Rodrigo y Gonzalo García Barcha, hijos de García Márquez, destacaron la independencia que hay entre la novela Cien años de soledad y la producción audiovisual basada en la novela.
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Rodrigo y Gonzalo, los hijos de García Márquez, hablan en exclusiva con CAMBIO
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En entrevista con Patricia Lara Salive, los hermanos García Barcha responden por qué le permitieron a Netflix hacer Cien Años de Soledad, la obra que su padre nunca quiso llevar al cine.
Por: Patricia Lara Salive
"Cuando yo esté muerto hagan lo que quieran", les reiteró Gabriel García Márquez a su esposa Mercedes y a sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha.
Con base en esa indicación y en el hecho de que los derechos de autor de los libros se vencen a los 70 años de la muerte del escritor, Mercedes, Rodrigo y Gonzalo decidieron, hace cerca de nueve años, buscar una plataforma que llevara a la pantalla Cien Años de Soledad, siempre y cuando les garantizaran cuatro condiciones que ellos no estaban dispuestos a transar: la primera, que se hiciera en castellano; la segunda, que se filmara en Colombia; la tercera, que tuviera tantos capítulos como fueran necesarios; y la cuarta, que contara con los recursos suficientes para que fuera una gran producción, como en efecto lo es.
Hasta ahora, el balance del lanzamiento de la serie de Netflix ha sido positivo: la gente se ha enganchado con ella en distintas partes del mundo y las críticas a favor han sido más abundantes que las en contra. Y la mayoría de estas últimas se han centrado en el hecho de que García Márquez dijo en distintas oportunidades que él no quería que Cien Años de Soledad fuera llevada al cine.
Sobre este tema y sobre muchos más hablan Rodrigo y Gonzalo García Barcha en esta entrevista con CAMBIO.
En ella se refieren al hecho de que su padre no alcanzó a ver las nuevas condiciones de producción que hoy presentan las plataformas lo cual (por ejemplo, la posibilidad de hacer la serie en muchos capítulos y de manera local), quizás lo habría tentado a permitir que se realizara; afirman que “la serie hay que verla como una serie y el libro como un libro, es decir, se pueden disfrutar de manera separada, pues son dos experiencias tan diferentes que casi ni deberían compararse”; mencionan el hecho de que, con esta puesta en escena, Cien Años de Soledad se coloca a la altura de la gran literatura mundial que ha sido llevada al cine y de la que ha habido varias adaptaciones, como es el caso de obras como Don Quijote y el Conde de Montecristo o de varios de los grandes clásicos como Tolstoi y Dostoievski; comentan que Rodrigo, quien es un reconocido director de cine, le dijo al guionista principal, José Rivera, que había que adaptar la obra al lenguaje de la pantalla porque una de las principales razones por las que han fracasado en el cine algunas de las obras de García Márquez es porque estas se han respetado demasiado; evocan sus recuerdos de infancia al lado de su padre; se refieren a la atracción que García Márquez sentía por las mujeres fuertes y al parecido que puede haber entre Mercedes Barcha y la gran matrona de Cien Años de Soledad, Úrsula Iguarán; en fin, mencionan detalles abundantes de los antecedentes de la filmación de la serie, del por qué la hicieron y, con elegancia, hasta se refieren a la crítica más ácida que les han hecho a raíz del lanzamiento en Netflix de Cien Años de Soledad: la que en esta revista le hizo el domingo antepasado la columnista Carolina Sanín.
Y, para terminar, ante la pregunta de qué le dicen ellos al público colombiano, Rodrigo García responde: “que vean la serie. La serie hay que juzgarla como serie. Vean el primer capítulo. Y si se enganchan, se enganchan. Las cosas hay que verlas con el menor prejuicio posible. Y sólo hay una manera de juzgar la serie, que es viéndola. Y después de verla, si no se han leído el libro, creo que es muy interesante leerlo para tener una experiencia muy diferente, que no compite. Son dos experiencias muy distintas”.