
Periodistas en Gaza: ¿objetivo militar de Israel?
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La restricción impuesta por Israel al acceso de corresponsales de guerra internacionales a la Franja de Gaza revela una estrategia deliberada del gobierno israelí para controlar el flujo de información. Todo parece indicar que los periodistas comienzan a aparecer como uno de sus objetivos militares.

En la madrugada del 7 de abril, la ciudad suroccidental de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, fue escenario de un nuevo ataque israelí contra la prensa. Un dron israelí lanzó un proyectil sobre una tienda de campaña utilizada por periodistas palestinos, ubicada junto al Hospital Nasser. Allí dormía una decena de reporteros de diversos medios. El ataque dejó un saldo de dos de ellos muertos, Hilmi Al Faqawi y Yousef Al Jazindar, y ocho heridos, algunos de los cuales trabajaban para medios como la BBC, de Londres, y la agencia turca Anadolu. La explosión también pulverizó equipos y archivos de su labor informativa.
Según el Centro Palestino para la Protección de Periodistas (CPJP), la tienda estaba claramente identificada con la palabra 'Prensa' y en un comunicado calificó el hecho como una “clara violación del derecho internacional humanitario”. La respuesta del ejército israelí alegando que el blanco era un miembro de Hamás y que “nunca han atacado ni atacarán deliberadamente a periodistas” fue recibida con escepticismo e indignación. Reporteros sin Fronteras (RSF), con sede en París, rechazó categóricamente esta versión al considerar que tales señalamientos no constituyen "ninguna prueba concluyente de afiliación, ni un permiso para matar". Al Jazeera, la cadena catarí para la que trabajaba uno de los periodistas fallecidos, elevó su voz para instar a la comunidad internacional a condenar el "asesinato sistemático de periodistas".
La sombra de la intencionalidad se cierne sobre la muerte de estos profesionales. Desde el inicio de la guerra desatada por Israel contra Hamás, tras el ataque de este movimiento islamista el 7 de octubre de 2023, numerosas organizaciones internacionales han señalado lo que al parecer ya resulta evidente: existe un patrón de ataques contra periodistas, y no se trata de "daños colaterales". Testimonios desgarradores, crudas imágenes, grabaciones elocuentes y datos de geolocalización de sus teléfonos móviles, convergen para confirmar que estos trabajadores de la información estaban visiblemente identificados como prensa en el momento de ser atacados.
El asalto terrorista perpetrado por Hamas y grupos aliados dejó un saldo brutal de más de 1.200 personas asesinadas, en su mayoría civiles indefensos –mujeres, niños y ancianos– y el secuestro de cerca de 250 civiles, conducidos como rehenes a la Franja. Los testimonios y videos que emergen de su cautiverio dan cuenta del escalofriante drama que sufren estas víctimas, hecho tipificado como crimen de guerra en el Estatuto de Roma.
Las cifras hablan por sí solas. La Federación Internacional de Periodistas (FIP), desde Bruselas, eleva el número de periodistas asesinados a más de 155. El pronunciamiento del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York, es aún más contundente al señalar que al menos 170 profesionales de la información han perdido la vida, exigiendo una investigación exhaustiva sobre la posible comisión de asesinatos premeditados por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). En un informe publicado en febrero pasado documentó más de una decena de casos en los que reporteros habrían sido "blanco deliberado".
La FIP ha llevado su demanda un paso más allá: ha denunciado formalmente al Estado de Israel ante la Corte Penal Internacional (CPI), acusándolo de atacar deliberadamente a periodistas en Gaza, considerándolos objetivo militar. Son ilustrativos los casos de Hamza Al Dahdouh, camarógrafo de Al Jazeera, y Mustafa Thuraya, colaborador de la agencia France-Presse (AFP), asesinados el 7 de enero en un ataque aéreo israelí en Khan Younis. A pesar de que el vehículo en el que viajaban estaba claramente identificado con la palabra 'Press', fueron víctimas de la violencia israelí mientras cumplían con su labor informativa. La muerte de los periodistas no puede quedar en una nota al pie de página, cada uno de ellos tenía un nombre, una historia, una vocación.
Los periodistas que aún resisten en Gaza continúan trabajando en condiciones extremas. La escasez de electricidad, agua potable, alimentos y medicinas, producto del bloqueo israelí, se suma al peligro constante de los bombardeos. Muchos operan desde hospitales en condición precaria o tiendas improvisadas, con conexiones a internet inestables y recursos técnicos mínimos. Algunos han perdido a sus seres queridos y a sus colegas, pero su compromiso con la verdad persiste ante el horror cotidiano. Informan, impulsados por la profunda convicción de que el mundo no puede ni debe cerrar los ojos ante el desastre que se desarrolla en Gaza.
La restricción impuesta por Israel al acceso de corresponsales de guerra internacionales a la Franja de Gaza revela una estrategia deliberada del gobierno israelí para controlar el flujo de información. El Ejército solo ha autorizado la entrada a un número limitado de periodistas extranjeros en visitas estrictamente guiadas y supervisadas. Ante esta situación, la Asociación de Prensa Extranjera (FPA) de Israel ha recurrido al Tribunal Supremo del país al presentar una petición formal para que se permita la presencia de medios internacionales independientes.
En ausencia de hechos verificados, es la desinformación la que toma el lugar. Sin cámaras ni testimonios, la narrativa de la potencia ocupante pretende imponerse. Es igualmente una forma de mantener la impunidad. Hoy más que nunca la comunidad internacional debe actuar con urgencia: se requieren mecanismos de reacción inmediata, presión diplomática, sanciones internacionales y firmeza de la justicia penal internacional para proteger a los periodistas que arriesgan sus vidas.
En Gaza, casi dos millones de personas han sido desplazadas. Con un balance trágico de cerca de 51.000 fallecidos y 120.000 heridos, según el Ministerio de Sanidad palestino, la Corte Penal Internacional ha emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Informar sobre este conflicto ha sido y sigue siendo un desafío monumental. Ahora, tras finalizar una breve tregua, recae sobre los hombros de los periodistas la crucial tarea de seguir informando al mundo sobre una guerra que ha derivado en lo que muchos ya califican de genocidio.
