales, entre ellos agentes de inteligencia, como Guillermo Hernández, que para ese entonces era cabo. El Negro Tamayo, Mauricio Angarita, Garzón Garzón, Juan David Mateus, Ocampo Chavarriaga, Mauricio Corredor, oficiales que para ese entonces eran de menor grado y muchos agentes de inteligencia que yo ya he relacionado de forma puntual, que participaron en esa acción, en los interrogatorios posteriores de los que hice parte. 

Foto de José Dorado Gaviria
"Hubo otras personas que después de muertas, por el nivel de importancia que tenían, fueron devueltas al Palacio de Justicia para hacer creer que había muerto ahí", cuenta José Dorado Gaviria. Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: Pocos meses antes del asalto al Palacio se había condenado al Ejército por primera vez en la historia por un caso de tortura. ¿Cómo veían a los magistrados desde inteligencia y contrainteligencia? 

J.D.G.: Había acciones de vigilancia y seguimientos, no solo contra magistrados sino contra los tribunales. He mencionado también el caso de dirigentes de la UP que fueron jueces. Los seguíamos y los vigilábamos porque creíamos que tenían nexos con grupos al margen de la ley. 

CAMBIO: ¿Qué era suficiente para catalogar a una persona como simpatizante de un grupo al margen de la ley?

J.D.G.: Era suficiente poner un anexo dentro una orden de batalla. Cualquier reunión o participación en alguna comisión de paz bastaba para vincular a una persona a una organización. En el caso del magistrado Urán, yo tenía conocimiento de que no fue una circunstancia ajena de lo que se presentó en el Palacio de Justicia. Todo obedeció a que se dio la oportunidad en la retoma de lograr borrar archivos y evidencias que manejaba el magistrado. La retoma fue un pretexto para lograr acciones en contra de personas y de archivos. 

CAMBIO: ¿En qué parte de la formación a un militar se le entrena para torturar? ¿Cómo se llega a eso?

J.D.G.: La Escuela de Inteligencia Brigadier General Charly Solano, que fue fundada para la inteligencia militar, maneja un manual de inteligencia y de contrainteligencia Mic, en el cual se relacionan todas las acciones de la doctrina que se debía llevar por parte de las actividades de vigilancia, seguimientos y capturas enmarcadas dentro de la ley. Se nos entrenaba para llevar a cabo las capturas de forma legal y poner a las personas a disposición de la Justicia Penal Militar. Casi todos los profesores de esa escuela eran hombres de inteligencia, de los cuales he mencionado que guardaban evidencias claras en video, VHS y audio donde, de doctrina, nos enseñaban a hacer una interrogación, sus fases y hasta métodos que se utilizaban para interrogar a una persona de forma violenta. Había una política de Estado y eso fue lo que nos enseñaron desde jóvenes. Métodos de seguimientos, de interrogatorios, de tortura. Esos videos se guardaban para adoctrinar a los alumnos más pequeños para que supieran llevar un interrogatorio hasta asesinar a una persona. Los hombres de inteligencia fuimos entrenados para aniquilar a un enemigo y dentro de ese procedimiento nos pasábamos por encima el manual. La política nuestra era que una persona no saliera del lugar en que la estábamos interrogando. Tenía que ser asesinada. 

CAMBIO: ¿Cuál fue el rol específico que tuvo la inteligencia en la supuesta retoma del Palacio de Justicia? 

J.D.G.: La inteligencia militar siempre estuvo al frente de todas las operaciones en contra de las estructuras al margen de la ley. Hasta el año 2006, cuando se descubrieron los falsos positivos, la inteligencia siempre mantuvo el control total del Estado. Oficiales de alto grado como Montoya, Ramírez Quintero o Padilla, llegaron a sus cargos porque lideraron la misión de lo que yo he llamado el aniquilamiento a los grupos al margen de la ley, que se basó en acciones que eran ilegales. Nosotros decíamos que para poder ganar la guerra, había que realizar acciones extremas. 

CAMBIO: La inteligencia sabía que el M-19 iba a entrar en el edificio. ¿Esa información se compartió con el presidente?

J.D.G.: La inteligencia militar nunca estuvo de acuerdo con los procesos de paz. Nosotros nos alineamos a los principios de los gringos y recibimos entrenamiento de ellos. Eso no es imposible. Esto no se ha logrado esclarecer porque los hombres de inteligencia son intocables y muchos presidentes no conocen las verdaderas intenciones de la inteligencia y las fuerzas militares. Nosotros, desde el 83, ya habíamos infiltrado al M-19 con Garzón. Sabíamos todas las acciones que estaba coordinando José Cuesta con Antonio Navarro y Vera Grabe. Garzón era amigo de ellos. Sabíamos lo que se estaba planificando. Pudo haber una circunstancias en que los hombres de inteligencia decidimos callar para organizar y planificar una retoma que llevara a la pérdida de archivos, expedientes y la muerte de personas que no eran afines a la inteligencia militar.

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"El magistrado Urán corrió una suerte diferente porque la inteligencia militar quería que él no saliera con vida y se aprovechó ese momento para actuar en contra de él", dice José Dorado Gaviria. Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: La JEP estudia la posibilidad de que instalaciones del Ejército, a través de medidas cautelares, sean transformados en lugar de memoria. La gente conoce la Escuela de Caballerizas pero se sabe poco del Charry Solano…

J.D.G.:  Hacen bien la JEP y ahora la Fiscalía. La escuela de Caballería, la de Artillería, la de logística y la José María Córdoba, fueron sitios que se utilizaron para llevar a muchas personas. De forma puntual, Mario Montoya Uribe participó en los hechos. En su momento los hombres de inteligencia eran ingenieros, infantes o artilleros como lo fueron Mario Montoya, Caballero o Hernández López. Ellos, junto a Plaza Vega y Plazas Acevedo, fueron los que lideraron las operaciones tácticas. La parte uniformada ese día no eran más que hombres de inteligencia. Uno ve a Plazas Vega uniformado manejando cascabeles, pero era un hombre de inteligencia; vemos ese día a Iván Ramírez Quintero, uniformado del arma de ingenieros apoyando la evacuación, pero era hombre de inteligencia. Álvaro Velandia de infantería y Hernández López, o Naranjo también uniformados pero eran hombres de inteligencia. En cada una de estas sedes he dicho en qué interrogatorios participé. En el caso que usted me ha mencionado del magistrado Urán, a quien llevábamos siguiendo desde hace años, preciso lo tomó quien le estaba haciendo vigilancia que éramos nosotros los del Batallón de Contrainteligencia ubicado en la logística. Ese día se decidió que las personas de mayor grado fueran cobijadas por la inteligencia. Pero también hubo personas llevadas a la Escuela de Caballería o artillería y a otras instalaciones. 

CAMBIO: Se ha podido establecer qué miembros de inteligencia ese día estaban vestidos de camuflado o incluso tenían trajes de la Cruz Roja y estaban hasta manejando ambulancias. ¿Qué nos puede decir de eso? 

J.D.G.: En la retoma se dispuso de 3 anillos. El tercer anillo, que era el más externo, lo dirigía la parte táctica. El primero y segundo anillo estaban totalmente en manos de la inteligencia. Todos los hombres que se vieron ahí eran hombres de inteligencia. Ya adentro no entró nadie que fuera ajeno a la inteligencia militar porque los protocolos nuestros no lo permiten. Eso porque después se puede presentar un caso como el mío, de personas que salen a contar la verdad de los operativos. Entonces ese día, médicos, paramédicos, enfermeras y todos los uniformados eran hombres de inteligencia. 

CAMBIO: ¿Hubo una operación de inteligencia para bloquear el acceso de la prensa a los sitios por donde salían los rehenes del Palacio?

J.D.G.: Hombres de inteligencia conocían lo que se iba a generar por parte de Vera Grabe porque teníamos hombres infiltrados dentro de la organización. Se había planificado una operación que saliera limpia. Y por muchos se logró porque los hombres de inteligencia fuimos distinguidos por nuestro papel en ese golpe. Aquí trataron de hacer ver esto como un operativo exitoso que logró la retoma y diezmar al M-19. Eso no es así. Se lograron objetivos que tenía la inteligencia en contra de la rama judicial. Para cada asesinato o captura, la inteligencia siempre tuvo un plan estructurado. La inteligencia militar no improvisaba. Siempre había una planeación previa a la acción. Teníamos dispuestos medios de prensa, médicos, paramédicos, bomberos, todos miembros de inteligencia. Fue una operación bien estructurada y bien planificada. 

CAMBIO: Quiero preguntarle por los lugares. ¿Cuál fue el rol de la caballerizas y del Charry Solano para que inteligencia y la fuerza pública pudieran realizar la operación de retoma? 

J.D.G.:  Los objetivos de menor valor fueron dispuestos hacia la artillería, liderados por Fracica, que era el segundo comandante allá, y por Hernández López, que era el comandante. Y en la Caballería por Plazas y Mario Montoya. Él ya hacía parte del Batallón de Contrainteligencia. Luego, los que nosotros llamábamos como los objetivos más rentables fueron dispuestos a unas salas de interrogatorio. Ya estaba planificado desde antes a cuales los íbamos a llevar. Las personas de alto nivel fueron interrogadas en el sitio que le menciono, cerca de medicina forense, y en la logística. La escuela de caballería, la ochenta y la artillería fueron para disponer de otras personas porque todo no lo podía asumir la inteligencia. Los hombres de confianza de Velandia y de Iván Ramírez debían disponer de otros. 

CAMBIO: ¿Es preciso entonces decir que esas instalaciones del Ejército son lugares de tortura?

J.D.G.: Fueron lugares de tortura y desaparición. Por eso hay razones de peso para ordenar las medidas cautelares. 

CAMBIO: ¿En el sótano del Palacio de Nariño hubo torturas?

J.D.G.: Pues no se usó para disposición de cuerpos. Más para entrevistas e interrogatorios. 

CAMBIO: ¿Y torturas?

J.D.G.: Claro está que un interrogatorio lleva a tortura y pueden haberse presentado muertes ahí. En la Casa del Florero hubo muertos porque eso fue total control de la inteligencia. 

CAMBIO: ¿Los altos mandos participaban directamente en los interrogatorios y las torturas? 

J.D.G.: Totalmente. No se presentó una circunstancia de una rueda suelta. Siempre el Comando General de las Fuerzas Militares, el Comando del Ejército y de ahí para abajo conocían de las acciones de la inteligencia militar para esa retoma. 

CAMBIO: ¿Hay fosas en caballerizas y en el Charry Solano?

J.D.G.: Hay fosas en todas estas instalaciones que fueron dispuestas para eso. Hay declaraciones de hombres de inteligencia nuestros que lideraban esas unidades. Como Plazas Vega, que era de inteligencia y lideraba la caballería. Acevedo lideraba de la BR13 pero era de inteligencia. Yo por los días de la toma del Palacio tenía acciones en Cali contra el M-19. Pero esa misma noche me trajeron para Bogotá. A todos los hombres de inteligencia nos llamaron para respaldar las unidades que participaron en la retoma del Palacio de Justicia. 

CAMBIO: ¿En estos hechos de tortura también participaban mujeres?

J.D.G.: Total. Para el cumplimiento de la misión eran importantes las mujeres. 

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"Los hombres de inteligencia fuimos entrenados para aniquilar a un enemigo y dentro de ese procedimiento nos pasábamos por encima el manual", asegura José Dorado Gaviria. Crédito: Pablo David - CAMBIO.

CAMBIO: ¿Usted cree que hoy en inteligencia se siguen empleando esas prácticas horribles que describe?

J.D.G.: Después de la retoma, la inteligencia sufrió una reestructuración. En vez de limitarla, la fortalecieron y le dieron más atribuciones. Más hombres, más plata. La central de inteligencia militar se volvió un monstruo. Hoy la inteligencia ya funciona en un rascacielos y no con unidades pequeñas. Siguen dedicados a las mismas acciones de antes. 

CAMBIO: Usted menciona una organización de pensionados de Inteligencia. ¿Cómo es eso?

J.D.G.:  En el año 90 creamos una fundación que se llama Patria Mía. Acordamos disponer de unos recursos de nuestra pensión para apoyar a la fundación. Esto, para que tenga una parte jurídica que apoye a los hombres de inteligencia en sus procesos judiciales. Y otras actividades que nos ayudan. Más que una fundación es una organización política. Los hombres de inteligencia nunca se retiran. Estamos pensionados pero debemos seguir pendientes de todo. 

CAMBIO: ¿Usted ha tenido el respaldo de esa fundación?

J.D.G.: Lo tuve hasta 2016, cuando me desalineé de las acciones de inteligencia y me consideraron objetivo militar. 

CAMBIO: ¿Qué otras entidades del Estado penetraron ustedes con seguimientos y vigilancia?

J.D.G.: Para esos años, casi todas las entidades: la Registraduría, los medios de comunicación, la Procuraduría, la Fiscalía. Casi todos los estamentos del Estado nos prestaron apoyo porque les tocaba. No les quedaba de otra. A procuradores y fiscales les tocó exiliarse porque no accedieron a las pretensiones que nosotros desde inteligencia les imponemos. 

CAMBIO: ¿Qué sabía Estados Unidos sobre las violaciones a los derechos humanos que se cometían en inteligencia y en la fuerza pública?

J.D.G.: Estados Unidos siempre tuvo injerencia en el conflicto. Casi todos los hombres de inteligencia fuimos entrenados por ellos. Ellos siempre frustraban lo que la parte judicial quería lograr en los procesos. 

CAMBIO: Por eso es importante que el presidente Petro le pida a los Estados Unidos la desclasificación de los archivos en relación a lo que sucedió en el Palacio de Justicia.

J.D.G.: Yo he dicho que un hombre de inteligencia es como la película Ratatouille: detrás de un general, un presidente o un ministro, siempre había una rata. Nosotros éramos el ratatouille de los supuestos genios que salían a presentar los resultados. Los hombres de inteligencia, de una manera amplia, pueden dar a conocer qué intereses tenían los gringos. Por eso es que sería genial que se desarchivara lo que los hombres de inteligencia manejábamos con los contratistas. Ahí se puede evidenciar claramente que todas estas operaciones como la retoma, el aniquilamiento de la UP, o de los miembros del M-19, odedecían a una política norteamericana. 

CAMBIO: ¿Qué hace falta para romper el pacto de silencio que existe alrededor de los hechos del Palacio de Justicia?

J.D.G.: Se requiere que quienes lideraron estas acciones reconozcan lo que hicieron. Esto lo lideró la inteligencia militar, pero de ahí para abajo hay otra cantidad de grupos y agencias del Estado que estaban alineadas con nosotros. Para acabar con tantos años de impunidad, se requiere que la inteligencia militar lleve la verdad a la JEP o a la Fiscalía. 

CAMBIO: ¿Qué mensaje le daría usted a sus compañeros del arma de inteligencia?

J.D.G.: Les diría que la JEP les está dando una oportunidad que no deben desaprovechar. A mí me tocó pasar 17 años tras la rejas. Ya no podemos seguir manipulando las instituciones. No podemos seguir ocultando una investigación. Ya hay garantías en la JEP y en la Fiscalía y eso lo tienen que aprovechar para salir bien librados. Ellos tienen la posibilidad de dar a conocer una verdad y de desalinearse de los pactos que hicimos. 

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