Jorge Espinosa
11 Mayo 2025 03:05 am

Jorge Espinosa

El daño a RTVC

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Todos los gobiernos odian al periodismo y a los periodistas. En esto no hay distinción entre la izquierda y la derecha. Mientras Álvaro Uribe hablaba de “sicarios digitales”, Gustavo Petro señala, con tono veintejuliero y trinos mal escritos, los peligros de los “mafioperiodistas”, las “muñecas de la mafia” y los “periodistas del Mossad”. Los “lambericas” y contratistas del poder de turno, o sea los de este Gobierno, y los anteriores, tienen sobre todo dentro de sus objetos contractuales la obligación de destruir al que publica lo que no conviene al Supremo. A los petristas, Daniel Coronell les parecía fantástico cuando publicaba las argucias de Uribe con el “abogánster”, pero ahora que escribe sobre las maniobras oscuras del ministro de Salud, el patán de Guillermo Alfonso Jaramillo, y su pareja, ambos funcionarios públicos, ha dejado de hacer periodismo, no merece respeto alguno, y probablemente es “uribista”. 

No solo odian al periodismo. Tampoco les interesa su ejercicio. Lo que sí les interesa es acabar con el sistema de medios públicos. Las denuncias de los abusos en RTVC, no solo a la gente que trabaja allí y que no comulga con las doctrinas del petrismo, sino a la entidad misma, continúan acumulándose. Varias fuentes que me contactaron después de contar en Caracol Radio que la situación en Radiónica era crítica, que le quitaron dos frecuencias en FM en Cali y en Medellín para sustituirlas por el activismo de Morris y sus Minions, coincidían en, al menos, dos puntos claves: 1. No hay manera alguna de defender que una emisora juvenil y musical se pase a AM, salvo que la intención deliberada sea acabarla. 2. Tampoco se puede proponer que Radiónica, o para estos efectos cualquier medio público, compita a los privados. Es imposible logísticamente, pero además tampoco es el objetivo (incluso legal) de RTVC. Su misión no es el lucro, ni el adoctrinamiento, sino “comunicar al Estado con la ciudadanía, salvaguardar los derechos constitucionales de la población y el patrimonio cultural y ambiental de la nación”. 

Lo que Morris esconde detrás del supuesto “sistema informativo” que, al parecer, debe invadir todos los espacios de RTVC, Radiónica incluida, no es otra cosa que un arma de manipulación y desinformación financiada con los recursos de todos los colombianos. Al presidente, y al señor Morris, les puede perturbar la existencia de emisoras y canales privados que, además de otros productos, tengan noticieros, pero no es posible comparar eso con los contenidos de RTVC. Cuando acá en esta columna en CAMBIO preguntamos recientemente si era cierto que había (y hay) funcionarios con contratos a tres meses, o lo que es peor, y además ilegal, personas a las que se les exige ir a trabajar sin contrato alguno, Morris contestó que publicáramos los salarios en Caracol Radio. Eso, por supuesto, es ridículo no solo porque nada tiene que ver una cosa con la otra, sino porque una empresa privada, la que sea, no es igual a una del Estado. 

De forma que, si la estrategia del petrismo para “fortalecer” los medios públicos consiste en gastar recursos en programas de opinión dirigidos por tuiteros leales, cuya única virtud es aplaudir al Gobierno rabiosamente, es necesario preguntar, dudar, señalar. El daño que le están haciendo al ya debilitado sistema de medios es inimaginable. Cuando Morris y su combo se vayan, el sistema de medios permanecerá, y llegará otro gobierno que se sentirá con el derecho a hacer lo mismo, a plagar los medios públicos de lagartos incondicionales del régimen. Ese es el daño. 

Entonces, sigamos preguntando cosas: ¿a Señal Memoria, a Radiónica y RTVCPlay se les redujo la nómina de colaboradores a la mitad? ¿Se canceló el proyecto para que RTVCPlay tuviera una aplicación para Smartv? ¿Por qué? ¿Puede Señal Memoria seguir prestando servicios técnicos a terceros? ¿Hay personas que han trabajado sin contrato? Los que han señalado esa irregularidad, ¿han sido tachados de mercenarios? 

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